Antes de salir al trabajo me sentí mejor, y me alegré. Dicen que el retorno de lo amado engruesa la alegría, y el corazón realiza que el perdón y la bondad son algo necesario, y nutritivo a la esencia... Así fue para mí, cuando la salud volvió.
Eso de pasar mes tras mes sintiendo que las fuerzas lo abandonan es como el agua que gotea en caño malogrado. Además de sentirse preocupado, se siente uno deprimido, llegando a sentir que la muerte se cuadra a su costado, y por ello, el carácter se vuelve sombrío como eclipse solar... Los buenos tiempos se acercan como espejismos, y uno llega amar todo lo que le rodea, como despidiéndose con tristeza a un largo viaje sin vuelta...
Cuando la desgracia en el cuerpo empieza alejarse, los planes, los sueños perdidos, el deseo, la ilusión inmediata, llegan como la primavera... y ya sano, coge a la primera que se acerca…, pues, la sanidad encendió su existencia...
Leí un libro, saludé a medio mundo, sonreí a mi vecino, busqué al amigo, trabajé con gusto, gasté más de la cuenta, miré el atardecer y vi que la vida que llevaba era buena, pues sentí que es dulce todo cuando existe gratitud, por el regalo, por la salud...
Después de salir del trabajo, fui hacia mi hogar... Ya era tarde, y brotó un canto en mi alma un anhelo siempre soñado, un sentimiento sin seguir… Quise ver el nacimiento de un amanecer, quise escuchar las oraciones matutinas de las aves, quise amarme…
Viaje durante toda la noche hasta llegar a la costa. Fui a una tienda que aún estaba abierta y compré un café y un paquete de galletas... Ya en playa, me quité los zapatos y las medias, y en total oscuridad, caminé hacia sus húmedas faldas... Cuando mis pies se mojaron, supe que su orilla me ofrecía sosiego… Me recogí sobre mis marcas, y me senté sobre la arena... Mas tarde, miré hacia el cielo y vi la noche estrellada, pestañeando como cientos de imprudentes ojos femíneos... sonreí, y vi que el cielo se acercaba, deseando escuchar mi silencio...
El sonido de las olas murmuraba mil secretos. El teatro de la noche anunciaba que esperara... No pasó un instante cuando escuché los chapoteos de otro nocturno caminante que, mansamente, se acercaba...
- ¿Quién anda allí...? - pregunté
- Estás allí... - escuché una voz muy femenina, segura, que alumbró mi conjetura...
- ¡Aquí estoy, mujer! - la llamé
Con pasos seguros sentí que se acercaba. No temía, algo en el ambiente me avisaba que el mar y la noche me ofrecían su obsequio. Sentí que élla, se detuvo ante mis pies.
- Hola - le dije - ¿Qué haces tan sola, y tan tarde por aquí?
- Te buscaba - me dijo con voz fresca
- ¿Te llamé? – Inseguro, pregunté
- Si, y te esperaba hace mucho... ¿Escuchaste mi llamado? - me dijo
La entendí. Me paré y cogí sus brazos, y la acosté a mi lado... No hablamos nada, pues nuestros brazos se expresaban mejor... Cuando nuestros labios se unieron, sentimos que aquel momento, y todo el universo estaba por nosotros, esperando nuestra unión... Hicimos el amor como dos adolescentes, hiriéndonos con dulzura, y como la primera vez. Cuando los dos, aún desnudos, descansamos un momento, cruzados de piernas y brazos, miramos hacia el cielo... y vimos, sorprendidos, que nacía un nuevo día...
Quise decir mi nombre, mi historia, todo... pero ella, que era hermosa, me tapó los labios con un beso, y entendí que no deseaba saber mas, que todo ya sabía... Supe, que era suficiente... El momento era tan hermoso que cerré los ojos, y, sin darme cuenta, me quedé dormido... Cuando los abrí, ya el sol me quemaba el rostro y, con tristeza, descubrí que élla, se había ido... Me fijé en sus huellas, que se escondían bajo la alfombra del mar...
Regresé sobre mis pasos, jurándome que volvería... Cuando subí a mi carro, ya era medio día, las personas se acercaban a la mar, y yo, regresaba a mi hogar... En mi alma había un recuerdo, era élla... De pronto, escuché a mi corazón... "el amor es una noche y un nuevo día, un silencio y una canción, un dolor y una alegría, un hola y un adiós... Claroscuro"...
JOE 30/03/04