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El Azul

Huy, casi se me sienta encima .... llevo varias horas aquí. Hoy ha sido un día muy especial, ya pasó “ la de gris”, sola pensando para sus adentros, la vi ojeando la revista del diario, solo se detuvo a leer lo de la dieta, le prestó mucha atención, a juzgar por su apariencia no parece que le haga falta, del resto, solo dirigió su mirada a los copetes.
La abuela y la joven de verde se entretienen dialogando entre sí, pareciera como si se conocieran.
Hablan muy bajo, tengo que esforzarme para tratar de entenderles, pero no consigo hilvanar su conversación.
Frente a mí, una pareja joven algo nerviosa e impaciente, juegan con sus manos entrelazadas. Parece que no pueden dejar de manifestarse ese sentimiento tan noble, que acostumbran a llamar amor.
Y así de ciego debe ser, totalmente abstraídos del resto, miradas profundas y fugaces me dejan apreciar que comparten sus secretos, que se transmiten solo con sus ojos, y con gestos que dejan entrever una tenue sonrisa cómplice de sus sentimientos.
-El próximo es usted- dijo Silvana, que solo se levantó para buscar una hojas e imprimir algo desde su computadora.
Silvana es la que llegó un día del otoño pasado en busca de una oportunidad y de sus pertenencias extendió un detalle de sus actividades pasadas.
Hace ya un largo tiempo que nos acompaña con su sonrisa amable, es la que se encarga no solo de las tareas administrativas, sino también de cerrar las visitas.
La puerta se abrió una vez más
Se escuchó un beso compartido y un -no se preocupe ya falta poco-
- Bueno, me toca mí - alcanzó a decir la abuela mientras incorporaba su humanidad muy lentamente.
Tomándola de un brazo, la acompaño hacia adentro no sin antes reverenciar un saludo apropiado para una persona merecedora del mayor de los respetos.
La paz del ambiente solo se vio alterada por un muchacho que me hizo a un lado para tomar su ubicación.
No fueron pocos lo que pasaron el tiempo junto a mí, el día estaba claro y la tardecita ya comenzaba a impedir que el sol entrara por la ventana.
Algunos me miraban como diciendo de quién será, todos esperaban que al salir, alguien me levantará y me fuera con él.
Pobre de mí, como no tener voz y palabras para compartir con ellos las vivencias.
Si hasta mis brazos desarticulados e inanimes, me impide expresarme aunque sea con gestos
Pero no estoy para eso, recuerdo que cuando me vio, le guste y desde entonces lo acompaño, Me trata bien, me cuida, solo que hoy me caí desde mi lugar y perdí mi elegancia, pero no ha sido en vano, pude ver las cosas desde otro lado y poder sentir perfumes y alguna que otra caricia, distinta de las que me da él.
Silvana terminó su día y ya no queda nadie... seré yo el próximo.
La música ambiental dejó de sonar y por fin ahí está él.
Primero me busco en mi lugar y al no verme se preocupó.
Quise gritarle que estaba acá pero no puedo, quería manifestarle mi presencia y no tengo como.
Se acordará que estoy con él?...
Cuando se disponía a apagar la última luz, me vio, me tomo en sus manos, trató de acomodar mi arrugada figura y me incorporó a él.
Ahora me toca a mí poder darle el abrigo para el que fui concebido e impedir que el frío de la noche lastime su delicada esbeltez.



Luis Algarbe
Argentina
14/02/2004
Datos del Cuento
  • Categoría: Sin Clasificar
  • Media: 5.91
  • Votos: 47
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