Como si estuviese esperando por mí, allí estaba la misma mesa de siempre, a la misma hora y con la cálida bienvenida del mesero de todos los días.

Sólo dos mesas más ocupadas, una con una chica con sus expectativas puestas sobre un cuaderno de apuntes y la otra con un par de amigos conversando sobre su último viaje a París.

Cambian las personas mas no las conversaciones ni mucho menos las escenas. A veces son de un color castaño y ojos color miel, otras veces de cabellos y ojos claros, pueden ser hombres o mujeres, pero siempre hay un estudiante, una pareja, un par de amigos y un escritor solitario.

He hecho muchos amigos a lo largo de doce años de venir constantemente a esta cafetería. Claro que cada uno tiene sus razones. Si no me falla la memoria, Alberto comenzó a venir aquí después de que se dio cuenta que su casa en las lomas y su esposa de sociedad no eran más interesantes que un buen libro, esta vista maravillosa de casas coloniales, una taza de café y un tabaco.

Yo mismo no sé que es lo que me trae aquí cada día, pedir un cortado doble y estar contemplando todo el movimiento durante dos horas.
Ni siquiera puedo decir que me haya cansado de mirar el mismo cuadro de Van Gogh que está justo enfrente de mi mesa.
Alguna vez un amigo me preguntó si tenía curiosidad por saber cómo veían los esquizofrénicos, yo contesté que sí y me mostro este mismo cuadro de Van Gogh.

Tal vez por eso no me he cansado de verlo, tal vez sea un esquizofrénico metido en la realidad de una cafetería con parejas, amigos, estudiantes e intelectuales hablando de política, literatura, música y New Age.

Aquí conocí a Carmen y a Inés, pasé momentos muy felices al lado de cada una de ellas, pero no pudieron soportar mi interpretación del amor y de la libertad y todo terminó cuando se conocieron.
Otra época, otras emociones, otra manera de ver el cuadro de van Gogh. Será que por eso no me canso de verlo.

No lo sé, tal vez sea cierto lo que me dice esta voz, que estoy dentro de ese paisaje de Van Gogh y el cuadro es esta cafetería con sus amigos, parejas, estudiantes y escritores.

Tal vez por eso no me canso de verlo, por que lo que veo es esta cafetería, con amigos, tazas de café, meseros amables, parejas, escritores solitarios y eso, eso ya me cansé de mirarlo.