Cada vez que viéndote, evito mirarte, cada vez que oyendote evito escucharte, cada momento de dos que trato de individualizar o convertir en multitud me enfrento a un nuevo reto. Sé que la vida no ha hecho un buen reparto de papeles, sé que la vida no ha dispuesto la medida de sufrimiento para cada uno, sé que la vida, siendo sabia, se vuelve ignorante de nuestros deseos.

Aún así me aferro a la idea de que todo es demasiado bueno para ser real, sigo entendiendo tus besos de adiós como adioses al dios del amor, al de la cercanía, al de la paz, al dios de las cosas humanamente perfectas, si en alguna parte del corazón habita tal deidad. Y cuando te vas, cuando me voy, entiendo el pacto de silencio que se han marcado nuestras vidas, entiendo la palabra medida o la circunstancia evitada, lo entiendo todo... y qué poco me entiendo yo, en verdad.

Y mantengo las fuerzas, no decaigo, cada distancia, un triunfo de amistad, cada sonrisa compartida, un paso hacia el mundo de las personas que sintiendose cercanas, no se ansian juntas. Todo humano, sensato, sentido... en sus límites, pero ay, dije la palabra prohibida, SENTIDO...

Y ese sentido dolido en ocasiones desgarra por dentro, asoman los demonios a decirme...¿qué haces mintiendo?, ¿porqué provocas silencio, distancia con tus palabras, seguridad, si al hacerlo estás temblando?. Tras esos pequeños momentos de pena, aparece un angelito a invocar:
- recuerda tu pacto, no fue con ningún dios, fue con tu persona, con tu dignidad.

Pero... ese pero grita por las noches, pellizca mi corazón en momentos débiles, insensatos, producto de alcohol o borrachera de ideas, de brillo de una luz que ya no dejo que vean tus ojos. Es un pero en latidos de absurdo comportamiento sincero, de palabras escritas en soledad, de intimidad soñada.

Y acudo a escribirle al viento mis sollozos, ansiando que un viento cálido, tal vez frío pero más rápido, te acerque estas frases, estos escasos cuentos que no mienten sino que dicen de mi una verdad, los que yacen en mitad de la voluntad que nos regaló la vida de entendernos para satisfacernos, de querernos para amarnos, de dormirnos para soñarnos.

Yo sigo fiel, a mi, a tu distancia, manteniendo las orbitas de mis ojos lejos del alcance de tus miradas y cuando asoma ese sentir... lo golpeo en mis entrañas para que vuelva a esconderse. Todo por quererte bien, ¡qué digo! más que bien, quererte mejor, esperando que entre tus respuestas algún día reciba un pequeño y simple gracias al haber comprendido que mi condena por haberte conocido, haberte sentido y, sin embargo, no poderte ya besar ni acariciar, la incertidumbre de saber si esta historia se pudo escribir en tinta de verdad, son como cien años de esclavitud para mi pensamiento.

Más yo callo, aporto sonrisas y cuentos incompletos a tu realidad. Porque en una amistad de verdad, sintiéndome como me sientes, como una amiga más, esos cuentos no pueden dolerte, sino aliviarte, sanarte y alejarte de mi, cada vez más, ay, cada vez más, cada-vez-más, tres latidos y tres latigazos a mi corazón que se esconde azorado para que no lo descubras.

Una lágrimas más por ti hoy que mi alma esta abatida y mi corazón necesita respirar una verdad, pero ya mañana, de nuevo una nueva sonrisa, que te haga pensar que soy fría, como quien no ama con corazón entregado, capaz de traicionar lo que siento, o lo que es peor, en breve tiempo, en otros brazos, lo que he SENTIDO...

ay, ¡otra vez dije la palabra prohibida!