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El Cayo Looe, un hermoso santuario marino.

El cayo Looe, un hermoso santuario marino.

(Relatos sobre la Naturaleza. 7)

Usted se hace a la mar en una embarcación saliendo del cayo Big Pine, de los cayos de la Florida. Corre una brisa suave que encrespa ligeramente el mar trayendo alegria y movimiento en las olas a su alrededor, que se hace centellar mucho más bajo la luz del Sol matutino. Durante el trayecto de once kilómetros o unas siete millas, disfruta a sus anchas del aire fresco, del cálido Sol y del espacioso mar.

Divisa entonces, un grupo de boyas amarillas algo dispersadas y mecidas por las olas. Ha llegado al cayo Looe, un hermoso santuario marino nacional. Pero, no lo ve todavía. Primero ata la embarcación a una de las boyas, mira al fondo del mar y, !queda boquiabierto por no creer lo que ve!. A unos nueve metros o 30 pies de profundidad, distingue una depresion con arena blanca en el fondo, corales, abanicos de mar y bancos de peces. Se apresura a mirar por el otro lado de la embarcación y a sólo un metro, 3 pies, de la superficie ve un jardín coralino. !La gran variedad de brillantes colores lo dejan sin palabras!.

Rápidamene se arma de esnórkel y aletas y se lanza a otro mundo, al cual le pertenece un hermoso mundo silencioso. Mientras se impulsa lentamente con las aletas, queda embelesado por ese paraje de fantasía. Se desliza por encima de corales de diversas formas, tamaños y colores.., madréporas, abanicos de mar, y otros que para uno no tinen nombre. Por entre ellos nadan peces de gran variedad y brillantes colores. Uno se deleita con la delicada belleza y se sonríe maravillado, !para solo darse cuenta de repente que bajo el agua y con esnórkel en la boca, uno no debe sonreir,…!

A flote sobre la depresión, a unos 30 pies de profundidad, puede contemplar un impresionante conjunto de madréporas. Usted contiene la respiración para hacercarse más al fondo y echar un vistazo más de cerca y encuentra descansando debajo de las astas de los corales un banco de unos 60 o más roncos. A poca distancia un inmenso abanico de mar de color violeta se mece con  vaivén de la corriente marina.

Regresa a la superficie de nuevo y mientras flota sobre el arrecife, ve un pez soldado de color rosa con los ojos calvados en usted. Se oye el crujido que produe el escaro al comer de los corales, creando así arena que cae para asentarse en el fondo. Dos peces mariposa amarillos pasan de cerca. Entonces, divisa un largo palillo rosado que resulta ser un pez corneta que está al asecho en un hoyo oscuro. Seguidamente un belicoso pececillo damisela, que patrulla su coral, ahuyenta a un intruso dos veces más grande que él. Usted olvida la lección  que había aprendido, se sonrie de nuevo y paga las consecuencias atragantándose y tosiendo por el agua que trago.

Una nube azul de peces pasa apresurada por su lado rumbo a algún otro lugar. Usted resuelve a ir a una biblioteca para ver cuales son sus nombres, (y luego descubre que son peces cirujanos). Despues de verlos pasar, da media vuelta para ir a ver una extensa pradera de algas marinas anexa a un arrecife. Las altas algas que se mecen bajo usted forman el habitat de cangrejos, camarones, almejas, caracoles, peces herbíboros y miles de otros organismos marinos.

Para ahora, su compañera de buceo le pide por señas que regrese al arrecife coralino. En este ella ha encontrado una terrible morena. Solo que esta no es feroz, sino muy tímidaa, que apenas saca la cabeza de su cueva. Pero la pata de una langosta la tienta a salir solo para dar mordiscas breves y retraerse rápidamente en su escondite. Repitiendo así el procedimiento consume completamente la pata. Un escaro notó lo que estaba sucediendo y ahora se acerca para mordisquear una segunda pata. También hay un saliente bajo el cual descansa un tiburón de alrededor de 1,2 metros, 4  pies, bastante inofensivo.

Las horas pasan desapercibidas y usted no quisiera irse, pero el factor tiempo se impone. Ya está de vuelta nuevamente a la gran ciudad, rodeado de tráfico y transeúntes, sumido en ruido; la tensión le comienza de nuevo y regresa el temor de encontrarse en la calle después que anochece.

Los cayos de  la Florida están compuestos por más de 600 de ellos, pero algunos son subacuáticos, se encuentran bajo la superficie del mar como este cayo Looe, que para usted quedará grabado en su memoria con esos bellos y hermosos parajes submarinos que están llenos de vida. En silencio, quizás sueña que otra vez se encuentra deslizándose por debajo de las astas de los corales, sonriéndo internamente de como el pez damisela ahuyenta a los intrusos aún más grande que él, oyendo cómo los escaros hacen arena, observando cómo la morena sale y entra de su refugio para comer su cena de langosta. El encantador cayo Looe es un santuario para la conservación de la belleza marina y también para usted. Todo esto  nos revela el amor que tiene Jehová Dios para con la humanidad al crear todas estas maravillosas criaturas y lugares para disfrute y placer de los hombres y para honra y alabanza a su nombre. Por eso es que en 1 Juan 4:8 leemos: “Dios es amor”.

 

 

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