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Categoría: Ciencia Ficción

El Antiguo

Dedicado a Vander Flux que me visitó en otra sección.



El Antiguo


Mario acarició la mano de su amante mientras contemplaba, a través de la ventana, el cielo azul intenso, totalmente ausente de nubes. Hebsert lo miró, sonriendo tristemente, advirtiendo que su mirada estaba llena de esperanza.
- Es una pantalla.- Mario giró su cabeza para mirarle, sorprendido.- Sí, ya sé que es bastante realista. Pero es una imagen generada por ordenador. Aquí no vas a encontrar cielos azules, ni aves, ni hierba. Nada. Ya te lo dije. El ecosistema está podrido en todo el planeta. – Mario volvió a mirar la ventana. Intentó mirarlo como si fuera una imagen virtual, o como fuera que se llamase.
- ¿Y por qué iban a intentar decorar una prisión?
- En tu tiempo también lo hacen. ¿No te has dado cuenta de que pintan las paredes de los colegios y hospitales de color verde? Eso es porque es un color que subconscientemente da sensación de tranquilidad, favorece la concentración. Sería mucho más eficaz si se pusieran imágenes de la naturaleza, de un ambiente tranquilo, pero claro, eso en tu tiempo resulta absurdo. La tecnología es demasiado primitiva para que quede creíble.

Mario torció el gesto, contrariado. No le gustaba que le llamase “primitivo”. El siglo XXI no era “primitivo”. Pero volvió a mirar la ventana-pantalla y tuvo que admitir que el efecto era perfecto. Era totalmente real.
Mejor que fuera así. Hebsert ya le había contado que la Humanidad había conseguido destrozar la Naturaleza. Le había advertido que sería duro para él viajar allí. Pero aún así, el insistió. Porque Hebsert no podía quedarse.

El Nuevo Gobierno de la Tierra (del siglo XXV) le había enviado en misión ordinaria de investigación a su tiempo y a su casa, disfrazado de profesor norteamericano de inglés, para que fuese más fácilmente explicable la diferencia cultural y el idioma, porque el castellano de su tiempo de origen era bastante diferente, y también su conocimiento de la tecnología. Lo que no esperaban los dirigentes la N.N (New NASA), con sede en la antigua Alemania, era que Hebsert se enamorara. Ni que fuera a desvelar al joven de la familia de destino el objeto de la misión, y sus circunstancias. Y aún menos esperaban ser testigos, a través de las pantallas de su observatorio general, de la vergonzosa escena en la que Hebsert se acercaba al joven y lo besaba, desnudaba, acariciaba y penetraba. Los Encargados de Vigilancia Permanente, arquearon las cejas, asqueados, cuando se desarrolló la clara violación de todas las normas escritas y no escritas de la misión. Hebsert, en un acto total de inconsciencia, había desvelado la misión a un antiguo, se había implicado sentimentalmente con él, y en un alarde de mal gusto, les había hecho partícipes de su perversión sexual. Como era de esperar, el Director General de la N.N dio orden inmediata de aborto de la operación, pero Hebsert, claramente enajenado, había conseguido burlar la vigilancia de la Puerta, y había vuelto con el antiguo de la mano, para vergüenza de todo su equipo.

Ahora se encontraban en las dependencias subterráneas de la Sede Principal de la N.N. A efectos prácticos era una sala de detenidos, pero a Mario le recordaba a las salas de espera de los dentistas, cómodas, higiénicas y agradables, pero, al mismo tiempo, poco acogedoras. Como si esperara que le llamasen para sacarle una muela.

- ¿Sabías que esto iba a ocurrir?- preguntó.
- Sí. Claro que sí.- acarició un poco su mano, la tomó, y entrelazó sus dedos con los de él.- Mario. Aquí es aún peor. No van a entenderlo. Ni siquiera van a intentar entenderlo. Y he debido de saltarme al menos 50 de las 60 reglas del Viajante. No sé exactamente que es lo que les habrá parecido peor, si el haberte contado la misión, si haberte traído o si haberte…- Hebsert dudó. Mario se giró hacia él:
- ¿Follado? ¿O como lo dirían aquí? ¿Fornicado? ¿Son demasiado finos para decir “darte por el culo”?- Mario intentó desasirse de él, pero él le sujetó firmemente.
- Amado. Iba a decir amado. Pero entiende, Mario, que es difícil para mí. Soy psicólogo, sé cómo me afecta la cultura de mi tiempo.

Una mujer vestida de blanco entró en la habitación y sin mirar a Mario siquiera, comenzó a hablar con Hebsert. El idioma se parecía al inglés, pero era diferente, no conseguía captar nada de lo que decían. Hebsert pronunció un par de palabras en tono cortante y seco. La mujer, sonriendo amablemente (por lo menos en lo que la percepción de Mario parecía amable) le dirigió un par de frases más y procedió a salir de la estancia. Hebsert la fulminaba con la mirada. Apoyó sus codos sobre sus rodillas e incrustó los dedos en su cabello gris. Hebsert le había dicho que tenía 35 años, y que nadie tenía canas en su tiempo, ni siquiera los que cumplían 130 años, pero aún no se había quitado el tinte que se había hecho para parecer más real en la Tierra del XXI. Mario miró como inquiriéndole, animándole a que hablara.
- Me ha dicho que nos recibirán en media hora.
- ¿Y eso te cabrea?
- No. Pero es que también me ha dicho que graban las estancias de los detenidos y que por favor tuviéramos la amabilidad de ahorrarles la conversación pornográfica.

Mario lo miró alucinado. Soltó una alegre carcajada.

- Ni la Inquisición usaba términos tan ofensivos.- Mario se sentó al lado de Hebsert y apoyó la cabeza en su hombro. Pasaron unos minutos en silencio y Mario levantó la cabeza, atrajo la de Hebsert hacia la suya y lo besó. Se separó un poco, le sonrió y volvió a besarle con fuerza, con rabia, recorriéndole con su lengua, mordiendo sus labios. Asiéndole del pelo le apartó la cabeza hacia detrás y besó su cuello, su cara. Le acariciaba. Hebsert estaba asustado pero no podía contenerse. Nunca había hecho nada semejante jamás, en ningún tiempo, excepto el día que le ordenaron volver… pero instintivamente tomó con sus manos la cabeza de Mario y le besó con fuerza y dulcemente al final. Mario se separó de él sonriendo. Miró a su alrededor buscando una cámara pero pensó que seguramente sería demasiado invisible para su ojo “primitivo” y mirando al vacío, dijo:
- ¡Jodeos!

(fin de la primera parte)

Zibb


(este relato tiene segunda parte en mi imaginación, pero iba a resultar muy largo escribirlo entero. Si a alguien le gusta y quiere leer la segunda parte, que me lo comunique y será un placer escribirla)
Datos del Cuento
  • Autor: Zibb
  • Código: 10899
  • Fecha: 15-09-2004
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