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Allí se encontraban los dos, intentando huir. Esos tres encapuchados no les daban tregua.
-¡Corrreeeeeeeeee!- le gritaba a Jorge.
Por más que Jorge y Tomas aceleraban por aquel sendero en el interior del bosque era imposible despistarles. Cada vez estaban más cerca de ellos. La luz de la luna iluminaba sus rostros sudados y extremadamente agotados, no podían más. ¡Esos hombres iban a alcanzarles!
Tomas no dudó, en unos 20 metros el sendero se dividía en dos. Jorge a penas se había percatado de ello, sinceramente lo único que tenía en su mente en ese momento era correr y correr si no quería que le alcanzasen, y lo más importante: proteger el libro que llevaba con su vida si hacía falta.
-¡ Pásame tu mochila, corre!- consiguió articular a duras penas Tomás a pesar de su falta de oxígeno. Sí, parecía que se le había ocurrido algo.
Jorge sin capacidad para pensar en aquellos momentos le pasó la mochila. Para sorpresa según se la dio, Tomás tomo el sendero contrario a él en la división y los dos hombres siguieron a Tomas dejándole sólo, pues él ya no llevaba la mochila.
Tras avanzar a penas 50 metros, Tomas tuvo la desgracia de tropezarse con una raíz de un fresno. En cuanto su puntera hizo contacto con la raíz cayó fulminado al suelo. En seguida se abalanzaron sobre él los dos hombres . Eso era el fin.
-Ya te tenemos – dijo uno de ellos a la vez que se bajaba la capucha con una media sonrisa- al fin y al cabo no eres más que un misero crío. Devuélvenos lo que es nuestro.
Tomás trató de ponerse boca arriba pero cuando se dispuso a hacerlo una fuerte y seca patada impactó en su torso. El golpe fue brutal, tanto que solo pudo retorcerse en el suelo.
-Creo que no nos hemos explicado bien, danos el libro, sabes que te mataremos si no lo haces- dijo el segundo hombre tras propinarle la patada.
-Tendréis que matarme entonces- dijo Tomas mientras seguía retorciéndose, sabía que el valor de ese libro era superior a su mismísima vida.
Sin tiempo para más dilación, uno de los hombres se acercó a la mochila. En esos momentos el corazón de Tomas palpitaba a más no poder, estaba a punto de salir de su pecho.
El hombre abrió la mochila dispuesto a recuperar el libro y dar fin a aquel crío. Para su sorpresa, en su mochila no había nada, solo una cadena de bicicleta enrollada que daba un peso y consistencia considerable a la mochila.
El hombre se dio cuenta, de que habían conseguido salvar el libro gracias a aquel intercambio de mochila en la cual no había nada. En realidad el libro se lo había llevado Jorge, quien sabe si lo llevaba escondido bajo su abrigo.
Sin previo aviso saco su revólver del interior de aquel largo y oscuro abrigo y con su culo golpeo la cabeza de Tomas con tal brutalidad que este cayó inconsciente al instante. Giró el revólver para volver a colocarlo en su posición natural. Puso el dedo índice en el gatillo. Colocó el arma a unos escasos veinte centímetros de la frente del chaval. El otro hombre no se lo creía, seguía inspeccionando la mochila otra vez más mientras la vida de Tomas iba a llegar al fin.
PUUUM . El disparo fue seco y certero. En seguida el cuerpo de Tomas se encontraba sumergido en un charco de sangre. Un gran precio por un libro.
Jorge en esos momentos ya se hallaba lejos de ahí, en su parcela, del centro brotaba un ligero calor procedente de unas cenizas recién echas. ¿Ya no quedaba nada de aquel libro?, ¿lo había quemado?. El joven se encontraba cerca de pie con las dos piernas ligeramente abiertas. Su columna estaba completamente vertical hasta la zona del cuello, ahi se apreciaba una ligera inclinación hacia delante. En las manos de Jorge se sostenía un trozo papel recortado a mano y de mala manera con una serie de números, unas cuatro o cinco líneas. El trozo provenía del libro.
<< ¿Qué significan todos estos números?>> Tamas jamás le explico porque debían robar ese libro y porque eran importantes los números que aparecían en él. Pero parece ser que esos números eran más importantes de lo que podría imaginar.
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