Hace casi 9 meses, gracias a la Asociación Peruano Japonesa y la Embajada de Japón en el Perú, tuve la oportunidad de participar en el doceavo programa del Barco Mundial de la Juventud. Fue una experiencia enriquecedora, valiosa, única, inolvidable... conocí a mucha gente y países, historias, costumbres que nunca antes había escuchado.
Recuerdo con claridad una ocasión en que no podía dormir, acabábamos de dejar Cape Town (Sud Africa) y nos dirigíamos a Tanzania. Era una noche despejada y tranquila. Se oía el monótono sonido que producían las olas al chocar con el barco, de cuando en cuando sentía frías gotas de agua en mi rostro. Me senté en la parte mas alta de este y dejé que mi mente se sumergiera en mis pensamientos. Fue la sensación mas relajante que he sentido, el estar sentado en un crucero, recibiendo la cálida brisa del mar Africano y observando el fabuloso espectáculo que ofrecía el cielo marino.
Lo único que tenía a mi alrededor era agua y oscuridad. La visibilidad alcanzaba sólo unos cuantos metros hasta donde las luces del barco podían alcanzar... Las estrellas brillaban con mayor intensidad y eran mucho mas bellas... las estrellas fugaces aparecían y desaparecían en segundos, dejando su resplandor grabado en mi memoria. Fue el cielo nocturno mas lleno y activo que he visto.
Estaba solo... disfrutando de ese regalo de la naturaleza que quisiera volver a ver en alguna oportunidad... Estaba como en un trance... cogí el lapicero que tenía en mi bolsillo, saqué un papel arrugado de mi billetera y las palabras aparecieron casi sin pensarlas...
“ Son tantos los recuerdos en este viaje, son como las estrellas del cielo de hoy... Algunas brillan con tanta intensidad y otras son tan tenues y escurridizas... Los espacios vacíos y oscuros, me hacen recordar la soledad de mi alma y la dureza de la vida...
Pero la combinación de los destellos luminosos y la profunda oscuridad, hacen del
cielo un espectáculo simplemente hermoso... Es uno de los mejores paisajes que he visto hasta ahora....
Así caminamos... llenos de resplandor y a la vez de oscuridad. Muchas veces nos perdemos y el miedo, el temor, la inseguridad se apodera de nosotros... pero cuando menos lo pensamos encontramos un destello de luz. .. Solo que en algunas ocasiones nos cegamos y lo perdemos de vista, no nos percatamos de los milagros que la naturaleza nos ofrece a cada instante.
Juntos, le dan a la vida esa fuerza, ese incentivo que nos impulsa salir adelante, a superarnos. Si tan solo faltase uno de ellos, el paisaje, la vida sería tan monótono que no podríamos distinguir nada, ni en la luz ni en la oscuridad.
No hay que olvidar que el “contraste” es lo que hace de los paisajes un espectáculo tan diferente y especial.”
Cuanto tiempo habré estado sentado en ese lugar, 2, 3 horas... en realidad no lo sé, por primera vez el tiempo había dejado de existir...
Hubo unos cuantos minutos de total oscuridad, una oscuridad tan intensa que me daba la sensación que me iba a absorber... Una nostalgia invadió mi corazón... el paisaje que había disfrutado por horas se había desvanecido, me sentí cansado y con sueño. Cuando me preparaba para retirarme a dormir, a lo lejos divisé una suave y acogedora luz rojiza. Poco a poco el halo rojizo empezó a crecer, fue impresionante ver esa luz reflejarse en un fondo totalmente oscuro... El sol empezó a aparecer lentamente en el horizonte, aun cuando la mitad del sol se había asomado, la parte opuesta al sol seguía a oscuras... A medida que el sol se alejaba del horizonte, iba perdiendo su color inicial y cambiaba a un amarillo intenso y muy brillante. En mi la sensación de cansancio había desaparecido, era como si el amanecer me llenara de energías...
Como todos sabemos la noche y el día tienen dos caras totalmente distintas. Es algo natural y cotidiano, estamos acostumbrados a la oscuridad de la noche y la luz del día... Pero pocas veces nos percatamos en el milagro que acontece diariamente y sin falta... El cambio de la noche al día y del día a la noche... solo estando en la noche apreciamos el agradable calor del sol... y solo estando bajo el sol sentimos la dulzura de la noche.
Dejemos que nuestra alma se enriquezca con la oscuridad de los fracasos y derrotas ... y que nuestro cuerpo disfrute de la luz que obtenemos del esfuerzo y persistencia. Cuando estemos en la plenitud, no olvidemos que siempre la noche nos espera, y que además nunca faltarán nubes que opaquen la luz y lluvia, nieve y granizo que golpearán nuestro rostro... Estemos preparados, por que cuanto mas acostumbrados estemos a la luz del día, mas difícil se nos hará divisar las estrellas durante la noche. Por eso nunca hablemos con vanidad, ni tratemos a la gente con desprecio... a mas bondadosos seamos durante el éxito, mas gente nos dará la mano cuando estemos perdidos en la oscuridad. La humildad es cualidad que solo los sabios llegan a dominar...
Solo el fruto que cosechamos con mucho esfuerzo y paciencia durante las épocas de lluvia, nos servirá de sostén y alimento durante las sequías.
No olvidemos entonces que el contraste hace de los paisajes un espectáculo tan diferente y especial.
Hernán Armando Kitsutani Kian
21 de Mayo del 2000