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Marcianito Molestón era un alienígena muy egoísta que solo pensaba en sí mismo. Marcianito Molestón, aunque había nacido en Marte, iba de acá para allá, de planeta en planeta, de estación espacial en estación espacial, viajando a bordo de modernos transbordadores espaciales parecidos a un autobús.
Cuando Marcianito Molestón subía a un transbordador iba dando codazos y quitando a la gente de en medio dando golpes con su inmenso trasero. Luego se sentaba en medio de la fila de asientos, sin preocuparse de los que estaban al lado, a los que apenas dejaba espacio y molestaba abriendo el inmenso periódico que acababa de comprar.
Después de leer el periódico, Marcianito Molestón sacaba de su mochila una enorme bolsa de patatas fritas extracrujientes y se las comía haciendo muchísimo ruido. Cuando terminaba, Marcianito Molestón se echaba la siesta y no paraba de roncar hasta que llegaban al destino.
Cuando Marcianito Molestón bajaba del transbordador todo el mundo suspiraba aliviado. Así, Marcianito Molestón se fue haciendo conocido en toda la galaxia hasta tal punto que había un canal especial de radio que informaba de su posición y su próximo viaje. Eso hizo que mucha gente cambiara sus vuelos para no coincidir con Marcianito Molestón y que se fueran de los lugares donde él paraba.
Un día, Marcianito Molestón compró un billete para viajar al Planeta Tierra. Pero al subir al transbordador no había ningún pasajero a bordo. Marcianito Molestón empezó a preocuparse cuando, al cabo de un rato, vio que el transbordador no despegaba.
-¡Eh! ¡Qué pasa! ¡Vámonos ya! -gritó Marcianito Molestón.
El comandante en persona se acercó a ver a Marcianito Molestón y le dijo:
-Distinguido pasajero, siento comunicarle que el vuelo a La Tierra se ha cancelado. Le devolveremos el dinero y le daremos, además, una compensación por las molestias.
Marcianito Molestón se fue refunfuñando. Pero cuál fue su sorpresa al ver que, tras cobrar su dinero, una marea de gente se subía en estampida al transbordador.
-¡Eh! Yo también quiero ir -dijo gritando Marcianito Protestón
-Lo siento señor, ya no quedan billetes -le dijeron en la ventanilla donde despachaban los pasajes.
-Pero si hace un momento se ha cancelado el vuelo -dijo Marcianito Molestón.
-Toda esa gente hacía cola para el siguiente vuelo -le dijeron.
-¿Por qué?
-Porque nadie quiere volar con usted y la compañía no está dispuesta a poner un vuelo para un solo pasajero.
Marcianito Molestón se quedó desolado.
-Eso significa que no podré salir nunca de aquí -dijo.
-Sí, señor. Nadie volará con usted y ningún transbordador saldrá solo con un pasajero.
-¿Qué puedo hacer? -lloró Marcianito Molestón, mientras veía cómo todo el mundo a su alrededor se iba y cómo todas las tiendas y cafeterías cerraban al ver que se acercaba.
Furioso, Marcianito Molestón gritó:
-¡Voy a molestaros a todos hasta que me saquéis de aquí!
-Yo le llevo, señor -dijo un joven piloto que se le acercó.
-Está bien, pero lejos, no quiero volver a ver a esta gentuza en mi vida.
-Descuide, no volverá a ver a nadie.
El joven piloto llevó a Marcianito Molestón a un planeta muy lejano. Aterrizó sin hacer ruido para no despertarle y sin hacer ruido lo bajó. Después, se marchó.
Cuando se despertó, Marcianito Molestón estaba completamente solo en un planeta desierto. Solo había una nota que decía:
-Aquí ya no podrás molestar a nadie.
Marcianito Molestón lloró y lloró, pero nadie le oyó. Tras llorar varios días seguidos, Marcianito Molestón se dio cuenta de que tenía que seguir adelante, así que empezó a caminar, a ver si encontraba algún lugar donde vivir.
Meses después el piloto que lo llevó volvió por allí.
-¿Has aprendido la lección?
-Sí, la he aprendido. ¿Me sacas de aquí?
El piloto se llevó a Marcianito Molestón de allí. Desde entonces, Marcianito Molestón es amable y considerado con todos y ha descubierto que así no solo hace felices a los demás, sino que también él está mucho más alegre y contento.
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