Los treiles se desperezan y salen graznando. Una mujer arregla el mantel con que arropa unas tortillas de rescoldo. Me ofrecen cerezas corazón de paloma. Le digo que no, que soy traficante de aguardiente de Chillán. Me he fijao que todos los días espera el tren de las cinco. sí, le digo, es linda ésta estación. La construyeron con piedra laja. La sacaban de aquel cerro. Desde el andén aprecio las soberbias montañas que rodean el valle. Los volcanes y la nieve. Van haber hartos piñones este año. Hartos piñones van a ver pué.
María José asegura que sí uno sigue la línea férrea va a llegar al mar. Claro, en éste país aunque nadie siga la línea siempre se tropieza con la costa y como por arte de magia los costeños van a encontrar la cordillera.
El silbato rasga la atmósfera de Malalcahuello como la uña maestra de un puma. Los niños corren hasta las verjas de madera, aspiran profundamente el olor del carbón que sale de la chimenea de la locomotora. Boquiabiertos. Escuchan el traqueteo de las ruedas sobre los rieles.
Cristian Lagos, no me olvidé, te deseo una Feliz Navidad, si al ver este mensaje ya ha pasado esta navidad, espero que al menos mis deseos hayan llegado hasta allí de lejos.