Y vi a los muertos grandes y pequeños,
de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros según sus obras.
Apocalipsis 20:12
Allí, sumergido, flotando como una pequeña barquilla de papel estaba Luisito.
___¡Mami, mami-gritaba Anita- Luisito aprendió a nadar. Allí, en medio de la tarde, flotaba el pequeño sin vida, sin aire, sin aliento, sin pulso, muerto hasta lo más profudo del abismo... y la madre Magdalena hablando del final de la novela, y Carmelo,el padre, jugando dominó y bebiendo ron como un endemoniado alcohólico.
Más tarde, en medio de la frágil cabaña estaban calcinados los cuerpos de tres angelitos; Jory, Sara y Marcos. Estaban uno al lado del otro, agarrándose, solidarios en la muerte, cerca de la puerta que nunca se abrió. Lupe estaba hablando con la comay, tenía muchos compromisos con la iglesia...
___ Este mundo está perdido. Debemos arrancarle las allmas al diablo, hay que inundar esta comunidad con tratados, cultos al aire libre y visitas a los hogares...
Allá en su casa los tres niños jugaban con la caja grande de fósforos.
___¡Qué grande son!-exclamó Jory-
___¡Anda prende uno!, prende las velas-murmuró la pequeña Sara-
Ahí están los niños quemados y Lupe sigue hablando de su misión redentora.
___¡Trancao!-dijo Carmelo- Esta chiva no se la despinta ni el médico chino.
¡Y aquel grito volvió a retumbar!
___¡Mami, mami!, Luisito aprendió a nadar...
__No les compre esa piscina a los nenes. Esto es muy peligroso...
Le había dicho Magdalena a su marido.
___¡Olvídate de eso!, tú siempre pensando en lo malo. Atiende a los muchachos y olvídate de los demás- vociferaba mientras se daba otro trago de ron.
Jory prendió el fósforo grande. Se asustó con la llama y lo lanzó sobre la cama. La ropa ardió, el fuego fue creciendo, el humo llenó la habitación y los gritos de los pequeños fueron ahogados por el crujir de la madera que rápidamente cedió ante el gigante destructor...¡Mami!¡Papi!...
¡Nadie escuchó nada! Cuando el humo llenó la casa salió por la ventana y los pequeños se abrazaron frente a la puerta que no cedía.
Allá, en el kiosco, en el lugar de juego estaba el borracho buscando riña.
___ A mí se me respeta. Hiciste trampa, te vi haciéndole señas. En el dominó esto es un pecado grave- discutía Carmelo-
En la casa los dos niños jugaban en la piscina.
¡Mami,mami!, Luisito aprendió a nadar...
¿Dónde está mi hijo del alma?
___¿Dónde están mis niños?- gritó desesperada Lupe-
Y aquel grito de las dos mujeres conmovió los cimientos del barrio...
___¡Dios mío, dónde estás estos angelitos!
___¡Los pequeños están en el cielo!- contestaron las viejas del barrio- ¡Esto fue un julepe de Dios!
___
Por lo que más quieras, José Luis, no me cuentes mas tragedias... Me tienes acojo... Como no puedo pasar sin leer tus escritos, vivo en ascuas por ese poder increíble que tienes de introducirte en los recovecos más ocultos del alma. Y yo, que huyo de la pena como alma que lleva el diablo, en cuanto me adentro en tus tragedias, me entra tal zozobra y sufrimiento que, aunque no lo creas, acabo enfermo. ¡Conmisérate de este amigo que tanto te admira! Sé buen chico, José Luis, y no me hagas sufrir más. Recibe el más fuerte de mis abrazos...