Estoy cansada, con esfuerzo miro a la pantalla de la computadora; aunque lleva un protector de rayos ultravioletas, aun así me molesta la radiación que emana. Últimamente he estado sensible de todo, el dolor constante en la cabeza ha impedido que pueda escribir algo. Recién ahora comienzo a hacerlo, aunque con dificultad. He estado con la tensión arterial elevada, me he estado controlando de ello. Si fijo mucho la vista, el dolor se acentúa a nivel de las sienes y de la nuca. Al parecer soy hipertensa. Pero no me extraña, mi padre lo es también al igual que mi abuela paterna.

Estoy saliendo todos los días a caminar, para relajarme y sacarme todo el estrés almacenado durante meses. Ha sido un semestre duro en la Universidad y sin tregua al descanso he comenzado un semestre nuevo detrás del otro. Fue así como mi mente se fue agotando y mezclado con la tensión de iniciar un nuevo período de clases, me he descontrolado a nivel emocional y por lo visto corporal.

En este lapso de prórroga para los estudios, debido a las fiestas navideñas, he tenido la oportunidad de descansar, desafortunadamente no ha sido así, ya que enfermé de tensión, todo a colación de lo anteriormente explicado. Y es que no vayan a creer que ingeniería es fácil, bueno tampoco es para superdotados, aun así las exigencias son mayores que en muchas otras carreras. Físicas, cálculos, circuitos eléctricos; son el pan nuestro de cada día para mí. Pero no hay problema, eso me gusta. Lo que me tiene mal es haber comenzado este nuevo semestre seguido del otro y con tantas irregularidades.

Ya casi para irnos para las fiestas... en la Universidad hubo atentados. Unos delincuentes empezaron a tirar bombas lacrimógenas dentro de los salones de clases. Por los pasillos y eso también dio pie a mi estrés. Existe un grupo de estudiantes, que siempre desea concluir clases antes de tiempo y creo que deben pagarle a estos sujetos para que pongan a la Universidad en zona roja. Uno se siente inseguro de ir a ver clases y no sabe si asistir o irse de una vez por todas a su casa a esperar las fiestas decembrinas.

Pero eso ya ha pasado, el regreso a clases me espera; pero no me siento bien. Hoy mamá llevó al hospital una muestra de mi orina para examinar, para ver si todo anda bien con mis riñones y es que la hipertensión también puede ser ocasionada por problemas renales. Aquí entre nos, yo pienso que es emotiva.

Soy nueva en esta ciudad, el calor es espeluznante, me asfixia. Ya para el medio día no se puede salir a la calle, el sol le pega de lleno a uno y esto puede hacer mal a la persona. Es tanto el calor, y tanta la falta de una simple brisa, que pienso que las paredes no tardarán en derretirse. Solo en extrañas ocasiones siento correr una pequeña brisita y es cuando mi mente se confunde. El calor en la piel, la brisa suave chocando contra mi rostro y mi mente me engaña, me dice que el “mar” está muy cerca. Sacudo la cabeza y regreso a mi triste realidad. Necesito salir, viajar... soy una estudiante modelo, con un alto promedio, pero estoy exhausta. No quiero estudiar, quiero pasear, viajar, visitar el mar. Necesito encontrarme de nuevo, me siento perdida. Siempre me ha encantado estudiar, ser la mejor. Con mi primo siempre me debato a duelo, para ver quién sabe más acerca de cualquier tema científico. Pero hoy me siento cansada, cerraré los libros, para darle un poco más de tiempo a mi vida. Quiero consentirme, sentirme libre y no prisionera de mis deberes sociales y morales. Como buena hija siempre trato de salir bien en mis estudios, mi trabajo es “estudiar” y me gusta realizar bien mi trabajo.

Haré más vida social, necesito salir y conocer más lugares, hacer más amistades; ya que como soy nueva no tengo tantas. Aun así no descuidaré mis estudios.

Fin.


Autor: Nathalie Ledo