Sus padres siempre le inculcaron el amor a la patria, como lo primario. Creció entre Himnos y banderas, entre mártires y héroes. Vivió toda su vida en una guerra, para ver la independencia de su país. Vió morir a algunos, por un ideal, a otros los vió dar una pierna o un brazo por una causa justa. Se formó odiando un régimen que sólo quería lograr un mundo más justo, donde todos fueran iguales, donde un pedazo de pan fuera para todos. Finalmente el niño se hizo hombre y comprendió que no podía vivir con los sueños de sus padres, y traicionó la causa por la que tantos otros dieran su vida. En las filas del enemigo dió el paso al frente, y con esto vió morir a su padre, perdió un brazo por unos centavos y cuando se logró el mundo que se buscaba no lo pudo ver, pues había perdido la vida entre mercenarios y desertores.