Manejaba hacia mi trabajo. En una esquina encontré a un muchacho, no tan viejo ni tan joven que, con una calculadora en su mano izquierda y una ruma de dólares en la derecha, me llamaba para servirme.
A estos personajes se les llama "los cambistas"; son comerciantes totalmente informales, trabajan en la calle con el riesgo que algún delincuente los asalte. No gozan de ninguna seguridad.
En mi coche escuchaba la música clásica de Mozart, “Laura Braningan”. Mientras manejaba pensaba en qué decirle a la dueña de mi casa. No había juntado el dinero del alquiler. Mis hijos comían mal, habían faltado dos semanas al colegio y mi mujer estaba deprimida…
Con esos pensamientos pasé por donde el cambista que, apenas me detuve, se acercó con su ruma de dólares, diciéndome si deseaba comprar o vender. “Dame quinientos dólares”, le dije; “Okay”, respondió.
Mientras sacaba el fajo de billetes de cien del fondo de su bolsa, yo, sacaba una pistola con silenciador del fondo de mi pantalón... Cuando el muchacho comenzó a entregarme billete tras billete poniéndolo sobre mi mano me dijo que la música clásica daba mucha paz. “Sí, - le dije - es Mozart”. “Es maravillosa, da mucha paz”, me dijo. Cuando terminó de entregarme todos los billetes me miró, esperando a que yo le pagara al cambio. Al ver su rostro joven, dudé en hacer mi maniobra. “Mozart es un genio, muchacho, da mucha paz…”.
Sin dudar, saqué mi pistola y disparé cuatro veces sobre su pecho, que lo dejaron con los ojos tan sorprendidos y abiertos, como preguntándose: ¿Mozart, por qué yo?... “Da mucha paz, muchacho”, respondí.
Arranqué, y continué mi camino. Mientras me alejaba, veía por el retrovisor que una mancha de gente se arremolinaba en torno al muchacho cogiéndole todos los billetes tirados por el piso manchados de sangre. Había tanta sangre en mi camisa que me sentí sucio, pensando en el pobre muchacho, en Mozart. De pronto, recordé mi familia, mis hijos, el colegio y sentí que Mozart era maravilloso; sin darme cuenta que estaba peor que un cambista tirado en la calle sobre un machón de sangre...
MON