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Caín y Abel

Aún no sé que se siente cruzar la frontera de la muerte,
pisar la tierra maldita, y visitar la
casa de la Gran Ramera.
Ronin Lane




Ronin Lane

Caín y Abel

Estábamos por finalizar el último cuatrimestre y el Profesor de Escritura Creativa nos había dicho que escribiéramos un cuento. Un cuento... ¡demonios!, jamás he escrito un cuento, solamente poesía y algunos artículos con miles dificultades.

El maestro dijo que leyéramos algunos cuentos de autores expertos en tapudencias, sin embargo, el único libro que leí fue el de Allan Poe y su obra “Cuentos”.

Al principio cuando leí “Manuscrito hallado en una botella” dije: “¡Qué porquería de cuento!, es estúpido, y la narración es una comida insípida difícil de digerir. Pero pronto me di cuenta que “El gato negro, El corazón delator, y El extraño caso del Señor Valdemar” no eran escritura putrefacta, más bien, una manzana literaria, y que la belleza del mal bien redactada, es un terrón de azúcar desasiéndose en nuestra imaginación.

Mi mamá se encontraba en casa palmeando tortillas, (eran las 11: 00 am).
- ¿Tenés tortilla Lidia? –dijo Pancho-
- sí. ¿Cuántas querés?
- Déjame unas dos –contestó él.

Pancho era un joven de 25 años de edad, sus padres habían muerto, vivía con sus hermanos en una casa de estaba como a unos 20 metros de mi casa.

El hermano de Pancho, Guarito había comprado una libra y media de hueso de res, y media libra de carne, la había puesto en una mesa cerca de la cocina.

Coya convidó a Pancho que fueran a discernir y analizar unos cuantos tragos de licor al bar “El Jocotazo”, saborearon unas cuantas ron platas, pero no era suficiente para embriagarse, además ya no tenían dinero para seguir consumiendo.

- ¡Hey vos Mica, tráeme otra pescuezona!
- Tenés para pagar, porque te has bebido junto con Pancho tres –dijo ella-
- No te preocupes, después te pago.
- ¡Uh!, Vos crees que soy babosa, ni verga, si no hay riales, no hay guaro.
- No seas así... hombre...
- No, no, no... nada, “con el dinero baila el perro”.
- Dale pué.
- Espérate, ya sé cómo podemos conseguir los riales para unas dos pescuezona - dijo Pancho-
- Dónde preguntó –Coya-
- Mirá, Guarito está dormido, aprovechemos mientras descansa y robémosle la carne que dejó en una mesa en la cocina, se la traemos a la Mica y que nos dé por la carne y el hueso dos ronplatas ¿Qué decís vos?
- No jodás... está bueno, dale pué.

Cuando llegaron a la casa, Guarito producía unos ronquidos como los de un lagarto hambriento.
- ca... llá... te -dijo en voz baja Coya-
Abrieron la puerta lentamente los pirucas para no producir ningún ruido, y con cautela se tamalearon el hueso de res.

Cuando Guarito de levantó de la cama fue a la cocina a buscar el hueso, pero no encontró nada, ni la pana. Se enojó tanto que maldijo la puta vida de ambos, y posteriormente buscó un machete para luego ir a buscarlos.

Coya y Pancho estaban una cuadra de la casa riéndose de la sorpresa que encontraría Guarito cuando no encontrara nada.

- ¿Ustedes fueron los que se me robaron lo que tenía en la cocina en una mesa, verdad?
- ¡Te pica el culo! –dijo Coya-
- ¡Ni verga te hemos agarrado nosotros! –dijo Pancho-
- Solo ustedes saben que me voy a tragar ese cuento, yo no sé, pero me entregan la mierda, o los hago salpicón ahorita mismo.
- ¿A quién vas hacer salpicón, acaso estamos cotos para dejarnos? –contestó Pancho-
Mientras estaban discutiendo Pancho y Guarito, Coya agarró dos piedras grandes y le dijo a Pancho – déjalo que te toque haber si no le estampo una piedra en la cara.

Coya y Pacho se fueron a la otra esquina que estaba a una cuadra de donde se encontraba Gaurito, y desde allí comenzaron a insultarlo, y a tirarle piedras, que cuando eran lanzadas le pasaban chiflando el rostro a Guarito. De tal manera que Guarito no se contuvo más y fue donde estaban. Pancho no le tenía miedo a sí que fue el primero que lo enfrentó.

- Dejá ese machete y nos turquíamos a ver si sos huevón –dijo Pancho-
- Dale pué, quiero ver si socas como decís vos.
Guarito dejó el machete en el suelo y se acercó donde estaba Pancho guardando la distancia, porque no podía confiar en él, sin embargo, cuando estaba casi cerca, Pancho sacó un cuchillo bien filoso que tenía oculto en la parte trasera de su bolsillo.
- Te fijás sos un maricón de los que si no tienen un cuchillo no se pueden defender, sos un hijueputa ladrón junto con Coya, que tarde o temprano me las van a pagar de ésta no pasan, ¡uhhh...! mas de alguno tendrá que pagármelas.

Tomó su machete y luego entró en la casa de su hermana Carmen (La Chompipona).
- ¿Pero cómo vos sabes Gaurito que Pancho y Coya te agarraron esa babosada?
- Si ellos fueron, quién más podía ser, más que solo esos malditos ladrones.

Cuando estaban conversando, entró Pancho por la puerta del comedor donde estaban Carmen y Guarito.
- Estaba pensando que no encontraría a la lacra ésta -dijo Pancho en un tono áspero contra Guarito-
- Esto es demasiado, ya no aguanto más, primero me robas lo único que tengo para comer, y todavía venís aquí solamente para vulgarearme como si no te bastó con apedrearme ¡ah!

La furia de Guarito había alcanzado su máxima expresión, de modo que agarró el machete que tenía cerca de su silla, lo sujetó con una fuerza que fue imposible que la Carmen se lo quitara.

La discusión cada vez se tornaba más caliente, en eso llegó La Gorda cuñada de Guarito.
- ¡pero qué te pasa, cálmate, que estas loco, vas a cortar a la Carmen!
- ¡Soltáme el machete que lo voy a machetear a este mal nacido, hijo de la gran puta!
- Dale pues juelacienputa, mierda, cerote, muerto de hambre... vos crees que te tengo miedo.

Como pudo Gaurito se soltó de la Gorda a quien la botó de un empujón que la hizo que mirara el mundo al revés. La Carmen se sujetó de su cintura como una garrapata, pero fue imposible todo intento.
Pancho cuando se miró que no tenía nada a mano con que defenderse salió por la puerta trasera de la cocina corriendo pensando que Guarito no lo alcanzaría. Pasó por el portón de la entrada principal de la casa; y se dirigió a la casa de mi tía Mercedes que era la que estaba más cerca para esconderse de Guarito. La sangre estaba alterada, el corazón bombeaba aceleradamente, la respiración era más intensa. Llegó a la casa de mi tía, pasó por el portón principal, subió la acera de afuera, y de una manera desesperada quiso abrir la puerta, pero estaba bajo llave, ya que nadie se encontraba en casa. En ese momento supo que es sentir una presión aterradora donde a la vida personal solo le quedan unos minutos para ser consumida por el fuego de la venganza, de alguien que viene decidido por la influencia de la bestia que se oculta en la subconciencia, y solo puede salir cuando se le excita con palabras ásperas.

Golpeó incansablemente, pero no logró abrirla, ya que cuando lo estaba haciendo miró que Guarito venía con todos los demonios que Satanás le podía conceder para que su acción fuera todo un éxito.

Cuando Guarito lo vio que estaba golpeando la puerta, le lanzó un machetazo que si Pancho no se hubiera apartado lo hubiera convertido en dos tapitas de limón.

Pancho salió corriendo hacia donde estaban unos barriles, pero antes de llegar se tropezó con un embaldosado, cayó inmediatamente y ya no pudo escaparse de Guarito. Guarito primero le propinó un cinchonazo cuando estaba boca abajo, Pancho sintió el riendazo que lo obligó a darse vuelta solo para que Guarito le diera un machetazo en la parte izquierda de su hombro, y romperle la clavícula, y hacerle una herida tan profunda, que después de retirar el machete la sangre se expandió como un volcán en erupción.
Cuando la carne de Pancho sintió el sabor de la filosa rula solo pudo emitir un grito ahogante, ¡Ay-ay-ay!. Guarito se quedó por un momento viéndolo, su machete estaba bañado de sangre, gotas rojas chorreaban de la lámina acerada lentamente... así que se alejó de él a paso lento con dirección a su casa con una serenidad física; pero con una condena familiar jamás experimentada.

La sangre salía como si le habían abierto la puerta exterior a la sangre con destino a la libertad, su vista se apagabas a un nivel acelerado, solamente escuchaba un voz en el abismo exterior de un mundo, que ya más volvería a ver, el corazón se estaba quedando sin el líquido rojo que lo alimentaba, su respiración no era normal, sus fuerzas para absorber el oxigeno se extinguían por la gran abertura profunda en su pectoral.

Dos de mis primos habían visto la escena más cruda y macabra que un hermano pudiera hacer en contra de unos de su propia genealogía. Mi hermano salió de su casa cuando escuchó el grito de Pancho. La casa de mi tía estaba cerca de la casa de mi hermano cuando llegó vio a Pancho agonizando en un charco de sangre.
- To... to... lla… má, u-u-una ambu...lan... cia...
- ¡Cálmate, no hables demasiado, no te preocupes, ya viene en camino, te vamos a llevar pronto al hospital, ya veras te sacaremos de aquí...!
- ¡Me, me estoy muriendo, ayúdame, por favor!
Mi hermano nunca había visto el rostro de un conocido que pide auxilio y misericordia cuando su vida se extingue a una velocidad donde el tiempo es corto.

La ambulancia llegó tarde, Pancho había muerto desangrado, su rostro estaba como una hoja de papel en blanco. Lo trasladaron al hospital solamente para que el forense le hiciera la autopsia, porque todo intento de devolverle la vida hubiera sido nulo.

Lo velaron en su casa, una gran muchedumbre de vagos, y conocidos estaban en su casa, desgraciadamente, durante su último adiós sus hermanas no le dieron la mano. Su fallecimiento fue como el de un perro desconocido. Algunos lloraron, otros se lamentaban de su muerte tan repentina, mientras que unos justificaban el asesinato de Pancho.

Guarito se encontraba en una bodega abandonada que estaba a unos 4 kilómetros de donde era la vela. En una silla con la cabeza hacia abajo, maldecía su vida porqué su furia se había apoderado de su razón. La conciencia era un gusano que poco a poco se iba comiendo su alma, las lágrimas amargas destrozaban sus sentimientos. Era una guerra que apenas comenzaba, porque consideraba que la culpa la había tenido Coya, por lo tanto él sería el próximo en morir para luego suicidarse y finalmente destruir su sufrimiento.
Datos del Cuento
  • Autor: Ronin Lane
  • Código: 13818
  • Fecha: 14-03-2005
  • Categoría: Terror
  • Media: 6.56
  • Votos: 97
  • Envios: 1
  • Lecturas: 4792
  • Valoración:
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Comentarios


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1 comentarios. Página 1 de 1
noemi
invitado-noemi 02-04-2005 00:00:00

NO ES POR NADA PERO EL CUENTO APESTA, NO TIENE NI PIES NI CABEZA, ADEMAS EL VOCABULARIOP DEJA MUCHO Q DECEAR, DE ONDA MAN, PERO DEDICATE A ESCRIBIR ALGO Q DE GUSTO LEER..

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