Carta a una amiga en momentos difíciles
Luego de tu llamada de teléfono, de darme la información que noto te tiene ahogada sólo me queda expresarte algunas cosas que espero sirvan de apoyo en los momentos en que sientas flaquezas, que la soledad te agobie, que las respuestas se coman a las preguntas, que nadie esté a tu lado pero que tengas un apoyo con mis palabras aunque sean escritas. Lo que me has contado duele, duele en el alma y, en verdad no tengo soluciones para ello, tan sólo lo que pienso de ti, que verás reflejadas en estas palabras.

Te repito hasta el cansancio que tienes un don muy hermoso, juegas con "la palabra" como lo haces con las manos. Tus manos por lo que recuerdo son manos de artista, tienen un poco de flamenco, otro de bailarina árabe y mucho de una mujer erótica. Han pasado años desde la última vez que sentí en mi rostro una caricia tuya y créelo que al traerla a mi presente, me vuelve a excitar.

Veo que dominas el verbo de la misma manera. Y lo bello de ello, es que lo haces de forma
natural, espontánea, tal y como dices, lo disfrutas hacer cada vez que encuentras un ser amigo, sin tomar en cuenta quién sea, bueno yo he sido uno de esos seres que tuvo la suerte de cruzarse en tu camino y de recibir esa radiación atómica de placer que de seguro mantenías represada por aquellos días. ¡Gracias! es lo que de mi corazón sale, como para expresar la gratitud, pues desde la primera vez que sentí tu contacto, me imantaste, tal y como te expliqué se hace con un tornillo u otra cosa. Esa energía positiva ha sido una carga que guardo con todo placer, que revivo muy a menudo y que me ayudan a ver las cosas con otro color.

Parecería un cuento o algo por el estilo, pero es simple y llanamente la pura verdad. Sé que ambos debemos tener cosas en común, somos hijos de un mismo pueblo, como de una sangre similar, y podría explayarme en explicaciones metafísicas que no creo sea este el momento ni la oportunidad para hacer, pero hay no algo, mucho que nos une, como amigos, como seres, como amores.
Vivimos caminando en aceras equivocadas, pero nunca he dejado de mirarte aunque sea de lejos. Y hoy que estás en una mezcla de sentires, unos alegres y otros no tanto, no sé que decirte fuera de que te siento cerca, y quiero para ti lo mejor, pues te lo mereces, te dije y te repito que al otro lado de tu teléfono, mail, o mismo de tu pensamiento me encontrarás cuando quieras, para lo que quieras, inclusive para secar tus lágrimas si fuere necesario, o para darte una palmadita de aliento, aunque creo que eso no necesites pues te veo fuerte. Triste, sí, pues es un trago amargo, muy amargo el que estás pasando, es algo que tan sólo el que lo vive sabe en ciencia cierta lo que significa. Los demás no entendemos qué puede pasar cuando se hieren sentimientos, cuando se debe uno desprender de algo o de alguien con el que se ha venido desarrollando sueños, con la pareja que te ha permitido tener los valores más importantes, tus hijos, cuando cada recuerdo, cada instante hay una similitud a un pasado que de alguna manera fue mejor, que auguraba una seguridad al momento de un retiro, una condición de pareja pues es innegable que ante la sociedad los que te ven de inmediato relacionan al uno con la otra.

Más cuando se ha sido una pareja modelo, cuando por tu misma manera de ser has sido envidia, motivo y razón de copia de muchas mujeres, cuando has participado en tantas actividades, lugares, ciudades, y sitios en pareja, cuando se sabía o al menos se daba por descontado que ya el tiempo ofertaba seguridad. Cuando como tu misma dices, la sinceridad permitía ver un acople real y duradero.

No quiero perderme en estudios de la filosofía humana, pues es de ti, una persona real de carne y hueso de la que estoy refiriéndome y tu mundo merece no solo mi respeto, mi paciencia y sobre todo mi buen apoyo. Quiero hagas lo que vas a hacer y eso significa que harás lo que en verdad desees, no te arrepientas de ello, toma tu tiempo, creo que en especial tú te lo mereces, él en su momento valorará, no importa el final, la paciencia que tuviste, y esa será la mayor honra que te acompañe en el tiempo.

Samuel Akinin