-¿Segura que estaba ahí, Samantha?
-tú lo has visto, Karen!
-parece muy antiguo
-carajo! Mira el año! dice 1527, ¿cómo mi abuela puede conservar algo tan antiguo?
-parece que no lo han abierto en siglos!
-pero, ¿cómo se llama?
-se llama Arcanus Ecclésia Malum
Samantha y Karen, primas, de 19 y 16 años de edad, tenían como tarea cuidar la casa de su abuela mientras ella se encontraba ausente por un día, la advertencia que ella les había hecho había quedado bastante clara:
-que no se les ocurra andar esculcando mis pertenencias, de ser así, las dos recibirán su respectivo castigo, ha quedado claro?
-sí abuela!
Respondieron las dos al unísono.
-bueno, les he otorgado su lista de tareas a ambas, apresúrense! Y nos vemos mañana.
Tenían encomendada principalmente la tarea de custodiar los bienes de la abuela (incluyendo su casa) esa noche.
Haciendo caso omiso a sus advertencias, tan pronto se fue la abuela, se dieron a la tarea de escudriñar toda la casa, la casa era muy vieja y algo grande, contaba con tres pisos y el ambiente era algo tenso, ya que el abuelo había muerto por causas que su abuela nunca les había mencionado, y entre toda la familia corrían rumores de que su alma aún deambulaba por la casa, cuidando todo aquello que a él en vida le había costado.
El día agonizaba dejando paso a la noche y el edificio iba tomando forma, obscuridad era lo que se apoderaba de él, ellas seguían con la idea de que la abuela tenía oculta bajo uno de sus muebles o en alguna otra parte una considerable cantidad de dinero, incluso monedas de oro muy antiguas, que su abuelo le había cedido tras la muerte.
Tras un intento de alcanzar un jarrón que descansaba en lo más alto de un gran mueble, Samantha estiró su mano derecha lo más alto que pudo, y al borde de tomarlo, su cuerpo ya no resistió más el esfuerzo de alcanzarlo y se vino abajo, trayéndose consigo el mueble entero.
La habitación entera dejó escapar un gran sonido ulular proveniente de aquellos jarros que su abuela había cuidado durante casi toda su vida, los cristales que los custodiaban y todas piezas de cerámica que adornaban el mueble ahora se encontraban hechas mil pedazos sobre el piso, Karen, al oír semejante escandalo se apresuró a donde se encontraba su compañera, y al ver lo que pasaba casi se desmaya de la impresión.
-Dios mío Samantha, ¿qué has hecho?
-este maldito mueble se me vino encima, creo que sería conveniente que me ayudes a salir de aquí, no crees?
-la abuela se va a enfurecer al ver lo que hemos hecho con sus “preciadas antigüedades”
-¿me vas a ayudar o no?
-s-si, ya voy
Karen la ayudó a salir y al voltear la cabeza hacia donde antes había estado el mueble, las dos se quedaron boquiabiertas.
Un hueco obscuro adornaba la pared, pareciera que lo hubiesen hecho a martillazos, con el propósito de esconder algo allí, intuían que estaba hondo y no se vislumbraba nada hacia adentro, las dos ignoraban lo que albergaba. Samantha, que era la más curiosa se acercó hacia aquel hoyo negro y adentró su mano para poder saber lo que había en aquel lugar.
-Hay algo Karen, creo que es…
Sujetó con fuerza y lo sacó a la luz de la luna, ya que para estos momentos había obscurecido.
Era un gran libro.
- Arcanus Ecclésia Malum?
-s-sí, y creo que está escrito en latín
-carajo! Vallamos al internet a buscar un traductor, quiero saber de qué trata esto.
El libro era demasiado pesado y al soplar en su superficie lo que obtuvieron las dos fue polvo, tosieron y se dirigieron al ordenador. Habían pasado casi las seis horas y ellas seguían absortas con lo que este libro les revelaba.
Parecían estar hipnotizadas, no hablaban y solo se dedicaban a leer el libro, al llegar a un tema titulado: Fragmentación del alma, separe el alma de su cuerpo y mire los resultados.
Entonces Samantha volteó la cabeza hacia Karen y dijo:
-¿y si lo intentamos?
-¿no crees que es demasiado peligroso? Además, ya son las –volteó a ver el gran reloj de pared -¡Las 4 de la mañana! Caramba, que rápido pasa el tiempo.
Giró la cabeza para contemplar a su alrededor, y entonces comenzó a sentir miedo, todo sumergido en completa obscuridad y ningún ruido provenía e ninguna parte, sentía frío.
-vamos! yo me arriesgaré, tu solo encárgate de seguir al pie de la letra lo que yo te diga
-pero la abuela puede llegar en cualquier momento!
-hay tiempo, vamos al tercer piso!
-veamos, el libro dice:
Sobre un gran pentáculo rojo, con velas encendidas del mismo tamaño a cada pico, el infortunado debe recostarse sobre el, y el compañero asegurarse de que todo esté tranquilo.
Cuidado! Por nada del mundo debe interrumpir las actividades dado el caso de que hayan sido iniciadas, no debe de haber ruido, debe estar acostado sobre el pentáculo, con pies y manos extendidos y cuando esté lo suficientemente concentrado murmurará las siguientes palabras:
Stare Alicui Praeparatus Mat Divídere Ánima
Recuerde, por nada del mundo debe de ser interrumpida una vez iniciada la actividad, puede causar hasta la muerte.
Hicieron todo lo que les indicaba el libro. Taparon bien puertas y ventanas, se aseguraron de que ningún ruido interrumpiera todo, pintaron el pentáculo rojo en el piso con lápiz labial rojo, colocaron las velas, las encendieron y comenzaron.
Samantha llevaba casi media hora recostada, demasiado concentrada, se había olvidado de todo lo del mundo exterior, tal como lo decía el libro, tenía la mente en blanco y demasiado tranquila, murmuraba casi sordamente las palabras:
-Stare Alicui Praeparatus Mat Divídere Ánima
Karen comenzó a sentir un frío terrible y al ver lo que pasaba a continuación se quedó boquiabierta. No podía creer lo que sus ojos le mostraban, el cuerpo de Samantha comenzaba a levitar sobre el aire, cuando llegó a casi media habitación, una sombra blanca, idéntica a ella, comenzaba a emerger de su cuerpo liberando una cegadora luz blanca, el libro tenía razón, su alma se estaba separando de su cuerpo!
Cuando el alma terminó de escapar de su cuerpo, Karen no sabía qué hacer, si hablarle o seguir lo que a continuación el libro le indicara, pero lo que pasó un segundo después cambiaría su vida para siempre.
La abuela irrumpió furiosa la puerta del cuarto gritando:
-Malditas mocosas estúpidas! Como se les ocurre! Toda la calle entera de ha dado cuenta!
Y tenía razón, Karen no se daba cuenta pero una fuerte luz blanca provocada por la energía de Samantha iluminaba casi toda la calle, los vecinos al ver esta escena, curiosos se acercaron a la gran casa y se había formado el tumulto.
Las inexorables reglas del libro eran claras: No interrumpir iniciada la actividad, o podría causar hasta la muerte. Con lo que había hecho la abuela, entrando de golpe a la habitación y con el mismo viento provocado por la puerta que mató el fuego que las velas mantenían con vida y estropeando el acto, se arrepintió toda su vida.
Al entrar, las velas perecieron y el cuerpo de Samantha cayó al piso sin vida, con los ojos en blanco y sus labios marcaban un terrible grito de terror que dejaba ver que el dolor se había apoderado de ella antes de morir.
La abuela contempló el cuerpo de Samantha sin vida y comenzó a llorar desconsoladamente, igual que Karen, pero lo hecho, hecho estaba.
Samantha despertó presa del terror y, al ver a su abuela y su prima llorar preguntó:
-¿p-por qué lloran?
No hicieron caso de ella.
-contéstenme! Que es lo que ha pasado!
-Abuela, Karen! Díganme lo que está sucediendo!
Entonces se acercó para abrazar a su abuela e instantáneamente la traspasó, comenzó a sentirse rara, ni su abuela ni Karen podían verla ni sentirla, entonces…
-No! Esto es un terrible error! -gritaba
-quiero vivir! Por favor!
-se lo suplico, Dios!
Comenzó a llorar y seguía gritando, no podía ser un fantasma, no ella no…
-No se puede hacer nada
Volteó y contempló a su abuelo parado al umbral de la puerta de la habitación.
-¿abuelo, que haces tú aquí, si tu estas… estas
-muerto, si ya lo sé, igual que tú
Sintió que una gran estaca atravesaba su pecho y cuando se disponía a hablar nuevamente, el abuelo tomó la palabra primero
-y curiosamente morí igual que tú, encontré ese maldito libro e hice lo mismo con tu abuela, desgraciadamente nuestro perro filler comenzó a rasgar la puerta exigiendo comida y asimismo interrumpió lo que…
-entonces que se supone que debemos hacer!
-nada, solo esperar una eternidad para poder ser juzgados por el de arrib…
Comenzó a llorar nuevamente cuando el abuelo habló:
-Hay una forma de romper esta terrible maldición, deshaciéndose del maldito libro
-¿pero cómo?
-necesitamos que alguien vivo nos ayude, y me temo que será imposible.
Han pasado cerca de veinte años y Karen ha ido a vivir a la ciudad de Zacatecas, la abuela ha muerto y dos burgueses tomaron posesión del edificio, hasta ahora, de lo que llevan viviendo en esa gran casa, se quejan de escuchar sonidos raros en la noche, a uno incluso le acarician los pies y ya se quiere marchar de allí. Se abren y se cierran puertas, se caen los trastos quebrándose sin ningún motivo, y, en ocasiones han llegado a ver dos sombras al umbral de una de las habitaciones del tercer piso.
Son Samantha y su abuelo, tratando de obtener ayuda!