Mañana, al alba, a la hora en que la campiña aclara
Partiré. Ves, sé que me esperas.
Iré por el bosque, iré por la montaña.
No puedo permanecer lejos de ti por más tiempo.
Caminaré, los ojos fijos en mis pensamientos,
Sin mirar nada alrededor, sin oír murmullo alguno
Solo, desconocido, la espalda curvada, las manos entrecruzadas,
Triste, y el día para mí será como la noche.
No miraré ni el oro que cae por la tarde,
Ni las velas a los lejos descendiendo por el Harfleur
Y cuando llegue, pondré sobre tu tumba
Un ramo de acebos verdes y de brezo florecido
Este maravilloso poema de Víctor Hugo, fue escrito en 1856. La traducción al español que aquí ofrezco es original.