Cuentan por hay en Saltillo capital del estado de Coahuila que hace muchos pero muchos años cuando los españoles tenían pocos años de haber llegado a estas regiones
Llego de España un religioso franciscano el viaje fue duro primero en barco y después a la capital del virreinato donde tuvo que descansar por unos días para preparar su viaje a las inhóspitas tierras del norte.
Trato de abreviar su estadía en la capital del virreinato pues su espíritu aventurero y su deseo de evangelizar a los naturales de la región se dirigió al convento de Saltillo a donde fue enviado por los superiores de la orden con la consigna de evangelizar, enseñar a los naturales los cultivos de la tierra (porque por estas zonas todos eran sedentarios y desconocían el cuidado del ganado y la labranza.
El viaje fue difícil y agotador y tras un breve descanso recorrió las cercanías de Saltillo tratando de encontrar naturales deseoso de doctrinarlos y no muy lejos en un lomerío encontró algunos de los naturales y asiendo caso omiso de las recomendaciones de sus compañeros religiosos se aventuro a solo, sin la escolta de algunos soldados españoles o al menos de algunos tlaxcaltecas (indios que desde la conquista fueron leales a Cortes y a los españoles).
Entusiasmado por el ímpetu doctrinal y seguro que convertiría estas almas a Dios Nuestro Señor diario los visitaba e intentaba darles los principios fundamentales de la Santa Madre Iglesia para poder bautizarlos no ceso en doctrinarlos por varios meces.
Pero una mañana llego confiado a su catecismo y cual fue su sorpresa que al entrar en la chocita donde evangelizaba encuentra a los naturales realizando sus ceremonias demoníacas y ardiendo en cólera al ver que de nada havia servido su empeño en darles los principios religiosos les grito insultándolos diciéndoles que eran unos adoradores del Diablo, que arderían en las llamas del infierno, echando en tierra sus ídolos y objetos rituales.
Furiosos los indios por aquel atropello y en desagravio a sus Dioses lo agarraron entre todos y lo degollaron en desagravio a sus Dioses al rato pasaban por ahí unos tlaxcaltecas y vieron horrorizados los restos mortales del padre Landin sigilosamente huyeron y dieron parte a los españoles e inmediatamente un destacamento de soldados acudió en rescate de sus restos pero nunca encontraron su cabeza que en vano buscaron por varias semanas en el sitio y sus alrededores.
Cuentan en Saltillo que cerca de la central camionera en uno de los barrios antiguos, se construyo una capilla para pedir a Dios por el eterno descanso del alma del padre Landin que todavía en nuestros días suele aparecerse por las noches a los pecadores porque no pudo cristianizar a aquellos indomables salvajes naturales de esas tierras.