De mi nacimiento hasta mis veinte años
(1979- 2000)
Tú no te imaginas lo que es la soledad, ese sentimiento que te hace volver al ayer y que te arrancan lágrimas en la sangre que te hace huir por las fachadas de la ciudad y que te pone mordaza en las palabras. Mordaza porque siempre sin querer te va dictando tristeza en el aliento. Mi nombre es René Rivera Hernández tengo veintitres años estoy estudiando preparatoria abierta y me gusta la literatura. Fui el tercer hijo. Mi madre en su primer embarazo tuvo mala suerte, debido a que su bebé nació muerto. Mi padre no sabía porque a mi madre se le había presentado complicaciones.. A pesar de eso, mi mamá se volvió a embarazar. Ella me contaba que esperaba con ilusiones a su segundo hijo. El embarazo llegó a los siete meses. Fueron a Usulután, en esa tierra había nacido mi padre. Se temía que mamá volviera a abortar. El sueño mortal, más significativo de ese tiempo, ocurrió una semana antes de que naciera mi hermanita. En Usulután la gente tiene la costumbre de pensar que los sueños tienen significados. Por ejemplo si uno sueña que se esta casando quiere decir que alguno de su familia o conocidos va a morir o sufrirá un accidente. El gato negro que se presenta en forma de regalo de alguien en un sueño, o cualquier cosa de ese color significa muerte. Es por eso que a esos sueños los guanacos, principalmente los usulutecos les llamamos sueños premonitorios o mortales. Uno de esos sueños asalto a mi madre. Ella soñó que en un patio se encontraba una niña de piel negra, como de cuatro años, jugando una muñeca. La niña decía mamá, mi padre le comentó a mi madre: esa niña no es tuya debe de ser de otro. Mi madre defendía a esa niña y al final del sueño la niña llevó a mi madre a una playa y le dijo: mamá esta playa es mi vida, quisiera que me acompañarás. Mi madre le decía: hijita linda porque deseas ir allá- Allá esta Diosito- luego despertó. Mi segunda hermana, a las tres semanas de aquel sueño, nació. Mi madre no tuvo tiempo de ir a la capital del departamento y se quedó en jiquilisco. Desgraciadamente aquel sueño fue profético. Mi hermana nació muerta, la partera dijo que tenía tres días de haber muerto. Bajo esas circunstancias mi padre volvió a viajar a la capital del país, llevándose a mi madre a un hospital. El doctor le receto unas pastillas para que su matriz pudiera resistir un tercer embarazó. A los cinco meses mi madre volvió a embarazarse. Mi mamá deseaba tener niña, para consolarse de las dos que había perdido. Mi padre deseaba el varón, al final gano el segundo. Nací en el 3 de agosto de l979 a las 11:45 de la mañana, en Usulután. Mis padres fueron: María Enriqueta Hernández Español y René Antonio Rivera Gómez, mi abuela materna fue Catalina Español y Juan Hernández de Cabañas, mis abuelos paternos fueron: Fidel Rivera, Ana Sofía Gómez Yánez. A mi madre le tuvieron que practicar cesaría ya que mi cabeza no salía de su vientre. Ese día mi padre por un error no llevo la ropa con el que iban a vestirme., Por lo cual me envolvieron con una bata. No nací en un hospital, ya que como lo dije antes, en el departamento el Usulután no hay hospital, sino en la casa de una bruja, que hacía de partera. ( A mi madre no le dio tiempo de ir a la capital y los doctores que había en San salvador cobraban muy caro).Tenía dos años cuando mi padre comento que deseaba ir hacía los Estados Unidos, mi madre se opuso. Mi tío Rafa estuvo un tiempo trabajando allá y había ganado muchos dólares. La hija de mi tío deseaba ir para México. Recuerdo que tanto era el amor por México que a pesar de que no muy se llevaba con mi madre quiso ser su amiga. Tía será que mi tío René podrá llevarme a México, allá es bonita la vida, como lo sabes, decía mi madre. Por las películas, ya me imagino a la gente con sus sombreros de charros y sus pistolas. ¡ Ah! Los mexicanos cuando quieren gritan igual a Jorge Negrete. Sueñas hija, México es como cualquier país no tiene nada de especial. Mi prima poseía una curiosidad muy grande hacía todos los países Para que se le quitara lo preguntona mi padre decidió que nos acompañara a México, pero unos días antes de que se fuera con nosotros, me tiro al lodo y mi madre lo regaño bien feo. La niñita se asusto tanto que no quiso venir con nosotros. En 1982 mis papas se vinieron a Chiapas. Tuvieron que pasar como seis meses para que nos enteráramos que estaban haciendo una nueva colonia por el norte de la ciudad. En esa época el terreno donde ahora se levanta mi humilde casa era puro barranco, por lo cual mi madre empezó a tirar la basura cortar el monte deberes que nunca asumió el verdadero jefe de la casa, mi padre. La colonia Nueva Reforma( al pasar el tiempo se le quito el de nueva) era de una dueña. La policía nos tenia amenazados de que tarde o temprano nos iba a sacar. Los colonos nos citaban en el palacio municipal para arreglar nuestra situación. La dueña no deseaba vender los terrenos porque esos habían sido de su hermano, que había muerto, por consiguiente el único que tenía derecho para esos terrenos era el hijo del dueño. El Hijo del dueño era un niño de tres años de edad. La tía del menor presenta ante las autoridades al niño, los colonos sé inconformaron y se armó un zafarrancho( pleito) en el cual tuvo que intervenir la policial al cabo de un año y medio de gestiones jurídicas las autoridades habían resuelto que los terrenos de la colonia Nueva Reforma fueran quitados, pero la dueña cambió de opinión y decidió que las cosas siguieran como estaban. A lo largo de cinco años( algunos hasta más) le estuvimos pagando a la dueña por los terrenos. Mi mamá salía a lavar y a planchar mientras él se quedaba en la casa. Ella me llevaba, ya que no tenía con quien dejarme. En 1986 nos nacionalizamos y mi papá entro a trabajar en la policía de Chiapas, creo que en ese tiempo estaba de presidente Juan Sabines Gutiérrez. La primera quincena y la segunda se lo quedaron a deber. Cuando llegó la tercera y la cuarta no quiso gastar su dinero, ya que estaba ahorrando para comprar su modular. Mi padre era una persona muy imprudente. Total en la quinta quincena se compra un modular, pero poco le aguanto el gusto. Resulta que un día mi madre fue a ver las tortillas y le dijo a un señor de apellido Aguilar que cuidara de la casa cosa que no hizo. Este señor se encontraba arreglando la maya de nuestra casa, y apenas vio el modular de mi padre se lo robo. Este hecho esta documentado en un periódico, cuyo encabezado reza más o menos así “ Le robaron su modular al Tamarindo”. ( En el estado de Chiapas- México, antiguamente a los policías lo apodaban tamarindos. Un periodista chiapaneco, muy famoso de aquel tiempo, que le decían Fhar, junto con el agente del ministerio público, tomó parte en dicha averiguación. Por más escándalo que hizo mi papá, su famoso modular ya no lo volvió a ver.) Mi padre trabajo como cuatro años de policía. Mi madre lavaba y planchaba por la colonia El retiro y Las palmas, si te das cuenta en esas colonias viven puros millonarios, por consiguiente esas gentes eran y siguen siendo muy delicadas. Cuando mi madre llegaba le decían: puedes pasar pero que tu hijo se quede en el jardín no vaya a ensuciar con sus manotas puercas mi piso. Mi madre le decía: no se preocupe señora, mi hijo lo tengo bien aseado- de todos modos que no pase de mi jardín- Recuerdo Que tenía como tres o cuatro años cuando una señora me quito una piedra que estaba jugando. Resulta que estaba en el jardín, me había cansado de gatear, por lo cual hice un hoyo pequeño a un lado de la puerta de la calle, no era en pleno jardín, aunque después hayan dicho todo lo contrario. La señora se molesto mucho y me tiro mi piedra. Le dijo a mi madre que me tiro la piedra porque estaba yo haciendo destrozos en su jardín. Eso paso en la colonia Las Palmas. Ese incidente no fue nada comparado con lo que me paso en la colonia El Retiro. Resulta que estaba yo gateando en el jardín, cuando vi a un niño de seis años que traía en la mano una especie de caja negra cuadrada, lo que más me llamo la atención fue que el niño estaba siguiendo un carrito que caminaba sólo. Los carritos que mi madre me había comprado no caminaban solos, además eran más pequeños. Decidí tocar aquel juguete por curiosidad y el niño empezó a llorar. Salió El abuelo del güiro (niño) y me desnudo la espalda. Pude ver que se desabrocho el cinturón y comenzó a azotar mi espalda con ese cinturón. Las cicatrices de mi espalda con el paso de los años sanaron, pero las mi corazón todavía está ahí. Mi madre me empezó a dejarme con sus amigas, mi padre aprovecho esta situación para seducir a mis niñeras. No se preocupaba por encontrar trabajo y seguía viviendo a costillas de mi madre. Mamá volvió a llevarme con ella ya que no confiaba mucho en sus amigas. Una vez que mi madre no encontró trabajo llego temprano a la casa y encontró a mi padre en brazos de su amante. Para acabarla de amolar una tarde se le presento a mi mamá un licenciado y la amenazo. Resulta que mi padre saco embarazada a la hermana de este. Su hermana se llamaba Lidia Rodas. En aquella ocasión se hallaban de visita en mi casa unos paisanos. Al ver que El hermano de la tal Lidia amenazaba a mi madre los salvadoreños sacaron machetes y patas para que las quiera, el Licenciado salió como alma que lleva el diablo. Fue en ese mismo año que un día salí a la calle y un muchacho de 17 años me atropella. La mamá de este joven llega a reclamarle a mi madre- Usted no sabe cuidar a su hijo- señora, estoy trabajando, soy gente pobre- a mi no me venga con sermones, mi esposo y yo no pagaremos las consecuencias- Su hijo es el responsable, ustedes lo dejaron manejar siendo que aún no tiene la capacidad para hacerlo- Mi madre no sabía que hacer. Por lo cual habló con un licenciado, el cual le dijo que necesariamente la familia del muchacho tendría que pagar mi hospitalización, ya que es un delito que un menor de edad maneje y peor aún en estado de ebriedad. La madre del joven no quería dar marcha atrás, pero el padre que trabajaba como comerciante le dio el dinero a mi madre para pagar mi hospitalización. Cuando salí del estado de coma tuve una crisis ya que al no ver a mi madre empecé a gritar. Las enfermeras me ofrecían dulces para que me callare, dulces que nunca me dieron. En pleno uso de mis facultades mentales no alcanzaba a distinguir muy bien la angustia de mi madre. Debido a que no la dejaban pasar, los doctores me daban pastillas para dormir y los días se me hacían cortos. A l otro día de mi accidente mi madre busca a mi papá para informarle de lo que había sucedido. Durante mi convalecencia sólo vi que mi padre estuvo una vez en mi cuarto. La mayor parte mi madre me atendió. Mi mamá dejó encargado para que cuidara de mi casa a don José, nuestro vecino. Ella todas las tardes dejaba prendida la luz para que la gente que pasará se diera cuenta que hay gente. Esto lo hacía con la finalidad de que no le robaran el único objeto de valor que teníamos en ese tiempo y que era un televisor blanco y negro. Estuve hospitalizado durante dos meses. En ese año mi casa se incendio y ahora se cree que una de las amantes de mi padre fue la causante. A pesar de tantas cosas mis padres siguieron juntos pero mi mamá nunca volvió a confiar en él. Mi padre seguía engañando a la autora de mis días. Mi papá llegó una noche con una pistola y con lujo de violencia se llevo el televisor blanco y negro junto con cien mil pesos. La televisión era para los hijos de su amante y los cien mil pesos fueron para pagar el enganche de un terreno que le compro a la señora con quien vivía. Ese televisor era mi única diversión. Cada noche mi madre podía ver su noticia y por la tarde podía ver mi caricatura. Recuerdo que me gustaba mucho ver He Man, y Los amos del universo. Nunca olvidaré que todos los miércoles a las cinco de la tarde pasaban la caricatura de Mazinger Z, el señor Jasil, tratando de inventar robot para acabar con el magnifico Mazinger. Tom y Jerry, Los pitufos, aunque estas dos últimas caricaturas no era mis preferidas. La última vez que vino mi padre, me compro una televisión pequeña, eso fue porque le debían y estaba viviendo en mi casa y mi madre le lavaba la ropa gratis, no fue por ningún gesto de cariño, pero para esto ya habían pasado 12 años. Doce largos años en que me juntaba con cualquiera para ver mis caricaturas. Recuerdo que les decía yo a las patronas: puedo encender su televisión, para ver mis figuritas. Había tardes en que me sentía triste porque los patrones de mi madre, me decían: tú no eres nadie para venirme a mandar a mi casa. Sólo eres el hijo de una lavandera, no vales nada, y por consiguiente te prohíbo que te acerque a la sala, mis hijos son personas finas no quiero que sean amigos de ti. Cuando miraba a los niños sentados en una sala alfombrada, con aire acondicionado, prendiendo y apagando sus televisiones de control remoto a color, viendo televisión por cable, suspiraba. Pero suspiraba porque sabía que ellos se estaban divirtiendo, mientras que yo permanecía pegado a la puerta ( porque la patrona cerraba la puerta debido a que había veces que entraba) escuchando. Era igual que un animalito. Recuerdo que iba a buscar a mi madre que estaba lavando y le decía: ¿ Porque la patrona se enoja? Cómo quisiera que me abrieran la puerta y me dejaran ver mis caricaturas. Mi pobre madre me quedaba mirando- Déjalo hijito, esta gente rica, cree que cuando se mueran van a llevar a la tumba sus televisiones- Mamita, ¿ Acaso es malo lo que estoy pidiendo?- Recuerda que sí nos ven menos es porque ellos son menos que nosotros, porque cada persona es valiosa, además Dios siempre esta con los humildes- En aquel tiempo no entendí las palabras de mi madre y sólo pensaba: ¿ Cuándo iba yo a tener una televisión, me conformaba con una pequeña tan siquiera para divertirme?. La costumbre de mi padre era irse durante tres o cuatro meses con sus amantes y luego regresar. Fue en uno de esas separaciones cuando mi madre buscó al Licenciado Jorge Zapata, para que le aconsejara. Zapata le dijo que se divorciara de mi padre. En el momento en que Mandaron a llamar a René Antonio Rivera Gómez, por medio de un citatorio el no accedió. Por lo cual Jorge Zapata lo cito mediante un juez para que se volviera a presentar en el palacio de justicia. Mi padre en el palacio de justicia hizo una escena de lo más detestable todo con tal de no divorciarse. Recuerdo que delante de mi madre y de mí, se hincó y pidió perdón. Prometió que nunca iba a volver a engañar a mi madre pero no cumplió su promesa ya que meses después, le habló por teléfono a mi madre, ( cuando dijo le hablo por teléfono, me refiero que mi mamá algunas veces le pasaban la llamada su patrona, ya que nosotros nunca tuvimos teléfono) diciéndole que ya se iba de todo. Cosa que no fue cierta debido a que en el año de 1993 volvió a nuestra casa porque la mujer con la que vivía le paso el amante en la cara. Pero en esa ocasión sólo permaneció tres meses y después ya nunca volvió a poner un píe en la casa. Pero regresando un poco atrás, durante un año y medio mi padre me pasaba una pensión, no sólo a mí sino también a mi hermana, la hija de Lidia Morales. Cuando dejó de pensionarme mi madre no hizo nada pero los hermanos de Lidia,( la anterior amante de mi padre) que eran Licenciado en derecho Jurídico, utilizaron su sabiduría para encarcelar a René. Mi papá logró salir de la cárcel gracias a que había guardado una copia del acta de matrimonio con el que mi madre se caso con él. A mí me dolió mucho la separación de mis progenitores pero nada podía yo hacer. Papá busco trabajo de checador de combis y después de pintor de brocha gorda luego se decepciono. Mi padre estuvo de amante de una mujer que se llamaba Antonia, después de Mercedes, de Lupe, Cristina, entre otras. Era obvió que mi padre trataba de llenar su vacío existencial basándose en conquistas amorosas que lo hacían sentirse más solo. ¿ En que baso mi opinión? Me ha bastado leer algunas obras de sicología para analizar el comportamiento de René A. Rivera Gómez. Mi padre después de esos trabajos antes mencionados, se dedica al comercio. Su centro de operaciones se ubicaba (entre semana) una cuadra antes de llegar al antiguo Mercado de los Ancianos. Oí que una vez comento que a pesar de que al principio le fue mal sacaba apenas para el alimento del día. Al principio no trabajaba los domingos pero después decidió laborar los domingos de 6 de la mañana a una de la tarde. Recuerdo que lo llegue a verlo como dos veces. Ponía su puesto en el parque de la colonia Patria Nueva. Después decidió irse a las colonias a vender; algunas veces lo acompañaba. Al decir colonias me refiero a rancherías de Chiapa de Corzo ( al referirme a Chiapa de Corzo habló de un municipio de Chiapas, Chiapas a su vez integra uno de los 31 estados de los Estados Unidos Mexicanos) también visitaba colonias del municipio de Villa Flores. Recuerdo a Roblada, Velasco Suárez, Ignacio Allende, América Libre, Guadalupe Victoria, Salvador Urbina, Rivera las Flechas, Rivera de Copia, Palestina, entre otras. Hubo Un tiempo que no sólo vendía ropa sino también medicina naturalista. Cuento esto a manera de dato, él ya no se volvió a preocupar por mí, creo que a mi padre nunca le importe. Digo esto porque aún siendo adulto no he logrado comprender la inmadurez que siempre lo caracterizo¿ Cómo una persona pudo actuar de manera tan incongruente durante toda su vida? A veces he pensado que la culpa de todos sus errores lo tuvo su ignorancia. Mi padre nunca estudió con la luz de la razón cada proyecto de su vida. Después de todo yo no soy nadie para juzgar los actos de mis progenitores, aunque él no supo ser un buen padre, debo de sacar una lección de todo eso para no ser igual que él. Pasando a otro asunto de mi vida, tenía como siete años cuando mi casa sufrió una inundación y como era de embarre sé cayo. Se tenía el proyecto de volver a hacer la casa de embarre pero mi madre dijo que otra vez se iba a caer. Tuvimos que pedir posada durante un año. Ese año fue un verdadero infierno para mí. Cada vez que los patrones habían tenido un mal día, se la cargaban conmigo. Todos los sábados eran verdaderas fiestas que hacían y a mí me tenían de mandadero. La señora de la casa les decía a su nietos: Échale agua a ese maldito huevon ( flojo, haragán, que no le gusta trabajar y sólo anda acostado en la cama) hijo de tu... sal de tu cuarto, tienen que desquitar lo que tragan en mi casa. Recuerdo que estaba yo comiendo cuando sus nietas que estaban nadando en la alberca salieron y se dirigieron a mi cuarto. Cuando estuvieron cerca de la ventana me echaron agua. Aquella acción me pareció de lo más indignante, pero tenía que aguantar. Con las lágrimas en mis ojos les fui a comprar sus rejas de cerveza y de agua mineral. Después me mandaron a la tienda a comprarle papas fritas y Coca Cola. Quería huir pero no podía. Mi padre no se preocupo por nosotros y una vez me vi forzado a ir a dormir en la casa de la amante de René A. Rivera. La amante de mi padre no le gusto la idea, aunque ese día fue un poco feliz para mí. El tormento que vivía yo, en la casa de los patrones de mi mamá era tan grande, que opaca los malos sentimientos de mi madrastra. Mi casa ya había sido terminada sólo faltaban las puertas. Nadie nos ayudo en ese aspecto y tuvimos que ir a solicitar apoyo con las iglesias protestantes de Tuxtla. Un desconocido nos dio dos puertas viejas. Ya me urgía pasarme a mi casa pero la puerta ( en el tiempo que estoy narrando, la puerta ya había sido colocada, gracias al favor que nos hizo, un herrero de la colonia Albania Baja) le faltaba ponerle los vidrios. Los sábados mi madre y yo, nos íbamos a dormir a nuestra casa. Le poníamos cartón y varías sabanas a las ventanas, un viejito tiempo atrás, nos regalo una cama, que lo tendíamos en medio del cuarto. No había nada más reconfortante que dormir en una casa, donde se respiraba tranquilidad. Era un paraíso, pero el despertar era terrible, porque el domingo por la tarde mi mamá y yo, volveríamos a esa casa maldita. A esa casa donde imperaba los malos tratos y el odio, en una constante guerra, donde mi silenció era mi mejor aliado. Silenció al oír las mentadas de madre que tenía que sufrir la autora de mis días, silenció al sentir sobre mi cuerpo golpes y consumirme mi alma entre las llamas de la indignación y los desprecios. Silenció al caminar entre espinas y morderme los labios para que no estallara mi cólera y los fulminará. Pero comprendí que aunque hayamos pasado la más terrible de todas las tormentas, necesariamente tendrá que salir un arco iris, lleno de luz, que vuelva a sembrar de alegría el corazón. Ese arco iris llegó a mi vida a la edad de 12 años, cuando finalmente mi madre y un su servidor nos pasamos definitivamente a nuestra casa. Todavía nosotros teníamos el ropero y la mesa y esa vieja mesa que a finales de 1998 se rompió. Me acuerdo de una toalla que decía Ray Ovac, en la que aparecía un dibujo de un rey secándose la espalda con un trapo. La toalla esa era mi preferida. Cuando contaba con 3 años mi madre siempre me secaba la espalda con ella. Viene a mi memoria los gritos que pegaba cuando mi madre me pasaba una toalla amarilla en la cual tenía bordado la palabra ella y él. Yo le decía a mi mamá: no quiero esta toalla dame la blanca, esa que dice Ray Ovac. A veces tiraba esa toalla amarilla que me caía como patada al hígado. Después de que la casa de embarre, donde nosotros vivíamos se cayo. El ropero, tocador y toda nuestras sabanas y ropa fueron depositadas con un vecino. Durante el tiempo que estuvimos pidiendo posada sólo tenía lo indispensable. Aquella toalla quedó olvidada en un viejo cuarto oscuro. Meses después fue sacada por uno de los hijos del vecino y se empezó a limpiar en ella. A pesar de ser menor de edad me di cuenta de esa situación y se lo hice saber a mi madre. En ese momento pensé que podría recuperar esa toalla que tanto me gusta, pero desgraciadamente mi pobre madre no estaba en posición de reclamar nada, ya que esa gente le estaba haciendo el favor de guardar sus cosas, sin cobrarle ningún centavo. Todavía cuando nos pasamos a nuestra casa intente quitarles esa toalla pero luego me arrepentí y se los deje. Creo que la única toalla que se quedó conmigo es aquella que siempre me desagradaba, la amarilla. Cuando tenía diez años herede el carácter de mi prima debido a que siempre le estaba preguntando a mi mamá cosas que ella no sabía. Recuerdo que le decía: mamá dime ¿Por qué no soy propietario de unas alas? Me gustaría ser como el humo desvanecerme ¿Porqué no lo puedo hacer?. Ella me decía no digas tonterías. A los 12 años me gustaba mirar al cielo y me imaginaba otros mundos. Mi madre me decía que cada estrella representa a todas las personas muertas. En ese entonces se me había metido la idea de ser astronauta, pero después deseche ese pensamiento. Mamá comenzó a trabajar por la carretera a Villa Flores, ahí lo contrataron por espacio de cuatro meses. Lo contrató una maestra llamada Elsa. Resulta que una semana le tocaba hacer el aseo en casa de doña Elsa y la otra en casa de su hermana. Recuerdo que doña Elsa tenía a un hijo llamado Raúl. Las pocas veces que acompañe a mi madre a su trabajo, Raúl, me invitaba a jugar. La hermana de doña Elsa no pudo tener hijos. Vivía con su esposo y sus tres niñas. La casa de la hermana de doña Elsa era más lujosa, ya que su esposo era gerente de una empresa. Doña Elsa era maestra en sicología, su marido era un muchacho de escasos recursos económicos, pero a pesar de eso lo llego a querer. El esposo de doña Elsa era el clásico Otelo, según ella le contó a mi madre, ya que le prohibió que dejara de ser maestra y que se dedicara en cuerpo y alma a ser ama de casa. Aun cuando doña Elsa estaba todo el día en su casa, su marido seguía con sus celos enfermizos. Doña Elsa empezó a vender garnachas y tacos para sostenerse. Más tarde logro un capital importante y lo invirtió en un restaurante, que después en unión con el negocio que tenía su hermana logro tener un ingreso que le permitió sobrevivir y darle un mejor futuro a su hijo. Pero su marido continuaba desconfiando de su cariño. Los celos siempre son sinónimos de desconfianza, decía ella. Una vez doña Elsa se le ocurrió venir temprano ya que tenía una junta, en la escuela de su hijo y que va encontrando a su marido revolcándose en su cama con otra mujer. Todo esto que les narro lo escuché de sus labios. Claro que en ese entonces era yo pequeño y muchos detalles se me escaparon, pero años después mi madre corrobora algunos detalles que escasamente recordaba. Doña Elsa vivía sola con su hijo, ya que debido al engaño de su marido se divorcio de él. Ella le contaba a mi madre que al principio le dio miedo ya que dos veces intentaron entrarla a violar, pero doña Elsa cuando escucho el ruido de pasos decidió a ventar tres tiros y los violadores salieron corriendo. Por este incidente se consiguió 4 perros raza doberman, para que le cuidaran la casa. Yo nunca me acerque a esos perros, mi madre era la encargada de darles de comer. Doña Elsa, por las tardes se iba a vender y dejaba a mi madre al cuidado de sus casas. Raúl tenía 10 años y yo 6 y medio. Le gustaba mucho desayunar con cereales y a veces se tomaba un vaso de chocomilk. Las pocas veces que llegue doña Elsa me hacía que yo comiera en su mesa y se portaba muy amable conmigo. Mi madre de lunes a viernes salía a las 8 de la noche y los sábados salía a las cuatro de la tarde. Un sábado, no te sabría decir la fecha, mi mamá y yo paseamos por ahí. La casa de doña Elsa esta sobre la carretera a Villa Flores. Abajo esta un fraccionamiento que le dicen Los Venados, después una colonia llamada Juárez. Viene a mi memoria una escuela de Educación especial instalado en el fraccionamiento Los Venados. Las casas de Los Venados son como pequeñas zonas residenciales, pero hay algunas que son de clase media. Los Vendaos se encontraban rumbo al oriente de donde trabajaba mi madre, al igual que la colonia Juárez. Aunque geográficamente esa zona era el lado sur de la ciudad. A mano derecha o sea al poniente se encontraba el barrio de San Francisco. Eso eran los lugares circunvecinos que rodeaban la casa donde prestaba su servicio mi santa madrecita. Actualmente hay un taller mecánico y el supermercado que se encontraba enfrente ya no existe. Es más había un pequeño monte donde las personas tiraban basura y hasta perros muertos. Cinco años después que mi madre salió de trabajar, el municipio prohibió que tirarán basura. Ese monte actualmente ya es historia, en su lugar esta las oficinas donde se paga el agua. A mi mamá siempre lo mandaban haber las tortillas ( la tortillería estaba en la colonia Juárez, ahora esa misma tortillería se instalo en la novena norte) a las dos de la tarde ya que en casa de doña Elsa se comía a esa hora. Su hermana, su cuñado y sus sobrinas no tenían hora para comer. El cuñado de doña Elsa comía a las 4 de la tarde sus hijas a la una y su hermana, ya sea que esperará a su marido o comiera con sus hijas. El trabajo de mi madre consistía en lavar, planchar, hacer la comida y como les dije antes cuidar a los niños. Esta tarea se repetía tanto en una como en otra casa. Mamá me decía que en casa de la hermana de doña Elsa, el trabajo se complicaba más ya que eran más miembros. Doña Elsa y su hermana deseaban ampliar más su cenaduría razón por la que despidieron a mi madre antes de los cuatro meses establecidos. Mi madre busca trabajo en casa de don Epifanio. La casa de ese hombre tenía decorados muy arcaicos. Vivía con doña francisca, quien era su mujer y con un hijo de treinta años que estaba divorciado. Todos los sábados los nietos de don Epifanio llegaban a ver a su papá, ya que la ley mexicana establece que los hijos de padres divorciados, si la tutela queda en manos de la madre, cada fin de semana el padre tiene derecho de visitar o de que lo visiten sus hijos. Eso era lo que pasaba con los nietos de Epifanio. Cada vez que venían restaban una película ya sea caricatura o de ciencia-ficción y se ponían a verla. En ese tiempo todavía acompañaba a mi madre en su trabajo. Cuando ella estaba haciendo cualquier tarea domestica, acostumbraba estar a un lado de ella. Como niño me gustaba ver las caricaturas, por eso me sentía feliz cuando los nietos de don Epifanio ponían películas. Desgraciadamente a ellos no les agradaba mi presencia y me decían: tu mamá te llama- llegue a darme cuenta que era un pretexto para sacarme de la habitación. Mi madre se dio cuenta de que me trataban mal, entonces se quejó con doña Francisca. La buena mujer le regaño a sus nietos quienes de vez en cuando me dejaban ver una que otra caricatura. El viejo Epifanio me puso el apodo de Patachete y me hacía burla con unos albañiles que estaban trabajando a lado de su casa. Mi madre tuvo fuertes discusiones con ese viejo maldito. Una vez me llamo para que yo le bajara los pantalones yo obedecí. Un niño no tiene maldad en su corazón, no podía adivinar cual eran sus perversas intenciones. Me hizo que yo le bajara la trusa y..- Dale una mamada y te invito una sabrita( marca de papas fritas) y un refresco- me dijo. Por fortuna mi madre, antes de que se lo hiciera al viejo, se le ocurrió irle a preguntar algo y que va viendo aquella escena. Cómo imaginaran el viejo se puso bien enojado y le mentó su diez de mayo, a la autora de mis días.- Ven hijito ¿Te hizo algo este viejo?- Yo le comente a mi madre que me había ofrecido una sabrita y un refresco si le ensalivara su pené.- No necesita mi hijo, de ningún viejo pendejo y depravado toma, para tu sabrita y tu refresco, para eso tu madre trabaja, para cumplirte cualquier antojo- Mi madre le dijo que lo iba a acusar con su esposa pero el viejo comento: Nadie te creerá, será mejor que te largues de mi casa india estúpida- y desgraciadamente tenía razón, doña Francisca no le creyó a mi madre, por consiguiente para evitar más problemas nos fuimos de aquella casa. Cuando entre a cuarto año de primaria, fui alumno de la maestra Alma. Esto lo cuento porque cuando estuve tratando de recordar mi niñez se me olvido mencionar esta parte de mi vida. Como toda biografía, pienso que ninguna parte por más insignificante que parezca se debe de escapar. En el salón de la maestra Alma, había una niña que me gustaba molestar recuerdo que llevaba el nombre de Rosario, pero la que me llamaba la atención era Roxana Yasmín Zambrano Nampula. En ese ciclo escolar Mi mejor amigo era Francisco Javier Calderón Mejía, le decían el conejo ya que tenia dos dientes muy grandes. Había un niño que siempre nos molestaba su nombre era Hugo Damián Ruiz López. Al principió Hugo le quebró la regla de madera de mi amigo y me rayaba mis cuadernos. Después no me aguante y le daba una santa arrastrada que ni Dios padre lo libraba. Me acuerdo que una vez me encontré a la maestra Alma, quien me comentó que la conducta de Hugo Damián, obedecía a que su padrastro lo maltrataba mucho y su madre lo consentía. Por consiguiente toda ese coraje que reprimía en su casa, lo expulsaba en la escuela, peleando con sus compañeros de clases. En el quinto año Hugo se subió en una varilla que cruzaba todo el salón. En esa varilla intento cruzar todo el salón como si se tratará de un pasamanos. Pero cayó encima de un garrafón de cristal debido a esto, pienso que por vergüenza se salió de la escuela. Se salió pero se metió en otra escuela, ya que deseaba terminar su quinto año. Hugo lo volví a encontrar, cuando yo cursaba el sexto. Resulta que una tarde a mediados del ciclo escolar el maestro anunció que Hugo regresaría al salón. Se me olvidaba comentar que el profesor que me dio clases en quinto, me impartió también clases en el sexto de primaria. Era un maestro muy bueno, su nombre era Tecsas Rodríguez Mandariaga. Él decía que su nombre era de origen náhuatl. En los dos años que estuve recibiendo clases en su salón, tuve la oportunidad de destacarme como uno de los alumnos más brillantes de su salón. A escala varonil ocupe el primer lugar en cuanto a aprovechamiento. Claro esta que en la lista general era yo el tercer alumno de más alto promedio. La primera era Claudia Camacho Solís, seguida de Gabriela Alejandra Zambrano Caballero. Mi amigo Francisco Javier Calderón Mejía, había reprobado por consiguiente el quinto año lo curso en otra escuela. Estando en sexto año se incorporo nuevamente a mi escuela. Yo le decía que si había reprobado el quinto y él me respondía que era la primera vez que estaba en ese año. En ese ciclo escolar nuestra amistad ya no era como antes ya que teníamos intereses muy opuestos y además él me robó el amor de una chica. Nunca le guarde resentimiento, de vez en cuando jugábamos balompié. Recuerdo que en ese año estaba de moda una caricatura japonesa, donde salían varios jugadores de fútbol. Esa caricatura nos gustaba a Francisco y a mí. Cada vez que él traía su balón el presumía ser Oliver Ato. En quinto y sexto me gustaba jugar a los tazos, eran unas ruedas que se colocaban unas encima de las otras. Recuerdo que un niño que le decían Rudo junto con Aldo Giovanni, me ganaba todos mis tazos. En las bolsas de cheetos venían los tazos de los looney tone, Caballeros del Zodiaco. Recuerdo que los tazos simples eran verdes por la parte de atrás, los súper tazos eran rojos y los mega tazos rosas. El mega tazo valía más. También me gustaba coleccionar la estampas de los Caballeros, me fascinaba Shiru “ El Dragón “, ikky, “ EL Ave Fénix”, Yoga” El Cisne”, “Pegaso” Shon “ Andromeda” Shaka de Virgo, Penrril de Orioto, Vian El Caballo Marino, Aldebarán de Tauro, Hagen de Berac, con su dorada armadura de Beta, entre otros. Un niño llamado Ramón Genaro se ponía a jugar conmigo a los Caballeros del Zodiaco. El cursaba el quinto año y entre otro niño de nombre Cristian lo perseguíamos por toda la escuela. En ese tiempo salieron unas estampas de luchadores. En vez de gastar mi dinero en algo de comer todo se me iba en las estampas. En esas estampas venía El mil máscaras, Tinieblas, El Hijo de Tinieblas, que en esos años se hacía llamar Tinieblas Júnior, Alushe “ El Duende Maya “. No logre llenar mi álbum ya que me hicieron falta como tres o cuatro estampas. Después salió el álbum de los amigos Disney, tampoco lo pude llenar. Mis compañeros se la pasaban comprando estampas y en el recreo jugaban a la botella o sino a la semana inglesa. Me hubiera gustado jugar a la semana inglesa, debido a que me gustaba un poco una niña que se llamaba Gabriela Alejandra Zambrano Caballero. Ese juego consistía en imponer castigos como una cachetada o un beso. Los besos se catalogaban como besos simples y besos ardientes. Los besos simples eran en la frente, pelo o mejilla, los besos ardientes( era el más alto castigo) eran besos de lengua o besos en la boca de 5 o 7 minutos. A muchos les gustaba jugar voleibol., otros básquetbol. El Luis y uno que le decían Juan Carlos y su servidor nos gustaba el fútbol soccer. El maestro tecsas nos colocaba a los más adelantados en la primera fila, que estaba junto a su escritorio. Yo tuve la ventaja de estar tres veces en la primera banca de la primera fila. Después, cuando entramos a sexto la mesa directiva compro una sillas de esas que le dicen tipo universitario. Siempre estuve en la primera fila, pero sólo una vez en la primera silla, de la primera fila. Tecsas utilizaba este método como una manera didáctica y psicológica, para que el alumno de más bajo rendimiento escolar, se sienta inferior y logre salir adelante. Puesto que con este método se hacía más notorio los adelantos que sufrían mis compañeros. El maestro siempre era bueno conmigo, hablaba bien de mí. Fue en ese entonces donde empecé a ser gala de mi capacidad para ser mejor. Me repetía a mí mismo que si fracasaba iba a volver a intentarlo, porque sólo aquel que logra vencer sus fracasos es el verdadero triunfador. Recuerdo que en una ocasión me puse a pelear con un niño que se llamaba Juan Carlos Duran. Resulta que una vez me rompió mi mochila y como me enoje tanto le dije que era una mierda, Juan Carlos cuando me escucho me dijo: no huyas ven si eres hombre. Fui y le escupí. La campana que anunciaba la salida me salvo. Me fui corriendo como alma que lleva el diablo. Juan Carlos me alcanzo y nos pusimos a pelear frente a su mamá. La madre de Juan Carlos vivía a una cuadra de la escuela y por eso ella estaba presente. Recuerdo que le dijo a su hijo: pégale si no le pegas te rompo la madre. Esto ocurrió en la novena norte frente a abarrotes La Guadalupana. Al otro día de ese pleito el Juan Carlos se burla de mí y me pone de apodo El Semáforo. Por suerte el maestro Miguel, de sexto año A, le dijo a Tecsas: ayer se estaban peleando dos alumnos tuyos, y lo peor era que la madre los animaba- ¿ Quienes?- Es el que esta frente a tu escritorio( me señalo a mí) y este pelón que esta aquí- El Juan Carlos y el René, ya me los voy a poner parejos-El maestro fue a hablar con la directora, quien mandó a llamar a nuestras respectivas mamás. Pasando aquel incidente, nuestro salón resulta seleccionado, para representar a la escuela, en un programa que se hacía en canal diez. El programa se llamaba Confeti. Esa vez la directora, Irma Molina Alvarado, escogió a los alumnos que iban a ir. Pero escogió mal. Entonces el maestro Tecsas le dijo a la directora que fuera Gabriela Alejandra y Claudia, junto con el quinto lugar de mejor aprovechamiento. El quinto lugar era yo. Lo que pasa es que la directora agarro a los de la última fila y a mí maestro se le hizo injusto ese procedimiento. Cómo lo explique antes los de la última fila eran los más atrasados, y los que más merecían ir eran los inteligentes. Afortunadamente logré mi pase para ir aquel día al programa. Los alumnos que resultaron seleccionados para asistir saldrán a las doce del día, dijo la directora. Ya que a las tres tendrán que estar en las instalaciones de canal diez. Estaba yo bien emocionado por estar en ese programa, me bañe pensando en todo lo que iba a ocurrir ese mágico día. Déjame recordar, mmm, serían como las tres y media o cuatro, cuando entramos a las instalaciones, donde nos esperaba el productor del programa. Las cámaras estaban listas, sólo faltaba que el producto diera la orden desde cabina. Al decir, comienzan las grabaciones, tres cámaras apuntan hacía un payaso gordo, llamado Pepinillo. Pepinillo en ese entonces trabajaba a lado de dos payasos, uno llamado Pomposo y otro que le decían Chipotín, “Armando Ozuna Bermúdez”. Este último payaso, seis meses después, de esta tarde que estoy narrando, quedo como titular de dicho programa. Aquella vez al entrar Pepinillo a escena y decir: buenos días, grite. A lo cual el payaso se acerco a mí y me puso el micrófono en la boca. ¿ Cómo dijiste? Se lo tuve que repetir. Chipotín y Pomposo le hicieron varías travesuras a Pepinillo. Nosotros nos reíamos de sus ocurrencias. Llego la hora de los concursos. Pomposo y Pepinillo pusieron una música y nosotros bailábamos mientras Chipotin quitaba una silla, para que cuando se acabara la música nos fuéramos a sentar y uno quedará sin silla. El que quedaba sin silla era descalificado y así hasta que quedará uno. Ese concurso yo lo gané. Mi premio fue un vale de descuento de farmacia del ahorro. Con ese vale logre comprar, a mitad de precio, una loción y un desodorante. Chipotin practicaba el arte de la globoflexia y me hizo un perro salchicha, el cual se lo llegue a presumir a mi mamá. En mi salón había una niña que me gustaba como novia, su nombre era Harumi Nagaya Arévalo. Era hija de un doctor una burguesiíta muy encantadora a la cual recuerdo con cariño. Siempre estaba a lado de su hermana Sayuri, con esos nombre es de suponerse que su papá era un admirador del arte oriental. Ahora no me explico porque estas dos niñas estudiaron en mi escuela, ya que pertenecían a una sociedad muy alta. Las escuelas que generalmente frecuentan la gente de alta sociedad en el estado donde vivo, son La Salle y El Tecnológico de Monterrey. Pero la cosa es que Sayurí y Harumi a pesar de su posición social a veces eran amables. En la secundaria cuando conocí a Miroslava Adalid, muchas veces comparaba a Harumi, con mi Miros. Por supuesto que con el tiempo llegue a discernir de que no había punto de comparación. Nunca le dije a Harumi que me gustaba, quizás era porque notaba que le gustaba más un niño llamado Aarón Vázquez Toledo. En el recreo jugaba con un niño de tercero que se llamaba Mario. A mi salón llegó un niño que me caía mal, su nombre era Juan Manuel Elizarraras Rosas. Presumía ser español, pero ni el acento tenía. Su papá era un alto funcionario de gobernación. Yo le decía: si es verdad que tú tienes mejores cosas que yo, porque no te vas a una escuela donde hay niños de paga. Se quedaba callado y me respondía: yo puedo irme donde se me pegue la gana y si quiero estar aquí es mi problema. Como se apellidaba Elizarraras, le decían elizasarras, después elí sasaras, ven y sanaras, por último mis compañeros le pusieron el apodo de “ El Doctor ”. En ese ciclo escolar me hice muy amigo de Ramón Genaro Téllez Chacon. Este muchacho le gustaba la cocaína. Vivía con su mamá y su padrastro el cual lo obligaba a trabajar en las calles como boleador. Ramón muchas veces por no llevar dinero se quedaba sin comer y trataba de llenarse con la cocaína ya que como él decía era para matar el hambre. Todo esto yo no lo sabía. Descubrí quien era cuando mi madre se le ocurrió invitarlo a casa. En ese tiempo él trabajaba como ayudante de fotógrafo. Mamá todos los miércoles tenía que lavar por la quinta norte. Frente a la escuela Francisco I Madero se lo encontró. Iba con una bicicleta y en los hombros cargaba un morral de tela negra.- Señora, las fotografías de la graduación de su hijo los tengo yo- ¿ Porqué?- Lo que pasa es que el fotógrafo que tomo las fotos de la graduación es mi patrón- Te voy a dar la dirección de mi casa y espero que llegues el domingo por las tardes ya que a esas horas me encuentras- Ramón hizo caso omiso de la advertencia y se presento el lunes a eso de las diez de la mañana. Como éramos muy amigos y me pidió un vaso de agua lo deje entrar. Desgraciadamente vio mi comida y me pidió un poquito. Mi mamá siempre me decía que la comida no se debe tirar. En aquellos días mi madre me dejaba una olla entera de frijoles o sino un sartén lleno de comida. Siempre me sobraba y se lo tiraba al perro ya que mi madre si notaba que desperdiciaba la comida me venía a golpear con un cinturón. Para no desperdiciar la comida accedí a dárselo- Cuanta comida te deja tu mamá, en mi casa sólo nos dan medio plato de fríjol si nos llenamos que bien sino ni modos- Todo lo que he vivido con mi familia y los errores que yo mismo he cometido me han hecho consolidarme más en los talleres de literatura. No he tenido la dicha de ir a una librería y comprar libros pero desde que estaba en la secundaria me gusta leer. Comencé como una especie de reto. Resulta que en el sexto año tenía una amiga en mi salón llamada Gabriela Alejandra Zambrano Caballero. Esta niña era una de las alumnas más inteligente y hice una apuesta con ella de que yo le iba a ganar a cambio de eso ella me prometió que cada vez que yo le ganaré ella me iba a dar durante un mes la copia de las tareas de matemáticas. Para tratar de ser mejor que Gabriela me iba a la biblioteca que esta por convivencia infantil a investigar más. Fue ahí donde comencé a leer la mitología griega y me adentre a la literatura. Tuve un hermoso promedio en Historia y en casi todas mis materias menos en matemáticas. Gabriela me gano con el promedio, pero hicimos una promesa que si nos encontramos en el examen de admisión para la secundaria seria el mejor el que logrará quedar. Para esto escogimos la Secundaria del Estado, (Algunos les llama el ICACH debido a que antes ese era su nombre) ese era el último combate entre Gabriela yo y Gabriela, Pensé que ella me iba a ganar pero no. Al fin pude demostrarme a mi mismo que podía ser más mejor que mi amiga, claro que al final en vez de burlarme de ella le dije que no se sintiera triste.Cuando entre en la Secundaria del Estado, todos los chavos de tercero se burlaban de mí. Relatare un hecho que me sucedió el primer día de clase. Un muchacho de tercero que le apodaban Tabaquete de tercero D me dijo que le gustaba a una de su salón. Yo no le hice caso e igual hicieron los de otros grupos. En primer años me hice muy amigo de Vladimir Aguilar Espinosa de tercero B, Ángel Moisés Herrera Soriano. Cuando conocí a Ángel, me dijo una mentira me prometió queme iba a presentar a una muchacha de un videoclub. Resulta que a tres cuadras de mi secundaria existía un videoclub, en el cual trabajaba una muchacha que le decían La Fogata, porque era muy fogosa al hacerle el amor. Nunca me acosté con ella, yo soy de esos hombres que no me gusta unirme con yugo desigual. Ya que la Biblia dice que todo en la tierra tiene su tiempo y aquel no era mi tiempo para amar. A demás quería conocerla para hablarle de Cristo Jesús, decirle que él murió por nosotros. Que volviera al buen camino. Pero nunca lo conseguí. Mi horario de clases del lunes era geografía a primera hora, danza, español, ingles, historia, cívica y matemáticas. Me hice amigo de uno de tercero D, que le apodaban El Sapo. Mi amigo era igual que Dante, ya que su amor platónico era Beatriz, una muchacha de primero A. En un receso me hablo El sapo y me pregunto por ella, naturalmente que no la conocía ya que mi grupo era el B, pero le prometí que le iba a ayudar. Alas tres semanas en un receso le presente a Beatriz y todo el ciclo escolar se la paso sufriendo por ella.. Era yo muy amiguero por consiguiente no sólo los de tercero eran mis amigos también los de segundo. Mis amigos de segundo A eran: Jorge Tapia, Juan Manuel, Cynthia Alejandra, Ilce Mercedes Victoria Gutu, El Pinocho, Rutilo, Melissa. Los de segundo B: El Caballo, Iván( Mario Besarez), Eder, Vanesa, Yancy, Erick “ El Vampiro” y Fabio, este último no lo consideraba mi amigo sino mi compañero de actos profanos. Fabio acostumbraba traer de bajo de su mochila revista prohibida. Reconozco que una vez me hice una Manuela ( así le decíamos al acto de masturbarnos) con una revista en el baño. Pensé que no era malo, pero el domingo mi pastor me dijo que esos actos desprestigian a un hijo de Dios. Desde luego que ya no lo volví a hacer. Mis amigos de segundo C fueron: Camarona, así le decían a Nayely , Felipe, El Oso, Gutenberg, Roció, Daniel, Gladis, Rosa, a esta le intente llegar pero se hizo novia de mi amigo Jorge Tapia de segundo B. Cuando entre a segundo vinieron dos nuevos, El Dengue y El Choco Roll. En segundo D mis amigos fueron: El yogui, El Bolas, El pancho, Quetzalcoatl Blas, Martín y El Chilo. Hay un refrán que dice: nadie es profeta en su propia tierra. Hago esta alusión porque a pesar que tenía muchos amigos en la sección nocturna, en mi salón nadie era mi amigo. Los que integrábamos el primero B aparte de mí, eran: Octavio Jair Trujillo Silva, Rómulo Alexander, Haider Lorena, Yadira Rubí Morales León, Lidia Azucena Escandón Aguilar, Soumitro Roy Quevedo, Luis Alberto Guichar Vidal, Luis Gabriel Tipacamú Ruiz , Rosa Aurora, Erick Fabián, Gabriel de los Santos Vera, Jorge Luis “ El Ganso”, Guillermo( La pulga), Cándida, Carolina Estrada, Adriana Mérida, Javier Zapot, Gustavo( quien al principio ostento el apodo del Pecas y después fue el Pecahontas) Daniela, Lorena Melisa Castro Aguilar, Miguel Enrique, Gerardo Y Arturo(Curro) eran los últimos en la lista. Arturo y Gerardo eran los mejores amigos, a mí en lo personal me caían mal. El Arturo se creía el más galán del salón, fue novio de Rosa Aurora. El vivía en la colonia La Salle, en esa colonia hay una escuela del mismo nombre. Pues en esa escuela, al año siguiente, el Gerardo y El curro se pasaron. En tercero se fueron juntos a estudiar a Monterrey. Erick Fabián desde el primero año hasta mediados de tercero fue el que nos prestaba su casa para hacer las fiestas, él vivía en la colonia Maya. La casa de Erick era de dos pisos, tenía un patio enorme, al llegar allá se respiraba un ambiente diferente.( Tal vez sentía ese ambiente diferente debido a que hacía mucho tiempo que no visitaba una residencia, desde que mi mamá me dejo de llevar a su trabajo) Una vez me toco hacer un trabajo de biología en casa de Erick. Nuestra tarea consistía en investigar una familia de plantas. Por lo que fuimos al Jardín Botánico y hicimos un documental acerca de ellas. ( Erick insistió esa vez en que el trabajo no se presentará por escrito sino que se filmara en un cassette) En la clase de biología nuestro cassette no sirvió y lo tuvimos que hacer por escrito. Al principio de biología vimos la era mesozoica, paleozoica, precaria, en fin. Esa vez nos había tocado hacer una maqueta. El profesor escogió a cada integrante de cada equipo, a mí me toco con Rosa Aurora, Octavio Jair Trujillo Silva, Guillermo “ El Pulga”. Hicimos un sorteo y le toco a Guillermo prestar su casa para hacer la tarea. Él vivía en Terán. Al visitar la casa de Memo vi que era un hogar lleno de felicidad. Llegamos como a las 10:30 AM y nos fuimos a las tres de la tarde. Ahí fue donde me entere que Guillermo era de una religión protestante llamada Pentecostés. A mediados de segundo año de secundaria, Guillermo se empezó a juntar con de los Santos Vera y con Carolina Estrada y bajo sus calificaciones. Luego adquirió un patrón de conducta negativo hasta llegar a degradarse como persona. Tuve lastima por Guillermo pero no lo podía sacar del fango donde había caído, trate de decirle que ya no se metiera esa basura en la boca pero no me escucho. Guillermo fue expulsado por encontrarle una navaja en su mochila y hasta ahora no he sabido nada de él. Me encontraba en la penúltima hora de clases, no recuerdo bien que materia tenía, o era Historia o civismo, porque esas materias eran impartidas por el maestro Limbano Santiago. Cuando de pronto el maestro Limbano, que se encontraba en su escritorio exclamo: ¿ qué pasa el escritorio esta moviéndose? Temblor. Mis compañeros de estudios comenzaron a gritar. Recuerdo que los focos se rompieron y la oscuridad imperó en la estancia. No sé sí ya comente que los salones de primero estaban ubicados en la parte de abajo, mientras que los salones de segundo y terceros estaban arriba. Con empujones abandonamos aquella construcción. Lo único que pensé era salir al patio, ya que el movimiento telúrico era impactante. Hubo algunos desmayados otros lloraban por la impresión, el director Gustavo salió de su oficina para socorrer a los alumnos. Mi madre me comentó que ella se encontraba planchando cuando ocurrió este fenómeno natural. Los señores de la casa le dijeron a mi madre: vete haber tu hijo, no sea que le haya pasado algo. Mi madre temblaba al pensar en una desgracia que afortunadamente no paso. Ese día salí de la escuela bien, a mis espaldas se escuchaban algunos gritos. Las casas ubicadas en la segunda sur, se encontraba a oscuras, al igual que casi toda la población de la capital de Chiapas. Mi escuela tenía un portón grande, después estaba la calle. El conserje pasando 10 minutos del sismo, abrió la gran puerta y algunos salimos. Yo me encontraba preocupado y le pedía al cielo- Dios de mi vida, protege a mi madre es lo único con lo que cuento en la vida- En ella estaba pensando cuando de pronto veo a una pequeña figura y descubro a la autora de mis días. Mi madre venía con una bolsa en la mano y con un Jesús en la boca rezando por mí. Como a las nueve Los señores que trabajaban en la luz arreglaron el servicio de energía eléctrica. El centro de la ciudad y otras colonias como Las Palmas, El barrio La Pimienta, San Francisco, Terán, se restableció la energía pero en otras como las que se encontraban en el oriente y en el norte la comisión no lo pudo arreglar ya que en esas zonas se habían caído algunos postres de luz. Aquel temblor sólo produjo entre la población un simple susto, ya que no hubieron muertos, uno que otro herido y algunas casas hechas de cartón y o de algún otro material de mínima resistencia, se vinieron abajo. Estos hechos pasaron sobre todo en los cinturones de miseria, pero al otro día la Cruz Roja dio informe positivo. Debido a esto se suspendieron las clases durante dos días y la mesa directiva se reunió con el director, al final ellos decidieron restaurar el edificio y para eso todos los alumnos nos pasaron a los salones del fondo. Los de la mañana como eran más grupos, el director tuvo que hablar a una preparatoria que estaba debajo de la secundaria para que les diera un lugar a los de segundo F Y G y a los de tercero C y G. El director de la preparatoria de abajo acondiciono los salones de taquimecanografía, para albergar a los huéspedes en desgracia. Nosotros recibimos clases en el salón que antiguamente era utilizado para realizar experimentos de química, con la diferencia que como éramos del turno Vespertino sí alcanzo los salones del fondo y no tuvimos que prestar instalaciones. El primer día de clases me toco elegir entre dibujo y danza y escogí lo segundo. Recuerdo que me tocaba clases de lunes a martes. A diferencia de las otras materias que las clases lo recibíamos en las aulas, danza no era teórica sino practica, y lo recibíamos fuera de nuestro salón. Para ir recibir clases de danza, teníamos que pasar la gran cancha y luego ir hasta detrás de los laboratorios y subir unas escaleras y ahí estaba nuestro salón. Generalmente recibíamos clases con otro grupo, los lunes era con el segundo grado, grupo A, los viernes con el segundo B. Fue ahí donde me toco conocer a Claudia Gabriela Nigenda Camacho. Desde que la vi me gusto, su cara de ángel, sus ojos negros, sus cabellos rizados y su cuerpo bien formado me hizo ser presa de suspiros fervientes de pasión. Desde que la vi no dejaba de observarla. Me toco bailar con ella. Recuerdos sus manos tocando la mía, como sus cabellos rizados caían sobre sus hombros. Pude sentir por un momento el sudor de su manos, mientras la música se escuchaba. Al terminar la clase espere que se fuera ella, después me acerque a sus compañeros de salón y pregunte su nombre- se llama Claudia Gabriela, me respondieron al unísono. - ¿Porqué preguntas sobre mi amiga?- Lo que pasa es que me pareció una muchacha muy guapa- Entonces te gusta- No sé, tal vez, pero me encantaría ya que son de su salón de ella, que me la presentaran, por favor- Entre los muchachos que estaban presentes ahí había una que se llamaba Melisa y ella fue la que me respondió: sería más conveniente que le hables tú, y le digas que la quieres conocer, no crees. Salí del salón de danza, después baje las escaleras y me dirigí al refectorio-Cafetería-. Recuerdo que compre un refresco de lata y después me senté en las gradas. Me puse a ver como jugaban fútbol los de tercero. Faltaban tres minutos para que tocaran, cuando vi que Gabriela junto con los de su salòn se dirigian a las canchas de basquetbol. Eran las cuatro de la tarde y a esas horas los de segundo A, les tocaba la materia de educaciòn Fisica. Gabriela iba con su short y su pans lo tenìa sobre una mano.- Hola Gabriela, ¿Còmo estas?- Oyes ¿Cómo supiste mi nombre? ¿ Quién eres?- Ya no te acuerdas que bailaste conmigo en el salón de danza, ¿ Te puedo hacer una pregunta?- ¿ Qué pregunta?- ¿ Será que podemos ser amigos?- No veo porque no, bueno me tengo que ir porque ya tocaron- Adiós y ojala y podamos ser amigos- En viernes me tocaba danza pero era con los de segundo B, de ese salón con nadie me lleve. Ahí estaba una muchacha llamada Vanesa. Con ella no hable mucho pero antes de que terminara el curso escolar y logre ser amigo de ella. Seguí viendo a Claudia Gabriela Nigenda.- Gabriela ¿ Qué te parece si vamos al refectorio a tomar algo?- Ahora no puedo- Esta bien, más al rato espero que aceptes mi invitación- En cada receso trataba de buscarla con la mirada. Me di cuenta que era muy amiga de una muchacha llamada Ilce Mercedes Victoria Gutu. Eran uña y carne, de hecho las dos estaban en danza. En los recesos Ilce y Gabriela jugaban Volibol. - ¿Cómo has estado Gaby?- Bien-Para los tiempos en que ahora estoy narrando, Gabriela y yo éramos los mejores amigos. Reconozco que empecé a sentir algo muy fuerte por ella y le dije: sabes Gabì, me gustas mucho y nada me haría más feliz que fueras mi novia- Gabriela me miro a los ojos y me dijo: te tengo que dejar luego hablamos. Me dio un beso en la mejilla de despedida. La busque y ella continuaba renuente ante mi pregunta. – Gaby, ¿ Por qué no quieres ser mi novia? Sabes me gustas mucho y yo pienso que merezco una oportunidad- Ya te dije que ahora no deseo hablar de eso- No te vaya escúchame, por favor- Eres un muchacho lindo y tierno te suplico no insistas- Soy un estúpido Gabriela, yo tratando de ganarme poco a poco tu corazón y lo único que he conseguido de ti es ser tu hazme reír- No te lastimes, te vuelvo a repetir que eres un gran muchacho, te admiro pero ahora necesito estar sola, no deseo nada- ¿De que forma quieres que te lo diga?, te amóooooooo, cada ves te vas metiendo a mi sangre, no he podido dejar de pensar en ti, eres como una muñeca Barbi, que esta sobre un aparador imposible de alcanzar, sueño tenerte entre mis brazos y acariciar tu negra cabellera y emborracharme de la miel de tus labios - Adiós René- No me dejes solo Claudia, con este sentimiento que me esta consumiendo el corazón- Ya déjame en paz me lastimas- Noooo, tú eres la que me lastima a mí, que te cuesta decirme que sí- Ya te dije que no sé, te suplico no me presiones- Esta bien te daré tiempo, dije mientras la observaba dirigirse a su salón. A los tres días voy subiendo las escaleras para ir al refectorio y que me la encuentro con un tipo que le decían Leonardo. Estaban en la parte oscura. El Leonardo le estaba dando respiración boca a boca, mientras una mano de él se metía por debajo de su falda. Al ver aquella escena quise que la tierra me tragara, me la pase viendo como aquel maldito animal acariciaba a la chica que me gustaba. Por ratos hasta oía como ella gemía por aquellas caricias obscenas. El tal Leonardo sabía que ella me gustaba y más la acariciaba y le besaba. No pude ver más y me fui al refectorio. Compre un refresco mientras afuera el tal Leonardo continuaba dándole masajes a la bella Claudia Gabriela. Maldita Gabriela, dije mientras bebía un sorbo de refresco de lata. Iba yo saliendo del refectorio cuando el tal Leonardo me alcanza y me dice: hola René, crees que no sé que le andabas queriendo llegar a la Claudia, pues como lo viste hoy ella ya es mi novia, y me ha dicho que te vayas mucho a la... porque yo fui más mejor que tú, entiendes. me informaron que iba a reprobar matemáticas. Durante las vacaciones recibí clases de verano en la colonia Bienestar Social. El maestro Freddy Hernández me enseño. Pase la materia con seis. Ahora sí a segundo año. En ese entonces me preguntaba que cosas nuevas iba a encontrar en segundo. Ramón Genaro Téllez Chacón, volvió a aparecer. Ese fue el 9 de abril antes de las vacaciones de verano. Eso era lo que recordaba en aquellos días. Era la víspera para entrar a una vida nueva y me ponía a meditar y recordé ese día. Ramón vino con una fuerte sobredosis de cocaína. Esta vez intento amenazarme con una navaja que mi padre me había regalado. Le decía que sí ya no se acordaba de todas las veces que le di de comer, de esa manera logre quitarle la navaja. Le invente que tenía una amiga bien, de buena posición social y hermosa y que se la iba a presentar. De esa manera pude hacer para que se fuera de mi casa. Me queje con mi madre ella me acompaño y como a eso de las cinco Ramón me esperaba en la entrada de la colonia, en que vivo. Mi mamá habló con él y le dijo que si continuaba molestándome iba a llamar a la policía. Esa fue la última vez que vi a Ramón Genaro fuentes muy a llegadas a su vida me informaron que lo metieron preso y luego lo mataron. Sólo Dios sabe que hizo con él. Pero volviendo al presente de mi relato, mi madre estaba pensando en como iba a hacerle para conseguir el dinero de mis libros, ya que en ese tiempo no había libros de texto gratuito en nivel secundario. Semanalmente me iba comprando un libro. Llegue a segundo B y el primer día fue todo un descubrimiento. Todo había cambiado el director de la escuela Gustavo Zebadua Salinas “El Quik” ya no atendía el turno vespertino solo el matutino. En su lugar pusieron a una maestra de la mañana la profesora Josefa Eloína Ocampo Santiago. La nueva directora se hacía acompañar de una subdirectora muy mala. Casi todos mis maestros cambiaron, digo casi todos porque el maestro de principios de física y química, nos siguió dando clases, al igual que la maestra de danza, esta última materia nos tuvo que tocar hasta el tercero y con la misma maestra. La maestra que nos daba matemáticas en primer año se llamaba: Clara Luz Gutiérrez Ayala y la volvimos a encontrar en segundo. Fue en ese año cuando empecé a cortejar a Ilce Mercedes Victoria Gutu. . Hice una poesía especialmente para Ilce En ese entonces Jorge Tapia me invito a su casa para prestarme un traje y esa noche lucí como un príncipe. Por la tarde los de tercero B me apuntaron en su lista. Las horas que faltaron antes que dieran las siete fueron de nerviosismo para mí. A las siete treinta anunciaron mi numero y delante de toda la escuela dije que el poema que iba yo a decir se lo dedicaba a Ilce Mercedes del tercero A con la esperanza de que ella me aceptara como su novio. Al otro día Ilce me dio un beso en la mejilla y me dijo que gracias por el poema que le dedique pero que no me podía aceptar como novio. Ese fue mi primera decepción amorosa. Debido a eso algunos adolescentes de primero y de terceros se empezaron a interesar en mis poemas y cuando no tenía dinero los vendía. Me era muy grato saber que por mi capacidad era yo popular. Empecé a tener un distanciamiento con mi salón. Me hice de muchos amigos en la escuela. Cuando surgía un trabajo de equipo por parte de física mis compañeros me dejaban solo. Los maestros empezaron a notar que no era muy sociable con los de mi grupo circunstancia queme obligo a buscar mi instinto de supervivencia. Ese instinto consistía en ser bueno para la historia. Como tú sabes en un salón de clase desde los primeros días cada cual hace su circulo de amigos. El de Octavio era Carolina, de los Santos Vera, Rómulo Alexander, el de Miguel Enrique era: Javier Zapot, Soumitro Roy Quevedo, a su vez Carolina se intercambiaba con de los Santos Vera, Guillermo, Cándida se iba con Daniela, Rosa Aurora, o sea ya mi salón tenía un patrón establecido para escoger a cada integrante Comencé a frecuentar la biblioteca central en ese entonces estaba por un lugar que le decían el CREA, frente a donde ahora esta un puente. Tenia la costumbre de cortarme el cabello estilo hongo . La bibliotecaria era una persona muy buena se llamaba Doña Martina, ella me puso el apodo del Honguito .En ese ciclo escolar volví a tener problemas con matemáticas, por lo cual faltando tres meses para que finalizara las clases, le volví a hablar al maestro Freddy para que por las mañanas me asesorare en esa materia. Recuerdo que en mi último examen tuve mi primer diez en matemáticas. Nadie de mi salón podía creerlo, mis ojos no daban cerdito a ese milagro. Salí sin deber ni una materia. Los problemas económicos se agudizaron en esa fecha. Fue en ese año cuando mi mamá no me celebró mi cumpleaños. La crisis era tan mala que un domingo nos tuvimos que ir y venir caminando de la iglesia. Al fin había llegado a tercero mi madre le daba gracias a Dios. A esa últimas fechas mi madre había perdido a sus clientelas, por lo cual decidí hablarle a una pareja llamada Sara de López y Adalberto López para que le dieran trabajo de lavar y de planchar a mi mamá. Ellos accedieron gustosos ya que eran de nuestra misma religión. Doña Sarita tenía a una su muchacha que le llegaba a lavar pero por un tiempo dejo que ese trabajo lo desempeñara mi madre. La situación se fue estabilizando paulatinamente. En tercer año conocí a una muchacha llamada Miroslava Adalid Aceituno Cuevas. Ella tenía 13 años, estaba en primero grupo B. El salón donde estaba Miroslava le tocaba tener danza a la misma hora que mi salón. Miroslava era una niña de piel blanca, ojos verdes y una boquita que cualquier mortal se le antojaría besar. En esos días hice un cuento donde el personaje principal era ella. Mi cuento lo titule “Bella pero inmadura”. Cambie el apellido, puse algunas situaciones que me ocurrieron con ella. Todo empezó cuando en mi afán de ver como reaccionaba le invente un admirador secreto. Ella se entera que el admirador era yo y se enojo mucho conmigo. Yo me sentía mal por la broma que le había gastado. Miroslava en cualquier lugar que me encontraba me comenzaba a insultar. Una vez me encontraba sentado platicando con José María, un amigo mío de 1 D, Cuando Miroslava paso frente a sus amigas y hizo de cuenta como que no me había visto y se sentó lejos de nosotros. Desde ese momento me sentí acosado por ella, porque todos los días se la pasaba observándome. ¿ Qué cosa me quería decir esa niña? Esa era la pregunta que rondaba mi cerebro. Una tarde de enero una tal Mayra Paola me llamo. (Mayra era una niña de entre 13 o 14 años, su cabello era rubio y sus ojos eran negros estaba un poco pasada de peso. Mayra junto con Adalid, Julissa y Laura eran las mejores amigas de Miroslava.) Esa vez Mayra