Querido amigo:

Al escribir estas líneas, la tristeza se acomida en mi garganta, mis ojos se nublan, sobre mi rostro llueve, un torbellino recorre mis pensamientos y juega con mis sentimientos.
Tengo miedo, me siento asustada, tengo un sentimiento hermoso con el que me he visto obligada a luchar. Las palabras no logran salir de mi boca, las ideas se me confunden, no estoy segura de mi, de lo que me pasa, ni de lo que siento.

El problema que atormenta mi cabeza no es lo que pasa, sino que ahora me he dado cuenta - con todo lo que me dicen los demás – que no quiero aceptar lo que sucede, quiero que pase y al mismo tiempo no quiero que pase. No quiero admitirlo, aunque sea evidente. Me siento sola en este mar de confusión. Me siento extraña, porque aunque deseo que me acompañes en este viaje a lo desconocido, por más que quiera no puede ser y por mas que intente no voy a lograrlo.

Aunque no lo he intentado para saber si voy o no a lograrlo, no estoy segura de que lograrlo sea lo que yo quiera... No lo intento por respeto a esa relación que ya sabia que existía. Pero querido amigo, te lo aseguro, si no existiera ella… existiría yo.