En una tarde algo placentera, el lugar: unos minutos del centro de la ciudad. Salí a caminar sin rumbo. Las luces de la ciudad se encendían, y el naranja del cielo se terminaba. Vi de pronto en el suelo un charco, al cual esquive. No era un día común, era en cierta forma: extraño. Me había visto solo, y las miradas de la gente estaban diferentes. El suelo se movía mucho, el sonido casi era imperceptible. El ruido de sonrisas a lo lejos, se hacían raros por el ruido de los autos. Estaba medio sedado. Había salido de mi casa, después de tomar unas copas de vino. Fumaba, y el humo a veces me provocaba una sensación nauseosa. Buscaba algo en la gente, buscaba algo pero no lo encontraba. Estaba ahí, caminando sin rumbo. Pensé en ir a la catedral, seguro que habría misa: un escape a mi realidad o una búsqueda de paz. A las finales no fui, y el alcohol en mi sangre, hace rato ya estaba depurado. El cigarrillo que llevaba se acabó, y tiré la colilla en un basurero. Mantenía un buen paso. Tenía un poco de cansancio, pero más de calor. El hambre, mejor no hablo. Hasta que pasó esto inimaginable. Hace mucho tiempo que no la veía. Hace mucho tiempo que nos dimos ese beso. Hasta ese momento pensándolo bien, todavía éramos enamorados. Ella era una chica bonita, con una sonrisa hermosa y un cuerpo espectacular. La había conocido hacía mucho tiempo, después de una mala experiencia en el amor. Estaba ahí, y recordé que fuimos enamorados por dos días, y después no nos vimos más. La había tratado mal antes de ser su enamorado, por mi orgullo pues, pero a las finales el cariño ganó y un día entre lágrimas de ella, la besé. Cuatro días antes, ella sufrió una luxación del tobillo, y el día que la besé por primera vez, tenía un yeso. Era miércoles, y la pasamos toda la tarde, para los otros estudiando, pero no era así, nos besamos mucho y las caricias sobraban. Me dijo: mañana te veo, al despedirse, y así fue. Nos vimos de nuevo, y me dijo que le firmaría el yeso el viernes, porque se iba de viaje ese día. Y ese día no llego para mí, ese viernes, no llegó porque no fui. Y desde entonces no la volví a ver, porque perdí su rastro porque no hubo tiempo para pedirle su número, su dirección o algo, a pesar que estuve como su amigo como dos meses. Luego me olvidé de ella, eso pensaba, pero no me arrepentí y al poco tiempo, encontré otra. Pero esta tarde, estaba ahí de nuevo, la tenía frente de mí. Seguro no estaría sola, seguro ya había encontrado otro, porque pretendientes le sobraba. Me dijo: _Hola… ¿Te recuerdas de mí? _Claro que recordaba, pero hice como que no, y más bien la vi más delgada, con el cabello diferente, pero la sonrisa de siempre. Le dije: _Ahora si me recuerdo… ¿Cómo estás?_.Sin embargo no la saludé con un beso ni nada, seguramente porque estaba impactado por el hecho. Y pronto me empezó a contar todo lo que hizo en esos cuatro años que no la vi. Nos fuimos a un café, y me comentó: Y qué pasó con tus polos negros y tu cabello, has cambiado mucho, estás delgado y lo que más resaltó es que había olvidado mi orgullo. En ningún momento me hablo sobre lo del desencuentro, pero yo me disculpe. Y me dijo: _ Ha pasado tanto tiempo que lo olvidé._ Y al decirme eso: me acarició y me besó. Fue un beso, como si el tiempo no hubiera pasado: el rosadito, suavidad y calorcito de sus labios aún estaban ahí. Y le dije: _ ¿Sabes? Han pasado muchas cosas…_ y le conté lo que pasé en estos cuatro años: Se emocionó de cómo ingresé a la universidad; se decepcionó de que encontrara a una flaca; lamento el que terminara con ella; sonrió al ver que conocí a Dios; se puso triste cuando le dije que encontré otra enamorada y lamentó que después de dos años termináramos, pero ahí estaba escuchando cada cosa, y me veía admirada cuánto había cambiado. Y terminé diciendo: _Como ves, no la he pasado tan mal, o sea los dos hemos hecho unas vidas diferentes, a pesar que una vez nos dimos un beso de amor._ Ella me miraba medio extrañada, de cuánto había yo cambiado. Y pronto nos reímos de todo eso que pasó. Y se hizo muy tarde, y tenía que preguntar esto: _ ¿Estás sola? _Y ella respondió, sonriendo: _Sabía que lo preguntarías. Bueno Sí. Tanto así que hoy salí sin rumbo de mi casa. Y justo te encontré. Y me he dado cuenta que nada en mi corazón cambió desde que nos separamos, a pesar de todo._ Yo hubiera opinado lo mismo pero era mentir. Y pronto, el frío nos consumía. Salimos del Café y le dije: _ Vayamos a casa, te acompaño._Hablamos unos minutos más y tomó un taxi; yo preferí eso, parece tonto pero así lo decidí, porque pensé:”igual no la iba a ver”. Antes de meterse al taxi me sonrió y me dijo: _Si me necesitas aquí estaré, esperándote.( y yo pensé “¿dónde?”, y recordé que ella se refería siempre que: “en esta vida”)_ Luego me besó. Era sábado, un mes después que me separe de una enamorada; desde entonces no la vi otra vez., pero no olvido el sabor de su beso. Pero sé que hay alguien que me está esperando, no sé dónde pero lo está haciendo. Pero esto no es cierto sino pura imaginación nomás, quizás buscando una experiencia siquiera en lo que escribo.
Rau Magdiel