El Jíbaro de Río Hondo
Al Compadre Rafael
"En los pueblos pequeños, donde las campanas de la torre de la iglesia aún se
oyen caer como centavos, todo el mundo sabe quienes son sus vecinos, cómo se
llaman y en qué trabajan, a qué horas llora el niño y cuál es el día de la
semana en que el marido pelea con su mujer, quién debe dinero al colmadito
y cuánto debe".
Don Adolfo tenía una tiendita cerca de nuestra casa, era casi un
supermecado, tenía de todo..desde los sabrosos limbers de coco hasta el famoso gas
(querosene) para las estufas de cocinar, antiguas.
Como algunos personajes en la vida, era Don Dolfo, unos días cortés y otros
días malcriado y rudo. Bueno, un buen día en que éste se encontraba en uno
de sus mejores días, llegó una señora a echarle un fiaito.
"Mire Doña Fefa, lo que usted desee", le dijo con mucha cortesía y cariño. Ella
tomó ventaja de lo que acababa de escuchar y por poco le vacía la tiendita.
Cuando la gente del barrio se enteró que le habían fiao a Fefa no lo creían.
(Resulta que a Fefa nadie le fiaba pues no le pagaba a nadie. Decían los
guasones del barrio que Fefa era como el crimen...(el crimen no paga). Bueno, se le llenó la tienda
de gente a comprar a crédito, pero ya Don Dolfo se le había pasado su
momentanea trasfiguracion de cortesía y se había apoderado de él otro personaje malcriado y rudo. Les dijo a todos: "P'al Carajo to' el mundo se
acabo el fiao".
Una pregunta a todos los lectores:
¿Cuántos de ustedes alguna vez le dijo al dueño del colmadito:
"Apúntamelo ahí? ¿Y si pagaron sus cuentecitas, antes de mudarse para el área
metropolitana?
Mira que me has puesto a pensar...creo que revisaré por ahí a ver si no tengo deudas pendientes. Tiene un toque de humor la narrativa.