Me respondió. Se acordó de mí. Y leyendo su carta mientras estaba tumbado en la fina arena de la playa, ya de noche, comencé a reflexionar. La calma de aquella clara noche, la luna brillando encima de mi cabeza y mis más profundos sentimientos dieron lugar a más de una reflexión sobre nuestro amor.
Se terminaba el verano y ella ya se encontraba muy lejos de mí y yo me sentía de nuevo solo, con la única sincera y clara idea de verla otro año, de abrazarla, de besarla, de tenerla junto a mí. La verdad es que poco a poco me iba acostumbrando de nuevo a su ausencia, aunque al principio no me gustaba la idea y hasta quise dejarlo todo para irme a vivir con ella. Le quise contestar. Pero no por carta, sino que a través del pensamiento y de su recuerdo. Seguro que recibiría mi respuesta. O como mínimo algo debería recibir. Estaba convencido. Eramos almas gemelas, muy compenetradas y que tan solo buscábamos el amor recíproco, tan solo. Ninguno de los dos se había interesado nunca físicamente por el otro, y quizá era por eso que podíamos aguantar nueve meses separados el uno del otro.
A veces veo su cara reflejada en la limpia e iluminada luna de verano. Pero tan solo a veces. Muchas otras es solamente su voz la que me llega a través de las olas, calmadas y silenciosas. Intento entender el significado de sus palabras, y siento que me dicen cuanto me ama, pero no estoy seguro de ello. No es que no confíe en ella, pero... esque nunca he confiado ni en mi mismo...
Miro a mi alrededor y veo muchas parejas juntas en la playa. Siento que me falta. Siento que se ha escapado un trozo de mí.
Yo la amo. Nunca le sería infiel. No me veo capaz de enamorarme de otra persona. Es la mujer de mi vida. Lo sé, prometí no atarme nunca a nada ni a nadie, pero ella es diferente, es muy libre y me deja mucha libertad. Supongo que a causa de su manera de ser, tan independiente.
Aunque nunca lo demuestre delante de los demás, me quiere mucho, me ama. Como yo a ella. Nunca se lo he dicho, o como mínimo no con palabras, pero ella entiende a la perfección cada gesto mío, cada mirada.
Se termina ya el verano y sé que no dejaré de pensar en ella. Llegará el frío, y con él las tormentas y la nostalgia. La lluvia me ayuda a pensar, me calma. Es lo mejor que tiene el otoño.
Ya es tarde. Lo único que me ayuda a olvidarla son los amigos. Pero al llegar tarde a casa vuelvo a pensar en ella... hasta que me duermo.
Hoy he comenzado a leerte, (por casualidad)empecé con uno, y ya te he leido cinco. Me gusta como narras describes, y cuentas tus historías. Felicidades otra vez por hoy ya esta bien de leerte..... jajajj. un saludo de lucy-a