Sabes, creo que necesitas ayuda. Le escuche decir, aunque no pensaba igual me deje llevar. Verdaderamente me sentía mal.
Pero creo, que no entendía los porque. Aunque intentaba decírselo, el solo creía, que estaba entrando en una pequeña depresión.
Siempre llegaba al mismo punto, creo que es él diagnostico menos complicado. Hay entra todo. Problemas de conciencia, preguntas sin respuestas, sensibilidad a flor de piel, trastornos de conducta y así sin parar.
Por enésima vez agache mi cabeza y desistí de mi intento. Iré, le respondí. Con el convencimiento de hacerlo, aun a sabiendas de cual seria el resultado. Escucharían cinco minutos y como por arte de magia, darían con la pastillita que, curaría todos mis males. Como explicarle que no era depresión, sino desencanto. Que no necesitaba un psiquiatra, si no una persona que al escuchar mis palabras, intuyera el dolor que hay bajo ellas.
Puedo intentar que entienda, que su diagnostico de trastorno de conducta, yo lo veo como dejar un trabajo por problemas de conciencia. Que no puedo trabajar en algo en lo que no creo.
Que mis lagrimas no es por sentirme derrotada, si no por no encontrar quien entienda mis razones.
Que cuando pongo en una balanza ética y dinero, puede mas lo primero que lo segundo. Aun sabiendo que voy contracorriente.
Que mis preguntas no tienen respuestas ,no porque sean complicadas. Si no porque responder a ellas, seria como aceptar la cobardía, el conformismo, el ser uno mas y no sentirte dueño de nada, ni incluso de tu propia vida.
Que no quiero cambiar, no quiero médicos con formulas mágicas, que duerman mis inquietudes, que necesito tener cada día algo por lo que luchar, que necesito creer que puedo cambiar lo que me rodea, aunque sea la única loca en un universo de cuerdos.