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Categoría: Historias Pasadas

La caida del ultimo reino

La reconquista estaba a punto de finalizar. Los reyes católicos habían conquistado ya toda la península ibérica. Pero aun quedaba un ultimo reino musulmán. El orgulloso reino de Granada. Era en sÍ una fortificación, pues la ciudad estaba rodeada por numerosas montanas, y su lugar era especialmente estratégico para la defensa. Pero lo que de verdad hacia realmente especial a Granada era otra cosa. El orgullo de la cultura nazarí: la Alhambra.
Mitad palacio, mitad fortaleza: estaba situada sobre una alta colina, desde donde se controlaba toda la ciudad, sus muros eran duros, sus torres eran altas, y su belleza deslumbraba a cuantos entraban en sus aposentos.
Los reyes católicos sabían esto, y tenían su ojo puesto en esta maravilla, por lo que prepararon concienzudamente el asalto final.

Largos días pasaron, las estaciones cambiaron cuantiosas veces, pero el momento había llegado. Granada caería bajo el cristianismo, junto con todos aquellos infieles que osaran oponerse a sus majestades. Los planes de batalla estaban hechos, él ejercito estaba reunido, solo faltaba algo imprescindible, el amparo de la noche.

Boabdil el chico, ultimo soberano de Granada, y de la cultura NazarÍ, sabía bien lo que estaba apunto de acontecer. Por lo que preparo la mejor defensa que vio toda la península ibérica en mucho tiempo. Arqueros apostados en las colinas circundantes a la ciudad, soldados guardando las principales entradas de Granada, pero lo mejor de su ejercito lo había reservado para defender con la vida o la muerte las murallas de la Alhambra. Ahora, prácticamente parecía una fortaleza inexpugnable para cualquier ejercito sobre la faz de la tierra, pero Boabdil era inteligente, como los de su casta, y sabia de mas que no aguantarían eternamente y conocía que su fin estaba ya próximo. Y no se equivocó...

El día se extinguía en el horizonte, el sol se tornaba rojo fuego mientras consumía sus últimos vestigios de gloria antes de dar paso a la reina de la noche. El viento soplaba suave y arrullador, el cielo estaba despejado, mostrando toda su belleza. La bóveda azul no tardo en cubrirse por completo de estrellas, y la luna, tapada bajo su suave manto de nubes, fue la única testigo de lo que estaba a punto de ocurrir.

El ejercito cristiano se acercaba ya a las fronteras de la ciudad, intentando ahogar su ruido con pisadas mudas, algo imposible de realizar, si tenemos en cuenta la envergadura del mismo.
La noche estaba ya avanzada, el frío comenzaba a acometer contra los nerviosos caballeros, y los capitanes deliberaban sobre la hora del asalto final.

Y ya no esperaron mas... la quietud y el silencio de la noche fue roto por el alboroto que forma un ejercito al avanzar rápidamente sobre una ciudad. Las entradas fueron rápidamente conquistadas, y no supusieron grandes bajas para el bando de los cristianos. Los soldados arrasaban todo cuanto veían a su paso, casas, almacenes, fondas, graneros... todo era pasto de las llamas.
Los campesinos cogían sus utensilios de trabajo e intentaban, con poca eficacia defenderse de los aguerridos soldados. La crueldad era innata en ellos, pues justificaban sus atrocidades bajo el estandarte de Dios. En pocas horas la ciudad cayó presa de la muerte. El ejercito cristiano se instalo aquella noche en la derruida urbe, a la espera de ordenes, y de mas refuerzos. Mientras que los heridos eran curados en pequeñas enfermerías improvisadas, algunos guerreros terminaban de ajusticiar a los rehenes, e incluso, algunos otros violaban a las mujeres y niñas con total impunidad y descaro, siempre bajo el manto de la guerra contra los infieles.

El alba estaba cerca ya... los pájaros volvían a la vida poco a poco, el sol asomaba tímidamente entre las montañas, la claridad del día reflejó lo que en verdad había ocurrido la noche pasada. La ciudad aun humeaba, cuerpos inertes y sin vida yacían de cualquier manera por las calles antes alegres.

Y el ultimo asalto comenzó...

De repente, sin previo aviso. Cientos de caballeros, montando orgullosamente, miles de guerreros, portando largas y recias espadas, cantidades innumerables de arqueros, con su carcaj repleto de flechas de plumón negro. Los gritos de ira y desesperación eran superiores a cualquier otro sonido, fuera el canto del ruiseñor o la orden de un superior.
Dura fue la acometida contra los muros de la fortaleza, las catapultas hicieron bien su trabajo y facilitaron la toma de la Alhambra, esta se desangraba por numerosas aberturas, y rápidamente perdió el esplendor de antaño.
- No destruyáis nada de este palacio, ordenes de los reyes, a cualquiera que se le antoje rasgar una mera tela, pagará cara la osadía.
Cientos de almas se perdieron aquel día, dura y tenaz fue la defensa NazarÍ, aguantaron cuantiosos ataques. Bravos caballeros cayeron allí, importantes nobles abandonaron para siempre el mundo de los vivos, y la caída de ultima ciudad musulmana fue un hecho.
Boabdil, sitiado en la ultima torre, observaba todo cuanto ocurría, frías lagrimas cayeron por su mejilla al contemplar la barbarie y la destrucción que estaba sufriendo su pueblo. Y justo cuando más desesperado estaba, y la vida se le escapaba por una herida mortal, una voz anónima, le susurro al oído las siguientes palabras:

“No llores como mujer, lo que no has sabido defender como hombre”

Y cerró los ojos, y no supo mas...
Datos del Cuento
  • Autor: Haerdalis
  • Código: 2025
  • Fecha: 10-04-2003
  • Valoración:
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Comentarios


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4 comentarios. Página 1 de 1
Eva
invitado-Eva 08-01-2004 00:00:00

Con todos mis respetos hacia el autor, empezaré diciendo que soy granadina, cristiana y a la vez tengo amigos árabes. Que amo la fidelidad a los acontecimientos historicos y por eso me veo en la obligación de añadir un comentario, ya que creo que este cuento se aleja en mucho a la realidad que aconteció. La rendición fue pacífica y previamente acordada por ambas partes en las capitulaciones realizadas en Santa Fé el 28 de dic de 1492. La entrega de llaves se realizó mediante un protocolo especial sin sangre alguna. Lo que sí es cierto es el que los Reyes Católicos sitiaron Granada y la presión, unida al hambre y a la nefasta previsión de futuro, hizo que los musulmanes dieran el visto bueno a tal cesión de manos de la llave de la ciudad. Y el rey Boabdil, se dice, que soltó sus lágrimas lejos de la ciudad, a unos 15 km. aprox., concretamente en lo que llamamos en Granada \"El supiro del moro\". Te invito, amigo escritor, a leer un poco más sobre el tema antes de arriesgas tanto, puesto que se pueden herir gratuitamente colectivos innecesariamente. Lee algo sobre las Capitulaciones y el cerco a Granada en 1491, según Nubdhat al-cAir, allí encontrarás algo que puede servirte para que tu visión sea más clara. Un saludo

Eva
invitado-Eva 08-01-2004 00:00:00

Me olvidé: La frase última que pones que dice Aixa, madre de Boabdil, a su hijo es: "LLORA COMO UNA MUJER LO QUE NO HAS SABIDO DEFENDER COMO UN HOMBRE", pero tampoco se sabe si es cierta o no. Otro saludo.

josukk
invitado-josukk 11-04-2003 00:00:00

Granada nunca olvido a Boabdil y todavía hoy en sus muros se siente su presencia

Juan Andueza G.
invitado-Juan Andueza G. 10-04-2003 00:00:00

Pero muy buen cuento. O sea que paradógicamente, en otras circunstancias, hoy en día se está repitiendo la historia. Me parece profètico leer esto hoy, que los musulmanes reciben otro golpe más. Saludos.( Nosotros los indios no tenemos esos problemas, por suerte....)

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