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Categoría: Mitológicos

La cazadora

Mucho tiempo ha pasado ya desde el día de su exilio, la otrora arquera elfa dormía lejos de su querido “Darknassus”, aunque ya no gozaba la protección que el árbol de la Vida le había concedido hace milenios, mantenía su juventud eterna como parte del pacto de venganza que le otorgara “Ysera”.
En sueños recordaba el día que marco su destino. Una arquera valiente, una joven promesa, amada por sus maestros y respetada por la misma “Ashara”.
Fue enviada a la tarea mas simple, vigilar como centinela de los bosques; pero ella acepto honrada, siempre quiso ser defensora de su pueblo y el lugar donde lo hiciera le venia de menos, solo había un puesto que anhelaba, pero era solo una ilusión para ella, deseaba ser guardia de la mismísima “Ashara”.
Durante años los linderos del bosque fue su hogar en ellos esperaba, vigilaba cada caída de hoja con ojo avizor, oía atentamente el mas leve susurro del viento; día tras día lo pasaba así en la paz y monotonía propia de su tarea. En su tiempo libre, cuando la guardia no era su responsabilidad, entrenaba y comulgaba con el bosque, entrenó la habilidad principal de su clase: El Arco. Observando el vuelo de las aves aprendió a usar la fuerza y el viento, logrando que sus disparos fueran tan rectos como un cabello tensado, también logró que sus flechas tomarán curvas según su voluntad, de este entrenamiento logro disparos que ella misma había considerado imposibles. Al fin el arco y la flecha fueron una extensión de su cuerpo… de su voluntad.
Así paso mucho tiempo, pues se sintió tan a gusto en su nuevo hogar que creía que lo único mejor que eso seria llegar a guardia real; por lo que no quiso ningún otro cargo de más importancia, hasta que se renovará a la guardia imperial.
Y continuo entre tanto aprendiendo de su querido bosque, aprendió el modo de cazar de los grandes felinos y su forma de correr se dio cuenta que la velocidad no solo era potencia de músculos sino un conocimiento intuitivo de cómo saltar y mover todo el cuerpo ayudándose del viento, como si este fuera su aliado y este llego a ser mas que su aliado un ser que sonreía para ella y su velocidad. Observando a los grandes y ágiles simios entendió que la coordinación entre brazos, piernas y ojos era la base para su agilidad llegando a ser tan diestra en ello que podía esquivar el disparo de una flecha de sus compañeras a tiro de piedra.
No solo educo su cuerpo y su mente en los oficios de centinela sino también educo su espíritu, se sentaba a ver a los animales en silencio, al inicio para aprender de ellos, luego para admirarlos y al fin solo para estar con sus “amigos”; prácticamente leía en sus ojos y movimientos los deseos de ellos y ellos entendían los suyos, nunca dejo de temerles del todo pero el respeto siempre fue mayor. Observaba e imitaba la paciencia de las serpientes, así aprendió a concentrar todo su espíritu en un disparo que aunque tardo en ser lanzado poseía una fuerza mas allá de élfica, era casi mágica. Mejoro ese disparo y logro muchas variantes de el más y menos rápidos, que mezclados con su precisión lograban golpear al enemigo en sitios que rompían su concentración y robaban su espíritu (lo que los magos llaman aún Mana).
Si tan solo sus habilidades hubieran terminado ahí bastaría para ser la mas impresionante centinela de la historia élfica, pero aún aprendió dos habilidades que no tendrían precio: La primera fue un ataque al piso que hacia el terreno tan suelto que no ofrecía resistencia al caminar, evitando que se pueda andar con facilidad en el al que le llamo “Cortar Alas”. Y el segundo sería el mejor de sus “Aspectos” el “Aspecto de Halcón”, aprendió a disparar cada flecha con la fuerza de todo su cuerpo, al fijarse como aquella ave cazaba a sus pobres victimas, lanzándose en picada y acelerando cada instante con todo su cuerpo.

Y como no hay plazo que no se cumpla; por fin el gran día llego, la exhibición de habilidades para elegir a los nuevos guardias reales. Toda la comunidad elfa esperaba ese día, desde centinelas vigías hasta jefes de escuadrón concursaban por el honor y la responsabilidad de ser un guardia real. En la exhibición ocurrieron milagros. La esbelta y atlética vigía asombro a todos, su cuerpo elástico y musculoso parecía más de un joven que de una mujer elfo; en las pistas de carrera (su primera prueba) palideció al ver a sus adversarios elfos más fuertes, más altos y con ojos de seguridad; pero sus recuerdos vinieron en su ayuda recordó la mirada de los grandes felinos con que ella corría recordó que sus ojos no eran de seguridad eran de hambre de deseo de matar, sintió la fiereza de ellos en su cuerpo y el susurro de el viento, aquel amigo que nunca la dejaría sola; y sonrió fue una sonrisa de temer, mezcla de hambre de victoria y sensualidad por el viento; la trompeta ordeno la salida todos los corredores salieron en picada, todos menos uno, la joven centinela no corrió, un soplo de viento le había dicho que vendría un gran viento contrario, que no luche contra el que espere, que incline su cuerpo como si fuera una flecha en vuelo y espere que pase, que no gaste su energía que como cada noche en los bosques solo se deje llevar por su instinto hacia la presa, hacia la victoria; y entonces corrió nadie dijo nada, nadie suspiro no era un elfo lo que corría era una expresión de la naturaleza, desde el final de los corredores empezó a serpentear entre ellos apoyando todo su cuerpo en sus cuatro extremidades en cada quiebre y luego flotando como en vuelo. Al llegar a la meta la expresión de sus ojos cambio volvía a ser un elfo, un elfo que no oía más que los aplausos y veía a lo lejos el cansado correr de sus competidores; por primera vez se vio su “Aspecto de Chita”.

La lucha con armas era la segunda prueba, al igual que en la anterior la joven elfa destaco por su pequeñez y falta de robustez, pues aquellos que pasaron la primera prueba fueron solo los veinte más fuertes de entre cien, todos ellos enormes guerreros; salieron juntos a la arena en una pelea que solo permitiría tres en pie, el resto debería quedar fuera de combate (aunque no se debía matar a ningún compañero), Cada cual eligió un arma; la astuta centinela sabía que la pelea cuerpo a cuerpo era su punto mas débil así que trazo un plan, escogió como arma una espada ligera, y espero que empiece la batalla; la arena era un caos una pelea de todos contra todos, rápidamente iban cayendo los aspirantes, entre ellos tres se destacaron, la fuerza de sus brazos hicieron caer a muchos; al final solo quedaban aquellos tres bravos y la joven elfa, como había llegado ella a ese punto nadie lo sabia, lo que si sabían es que de ese punto no iba a pasar, los tres luchadores se miraron y dos de ellos se rehusaron a pelear con un oponente obviamente mas débil, el tercero acepto hacer el poco meritorio trabajo de deshacerse de aquella elfa; el primer mandoble fue detenido con dificultad por la espada de la elfa, pero el siguiente quebró la espada, el guerrero le pidió con la mirada que se rindiera el no quería herir a una mujer, pero ella no se dio por aludida salto hacia atrás y cogió dos espadas de tantas que habían como restos de la batalla con ellas en las manso reto a su rival el que harto de tanta arrogancia fue en carrera hacia ella, la joven elfa no lo ataco sus sablazos fueron directo al piso y su “Cortar Alas” hizo el resto, el poderoso elfo no pudo alcanzar a la ágil elfa durante veinte minutos la ira del guerrero iba en aumento y con su subida bajaba su sensatez y sus energías pues cada paso le demandaba cada vez mas trabajo, al final este cayo rendido del cansancio, la multitud abucheo a la elfa no consideraban tal victoria como justa, pero el jurado fue estricto ella permaneció en pie. Había tres finalistas.

La prueba de arco era la siguiente, se supondría la más fácil de todas para la joven arquera, la primera etapa la supero sin problemas, ella y los dos arqueros más destacaron, ninguno de sus disparos fallo la diana de los tres fue impactada en el centro en el primer disparo sin importar la distancia; el desempate se daría con una presa en movimiento para tal fin soltaron un majestuoso tigre, el sería la etapa de desempate; la muerte de un animal por deporte era muy rara entre los elfos, pero era inaceptable para aquella arquera, para ella las bestias eran como su familia. La prueba empezó, prestos los arqueros apuntaron a la bestia, ninguno de ellos le dio de lleno solo le rozaron, uno no disparo; la centinela del bosque no pensaba en disparar, pensaba que no bastaba con no matar al tigre había que evitar que lo maten ¿pero que hacer? ella no sabía que esa sería la prueba; la bestia huía, y ya salía de la pradera para entrar al bosque, esa sería su salvación, la arquera estaba feliz no había tenido que hacer nada, no llegaría a ser guardia real pero el tigre viviría, mas uno de los disparos hizo voltear al tigre y sin ninguna lógica ni causa aparente, cerca ya de la salvación corrió contra los arqueros acercándose rápidamente, ahora ellos debían matarla, ya no por la prueba sino por sus vidas; ambos arquero esperaron a que el felino se acerque más, no podían fallar, tensaron los arcos y dispararon, se creía que la única duda seria cual flecha diera más cerca del corazón o la cabeza eso decidiría al ganador, pero no fue así ambas flechas cayeron al piso como por magia, todos quedaron asombrados, los arqueros sin dudar volvieron a disparar, y sus flecha volvieron a caer, entonces se dieron cuenta, la joven arquera pasiva hasta ese momento, arco y flecha en mano había salvado vez tras vez la vida del tigre, los arqueros seguros de que morirían huyeron, sin comprender como aquella hermana elfa los condenaba a muerte… pero no fue así ,ella no dejaría morir a nadie, el siguiente disparo fue hacia el tigre, este no cayo desplomado simplemente dejo de correr, con mucho esfuerzo caminaba, la elfa mostraba por primera vez el mas útil de todos sus disparos el “Disparo de Concusión” abandono su “Aspecto de Halcón” y se planto de cara al felino, ella pudo haberlo matado pero no lo haría era parte de su familia, parte del bosque, el entendió y ambos corrieron hacía el lindero del bosque, entonces todos pudieron ver la razón por la que la fiera ataco; al ser capturada una de sus crías la rastreo y espero cerca del bosque, y al sentir su olor fue a su encuentro y casualmente una flecha lo había herido, la salvadora de la bestia saco la flecha, desgarro su ropa y vendo al cachorro, la tigresa llevaba ya al cachorro en sus fauces, mientras la arquera regresaba hacía el jurado, el que seguramente haría mas que descalificarla, tal vez la encerrarían por poner en peligro a sus compañeros. Los dos antes aturdidos oponentes al verla venir corrieron hacia ella y a unos pasos de su hermana elfa, se detuvieron y clavaron sus arcos en el piso como señal de rendición mientras hacían una venia de respeto y reconocimiento, el publico entero se puso de pie, aplaudiendo y vitoreando, nunca antes se había visto la esencia elfa de manera tan pura en una simple arquera. El jurado bajo de su estrado y uno por uno abrazo a la joven arquera; ella nunca puso en peligro a sus compañeros, ella era capaz de manejar situaciones aún más difíciles, y ellos lo sabían; si esa joven quería ser guardia real, lo sería. La caza deportiva, se considero un crimen desde ese día.

Fue lo que siempre quiso el más feliz de sus sueños hechos realidad. De nuevo en el bosque se despidió de sus compañeras y pasó el mayor tiempo que pudo entre el viento, el río y los animales; eso fue su ruina; en uno de sus acostumbrados paseos sus sensibles sentidos oyeron el rumor, su olfato sintió el miedo y sus ojos lo presenciaron, un hijo de Cenarius atacaba a los animales, no era hambre lo que veía en sus ojos, su mente no entendía como un guardián del bosque podía romper los sagrados preceptos, ¿ella que podía hacer? el era sagrado, ni los mismos capitanes le hubieran levantado la mirada. Pero su instinto no dudo, mientras su mente pensaba, su mano tomo la espada, y sus piernas corrieron hacía él, el hijo de Cenarius, el menor, el querido, sintió la acometida y la rechazo, la batalla fue dura el guardián del bosque era mas fuerte que la centinela, y ella lentamente iba siendo derrotada, su mente al fin despertó del letargo de la obediencia y decidió la muerte de su oponente, sabia que seria ejecutada por eso, pero su bosque no sería dañado ni aún por un hijo de Cenarius, el siguiente golpe de espada no lo dirigió al guardián sino al piso esquivo el contraataque y corrió tras el llamado del viento; ni aun las fuertes patas del guardián del bosque pudieron correr, caminaba hacia ella mientras ella corría de él, pero no huía, solo se alejaba pues antes que un suspiro saliera del guardián ella paro de golpe, giro en sus talones y concentrando toda su energía en un solo punto, en la punta de su flecha, partió la cabeza de su oponente.

Era una valiente elfa y no huiría, fue enviada al exilio en castigo, pero ese no era un castigo pues aunque su nombre fue menoscabado y humillado, y aunque nunca mas sería parte de la sociedad elfa, pues perdería el derecho a un nombre bendecido y sería llamada en adelante Maldad, – el consejo sabía que ella era inocente de crimen, su alma había sido probada en aquella prueba de arco ¬- la había salvado de la venganza de los hijos de Cenarius pues cuando ellos llegaron a pedir la cabeza de la asesina, no la encontraron; mas uno de ellos no se quedo conforme, era hermano del asesinado y no creyó la historia de la asesina, ¿como un elfo podría vencer a un guardián del bosque?, su hermano había sido asesinado a traición no en una justa batalla, su hermano nunca dañaría a los animales del bosque. El la cazaría y mataría así tuviera que dejar la bendición de ser hijo de cenarius, y salir de su sagrado bosque al desierto en que ella había sido exiliada. Su alma y su fuerza abandonaron su cuerpo y este murió y tomaron el cuerpo de un gran felino el más grande y fuerte que nunca existió en un bosque, y fue tras ella.

Paso tras paso el corazón de la ahora “Maldad” se marchitaba, ya nunca mas el bosque, ni el rió, ni árboles, ni sus queridos hermanos los animales; solo el fiel viento, su malhado nombre y su tristeza la acompañaban; sintió odio por aquel que la obligo a matarlo, juro exterminar a todos los de su especie, no mas mentiras de los guardianes del bosque, solo muerte. Volvió sobre sus pasos y en el límite del bosque y el desierto lo encontró a él, la más bella y feroz fiera, al hijo de cenarius en forma de temible felino. Solo fue verse, ambos entendieron lo que pensaban y se embistieron, los grandes y majestuosos simios que presenciaron el acto no lo podían permitir, intentaron detenerlos, pero fueron muertos por la locura de ambos, la lucha duraba ya un día ambos cuerpos colapsaban, pero el odio y la ira los mantenían en pie y luchando.
Una estocada final atravesó el pecho de ambos, un tercer luchador, vigilante y silente salio de las sombras y los atravesó, en su loca pelea no lo vieron llegar; viéndolos morir, se reía y contaba como habían poseído sus oscuros esclavos al hermano menor de aquel guardián moribundo, y habían engañado a la tonta elfa, se reía de romper la alianza de la naturaleza y los elfos, facilitando así la llegada de su señor; pero rió muy pronto; unos colmillos se clavaban ya en su cuello y una flecha atravesaba su cabeza; las lagrimas de desconsuelo se mezclaban con la negra sangre, mientras la aquera ya sin fuerzas para mas solo gritaba: “Ysera, no lo permitas”.

Solo escuchaban dos cosas: su corazón callándose lentamente y una voz que decía: “Maldad ¿Protegeréis toda vida de este mundo de la oscuridad?, la vida de ambos será una y no tendrán familia, ni amigos, ni hogar, hasta cazar al ultimo oscuro”. un suspiro de muerte y vida dijo un doble SÍ, bestia y elfa aceptaban. Despertaron lejos ya de la locura, vieron y entendieron, se culpaban mutuamente de la muerte de aquellos valientes simios, pero ese era un mal menor, ellos debían cazar y matar a todos los oscuros; solo estarían ellos dos, se necesitaban y se odiaban, sabían que había un pacto de lealtad entre ellos que ni su odio podría romper mientras uno viviera, ambos vivirían. Sabían que les estaba prohibido otro aliado, les estaba prohibido su bosque… partieron. Pelearon juntos miles de veces se entendían y admiraban, la fuerzas de uno eran el apoyo del otro, los cazadores perfectos, sin fallar jamás, los cazadores de oscuros idóneos, pues ellos mismos eran oscuros, pues en su corazón el odio moraba.

La maldecida arquera se despertó, mientras su terrible compañero, el antes guardián del bosque, mostraba su impaciencia, era el día que esperaron durante milenios el día de su muerte a cambio de la de muchos oscuros, nunca se les había presentado un festín más esplendido y ellos no desperdiciarían tal oportunidad. La gran batalla empezaría, las fuerzas conjuntas de orcos, humanos y elfos esperaban el terrible choque que vendría, la hora del destino llamaba y la muerte esperaba. Solo dos solitarios guerreros se apartaban del grueso del ejército de Azeroth, prohibidos de tener aliados; sin ningún compañero que tranquilizará sus miedos (si acaso eran capaces de sentir miedo).
Maldad y la bestia esperaban su última batalla, guerreros tan antiguos y fuertes como el mismo Illidan, habían luchado por milenios, habían visto mucho y aprendido más. Sabían que no podrían vencer a ese ejercito, su único deseo: “llevarse el mayor número de oscuros antes de morir”.
Desde la base aliada divisaron dos sombras a lo lejos, pero pensaron que era un error, ¿qué pareja de insensatos se plantaría de cara ante tal ejercito? Los guerreros de la Legión del Caos vieron a la arquera y a la bestia enormes carcajadas tronaron, pero las mandíbulas batientes fueron cerradas por violentos disparos, decenas de guerreros de choque cayeron al unísono, las primeras filas corrieron en iracunda avalancha contra la pareja, pero aquellos dos ya no eran solo un espíritu del bosque y una arquera, durante miles de años de batallas habían aprendido tanto…
La elfa empuño dos espadas relucientes en un brillo esmeralda y una onda salió de ellas; esta vez no pulverizo unos metros de suelo como en aquella batalla contra el guardián poseído, esta vez un centenar de enemigos se hundían en el piso y aquellos que no morían bajo el suelo caían destrozados por sendas flechas, mientras la pareja sonreía. Los oscuros magos crearon un puente y las filas avanzaron corriendo, mientras los brujos hacían caer sobre aquellos insensatos, docenas de infernales; la arquera corrió, no huyendo sino tomando distancia, mientras la bestia desaparecía. Una tanda de multidisparos mutilaba y destrozaba aquellas temibles moles, en tanto tras las fila de guerreros aparecía la enorme y feroz bestia destrozando a los físicamente débiles magos, todo un sequito de magos y brujos caían sin vida ya, sin tiempo para convocar sus oscuros poderes. Para cuando hubo alguna reacción la bestia se hallaba ya al lado de su compañera sobre los restos de un infernal.
Las presentaciones terminaron, el peligro fue valorado y la legión actuó; temibles y putrefactas abominaciones rodearon a la pareja, la primera línea fue defendida por la feroz bestia en tanto la arquera vaciaba una inacabable aljaba, nunca un zarpazo y una flecha dieron innecesariamente un mismo blanco, la coordinación entre la elfa y la bestia era maravillosa ellos no peleaban: danzaban; veinte minutos duro la macabra danza muchos cadáveres cubrían el piso; pero era obvia de donde provenía su fuerza, la legión los fue separando poco a poco, aturdiéndolos con magia para evitar que se juntarán, en vano trataron de abrirse camino uno hacia el otro, su suerte estaba sellada. A pesar de que la piel de la elfa y la bestia se hallaban bañadas en sangre y sus cuerpos ostentaban hachas y flechas en ellos, caían y se levantaban de nuevo, otra vez su unión sería cortada, a una orden ambos fueron atravesados en el corazón: “la vida de uno seria la vida de ambos”, solo en ese momento se dieron cuenta lo que sentían el uno por el otro. Ambos querían morir juntos como habían vivido, no había mas odio, solo respeto, admiración y quien sabe tal vez algún resquicio de cariño.
Batallones enteros de guerreros y magos habían caído, pero para el poderoso “Damoth” el ultimo corruptor, esto lejos de una pérdida sería una ganancia, los cadáveres esclavizados de aquella pareja serían formidables armas en la batalla que se avecinaba. Espíritus tan poderosos no serían controlados por simples nigromantes un mismísimo señor del terror tendría que hacerlo, el pilar de aquellos dominadores de almas, traería de vuelta la peor versión de la mortal pareja. Los cadáveres se levantaron con la mirada triste y perdida, se les ofreció alimento para sus débiles cuerpos, el cadáver de dos pequeños niños. Más les hubiera valido no hacerlo, los ojos de ambos brillaron, las cadenas de su alma se rompieron y la fiereza se dibujo en sus rostros; su cuerpo sin vida sustentado solo por su voluntad invoco al que creyeron el ultimo regalo de Yesera la “Cólera de Bestias”.
Elfa y bestias inmunes a la magia, agiles como felinos, fuertes como kodos, no fueron alcanzados por ningún arma, el cadáver de “ Damoth” cayó victima de la naturaleza y con él muchos de sus discípulos, fueron solo segundos, los últimos residuos de energía cesaron y la pareja volvió a caer.
Esta vez nadie osó acercarse a los cadáveres, no era respeto (tales seres no conocían ninguna nobleza) era miedo. El ejercito avanzo, nadie nunca sabría de aquellas escenas, el nombre de “Maldad” sería siempre despreciado ya que su nombre élfico ni ella misma recordaba, el espíritu del guardián del bosque no se uniría a sus hermanos; serían para siempre dos almas torturadas.

La batalla del Monte Hyjal no necesita ser contada; al acabar esta, una comitiva de guerreros de Azeroth eran escoltados por abominaciones y nigromantes que esperaban convertirlos en parte de su guardia personal, escolta que sacrificar, para asegurar su huida de una guerra perdida. Dos elfos nocturnos, tres elfos sangrientos, dos guerreros tauren, una mujer humana, y cinco trolls eran llevados cautivos; ninguno temía por su vida su único temor era que sus cadáveres serían utilizados como esclavos, pero contra ello no podían hacer nada, ya lo habían intentado y sus fuerzas combinadas no lograron nada, al fin y al cabo eran simples guerreros; ellos no eran rival contra formidables abominaciones y oscuros magos. Pero la suerte no les había abandonado un chaman orco y un paladín humano habían divisado la comitiva y la siguieron para rescatar a los infaustos rehenes; la batalla no fue fácil para aquellos dos héroes, pero el espíritu de sacrificio del valeroso paladín permitió al chamán concentrar mana para poder usar sus poderos tótems, con ellos defendiéndolos los oscuros fueron aniquilados.
La nueva comitiva se dirigió a un bosque cercano, en el que esperaban recuperar fuerzas antes de continuar su viaje a sus respectivos hogares. Al amanecer de la primera noche de paz en el bosque oyeron ruidos cercanos pero ya descansados se prepararon para pelear valientemente, lo que vieron les heló la sangre, los cuerpos destrozados de Maldad y la Bestia, ambos ahora no-muertos avanzaban con menor vigor aun del que se esperaría de dos cadáveres; cuando solo unos metros los separaba de la sorprendida compañía ambos cuerpos se desplomaron. Los guerreros no sabían que hacer aquellos no eran los enemigos normales de siempre su actitud era distinta, no atacaban y un brillo de luz se notaba en sus ojos, pero tampoco podían ser amigos, eran esclavos del enemigo, marionetas de los nigromantes. Solo dos de entre todos no dudaron que hacer: el chaman y el paladín: el chaman guiado por su comunión con la naturaleza, reconoció a dos nobles almas, a dos fuerzas de la naturaleza abatidas y su primer impulso fue ir a socorrerlas. La reacción del paladín fue distinta, el solo veía dos no-muertos, victimas de la plaga como lo habían sido sus padres de los que tuvo que librarse para no correr el destino de su hermanita, pero no pensaba en ello, el ya no recordaba más esas escenas, la fe y la moral lo protegían de tal dolor y ambas le decían que el único camino era la erradicación de aquellos infelices.
El chaman detuvo el ataque del paladín, ambos héroes tenían ideales y valor, los guerreros perplejos no sabían que bando tomar, al fin la mayoría apoyo al chaman, recordando que ese hubiese sido tal vez su destino, solo la mujer humana tomo el partido del paladín tal vez por haberse prendado de él o tal vez porque los humanos habían perdido la unión con la naturaleza que otra razas aún conservaban. Las energías curativas del chaman reanimaron a la pareja de cadáveres y tras horas de curaciones interrogatorio y atenciones, Maldad hablo, hablo inteligiblemente una antigua lengua élfica, que solo el alto elfo entendió, era la primera palabra que decía en milenios, no había hablado con nadie desde aquel SI a Ysera en el exilio, fiel a la promesa que le permitió vivir; pero al final Ysera en un momento de lucidez y piedad, libero a ambos y les permitió su mayor anhelo morir en el bosque y unirse a el, también les ofreció que cuando esto pasará se unirían a ella también, en el sueño esmeralda.

Como agradecimiento a aquellos cuyo corazón dejo cobijo a la piedad les prometió vivir en aquella torturada forma durante el tiempo necesario para legarles los principios y habilidades aprendidas en su vida, con solo una condición nunca serían transmitidas a los ciegos humanos, a parte de ellos todos los hijos de Azeroth podrían ser llamados hermanos del bosque; durante años enseño a cerca de cien aspirantes a cazadores, ya que la familias de sus salvadores se unieron a ellos. Cuando por fin la pareja sintió los progresos llamó a los cinco mejores entre los que figuraba el joven chaman (su salvador), y les pregunto que era lo mejor que habían aprendido, la respuesta fue unánime: “entender al viento”, ella sonrió y dijo; “no me necesitan más, busquen a su bestia, a su hermano, aprendan juntos el resto y enséñenlo; a mi Yesera me llama”.

Caprichos de guerreros o tal vez la mayor muestra de su respeto, ambos bestia y elfa corrieron en direcciones opuestas y el pequeño grupo contemplo absortos el camino que la pareja había elegido para unirse a Yesera y al bosque: empezó la pelea. Fue bella, terrible y asombrosamente rápida, los espectadores no daban crédito a tanto poder, cada zarpazo, cada flechazo, cada mordida y cada golpe de espada arrancaban una parte del cuerpo de los contrincantes, pero también lograba una dulce sonrisa de la elfa o un destello de cariño en los ojos de la feroz bestia. El final fue sorpresivo, la bestia logro derribar a la elfa, esta arco en mano aun, lanzo al cielo un brillante disparo antes de que su cuello sea cercenado de un mordisco, la bestia agacho la cabeza sobre el pecho de su compañera y quedo estático durante unos segundos. Cinco pares de conmovidos ojos vieron caer la última flecha lanzada por la milenaria arquera, en instantes la cabeza de la bestia y el corazón de la elfa muerta eran atravesados. La última lección, había sido dada: “Piensen como uno, vivan como uno, peleen como uno y mueran como uno”.
Datos del Cuento
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