INEDITO
Lleva tres días escribiendo, ha consumido algunos cigarrillos y un poco de brandy. Hace un momento se paró en el balcón a mirar la noche y aproveché para ponerle un rollo de cinta a la máquina, me da pesar que tanto ingenio solo quede grabado en los tipos de la Olivetti.
Perdí el tiempo, cuando tuvo enfrente sus palabras, destruyó el papel y pacientmente retiró la cinta antes de reanudar la labor.
He aprendido a leer sus hojas en blanco, por ellas se que aún está conmigo. Mi temor ha sido que abandone su lucidez hacia un mundo en el que yo no tenga cabida. Pienso acompañarlo en su ascenso hacia el perpetuo estado de creatividad que alcanzan las mentes brillantes después de liberar, durante años, la superficie disforme que oculta la verdadera obra de arte, yo me he incrustado de modo voluntario en sus búsquedas y juntos recompondremos el superficial concepto de los críticos, inventaremos nuevas reglas a través de palabras que surjan de las cenizas de los prejuicios, serán palabras sordas al rechazo de las élites.
Lo mejor será dejar correr el tiempo, porque no importa cuanto escriba ni cuantos cigarrillos se fume, lo que importa es que su estilo, poco a poco, se va ajustando y madurando para el momento en que decida ponerle cinta a su máquina de escribir.