Allá estaba la rata de cloacas gigante con sus treinta y dos metros de cola, sentada en el banco de los reos. Los señores jueces, imponentes con sus trajes y sus togas, analizaban con el mayor criterio las pruebas de autos. Respetuosamente se escuchaban los " Su Señoría", los " Su Excelencia "," Los Señores Litigantes" y toda clase de apelativos respetuosos.
Los debates, por más acalorados que fueran, jamás dejaron de mantenerse en el alto nivel que merecía aquella Ilustrísima Corte de Justicia. Finalmente, después de horas de litigar, solemnemente todos se levantaron para escuchar el veredicto de Su Excelencia , el Presidente del Tribunal.
Por unanimidad, los ilustres miembros de la Corte hicieron pública la docta decisión. Se concluyó que se trataba realmente de un ratón de cloaca gigante, por las evidencias de su pelaje , de su olor fétido y principalmente de sus treinta y dos metros de cola.
El ratón , finalmente, fue condenado a la muerte. Esto, porque la digna sociedad no podría tolerar una figura tan repulsiva en su medio.
Su Excelencia el Señor Presidente del Tribunal, elogió la manera por la cuál se condujeron durante la sesión los honorables representantes de la acusación y también de la defensa y dio por cerrados los alegatos.
En la salida del tribunal, al pasar por la puerta, entre sus Excelencias tenía de haber una distancia mínima de treinta y dos metros.
Era el tamaño de sus colas respectivas que se alargaban sebosas por abajo y más allá de los magistrados y sus atuendos de rigor.
Aprovechemos de leer algo serio y original, dejando de lado tanta lesera que se ha ido apoderando de esta página. Felicitaciones al autor.