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Categoría: Hechos Reales

El Camioncito

Cuando era niño vivía en el campo y mis padres no tenían la posibilidad de comprarme juguetes hermosos como tenían otros chicos de mayores posibilidades económicas. Un buen día tomé dos botellas de cerveza vacías y las junté por el pico simulando una yunta de bueyes, les amarré un cordelito, una caja detrás y ya tenía mi propia carreta para transportar pequeñas cosas y alegrar mi imaginación infantil, otras veces cambiaba de idea y las botellas se transformaban en perros, gatos, cualquier tipo de animal o simplemente jugaba a derribarlas como un juego de bolos, cuando venía mi amiguita Carmencito se las prestaba, jugábamos a las casitas y esas eran las muñecas, si jugábamos a las tiendas, éstas se convertían por obligación en uno de los productos que se ofertaban, a cada momento cambiaban su destino y posibilidades.
Una tarde en que las utilizaba como carreta para buscar un poco de azúcar y café en la tienda por encargo de mi madre, se me acercó un señor muy bien vestido con mirada de lástima y después de preguntarme como me llamaba, donde vivía, quienes eran mis padres y todas esas cosas como para darme confianza, me dijo que aguardara un momento, fue hasta su lujoso automóvil y regresó con un camión de juguete que era una maravilla, me lo regaló y salí corriendo con él para mi casa, muchas horas estuve jugando con aquel hermoso y nuevo juguete hasta llegar al cansancio.
Otro día que también andaba por la tienda haciendo un encargo de mi madre, me encontré nuevamente con aquel señor, asombrado y con cara de disgusto me preguntó por el camioncito que me había regalado, le dije lo tenía muy cuidado y bien guardado en mi casa, el me explicó que me lo había regalado precisamente para que no anduviese por ahí con ese par de botellas y una caja que ni tenían valor ni eran ningún tipo de juguete. Le expliqué entonces que el camioncito era eso, sólo un camioncito y muchas veces jugaba con él, pero mis botellas y la caja significaban para mi muchos juguetes, pues yo las convertía en lo que primero se me ocurriese. El señor se me quedó mirando y después de una sonrisa de entendimiento me dijo que yo le había dado una lección. En ese momento no lo entendí, pero después de muchos años logré comprenderlo, cuando aún miro aquel camioncito me acuerdo mucho de él, que por cierto, nunca más lo volví a ver.
Datos del Cuento
  • Autor: Plastilina
  • Código: 2795
  • Fecha: 29-05-2003
  • Categoría: Hechos Reales
  • Media: 5.3
  • Votos: 76
  • Envios: 1
  • Lecturas: 4891
  • Valoración:
  •  
Comentarios


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1 comentarios. Página 1 de 1
eac
invitado-eac 30-05-2003 00:00:00

Plastilina demuestra una vez sus dotes para la escritura, ésta vez con un cambio radical y una excelente historia. Saludos

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