Arruinado, con la cama vacía y el alma en algún estrecho lugar, decidí levantarme temprano y detenerme un momento. No comía y había bebido tres días seguidos con sus noches enteras, cada día un licor distinto: lunes ron blanco, martes vodka y el miércoles ginebra. La tristeza, particularmente hoy, me corre por las venas compitiendo con la sangre y la burbuja de aire a ver quién llega primero.
Los días se matan entre sí. Ella pudo haberme dejado un poco de agua caliente en la ducha o escribirme un deslucido “Te quiero” en un hoja de papel cerca al teléfono, pero por el contrario, encontré un impecable “Te odio, esta noche buscaré donde dormir. No me sigas.” en una hoja de papel cerca al teléfono. Supongo que no fue una buena idea decirle que se largara, ni tampoco decirle que se quedara, ni mucho menos gritarle porque se había acostado con mi mejor amigo. En fin, no sé qué pensar, hace un mes yo también me había acostado con su mejor amiga y me había acabado el agua caliente y había salido de casa dejando una nota que decía “Te odio, esta noche buscaré donde dormir. No me sigas.”