Dios se enamoro una vez de una estrella.
Así es. Aquel señor barbudo, omnipresente y omnipotente. Aquel dador y creador de vida, vivió enamorado de una estela de luz que se quemaba en el infinito, de un faro suspendido en el negro de su soledad. Dios alguna vez estuvo sol y quiso amar.
La estrella era una estrella joven, tendría apenas unos dos o tres miles de años, brillaba orgullosa, color amarillo nácar y sonreía centellando cuando El la miraba; Pero esta jamás le correspondió. Se volvía loco, como cualquier enamorado que conozcas, le escribía poemas con cada rayo que El lograba capturar de los que ella dejaba ir, le regalaba negros territorios vacíos de cualquier cosa, le regalaba toda la nada. Pero ella no le quería.
Entonces, harto, quiso castigarla: hizo millones mas de estrellas, igualitas a aquella que le robo el corazón, bellas, jóvenes, incluso a algunas les dio otros colores para que aquella que le desprecio les celara,. Ahora tenia millones para conquistar a la que el quisiera, pero ninguna le quiso como amante... Muchas alegaban diferentes “pretextos” pero todas concurrían que no podían amarle de esa forma sublimemente pasional que Dios exigía, y que solo le podían adorar como padre....
Dios, al enterarse de esto, en un éxtasis de ira, creo al Sol. Una estrella tan grande, tan hermosa, tan llena de vida, tan imponente y reluciente, que seguramente todas las demás estrellas le celarían sus rayos ardientes, entonces el se vengaría demostrando que creo algo mas bello aun que esas muchísimas estrellas que le rechazaron... que rechazaron al mismo Dios. Un día, ya hace bastantes millones de años, creo esa perfecta estrella que alumbraría el blancuzco oscuro color negro que decoraba el vació de nuestro cielo... pero tuvo un pequeño error: aquella estrella fue bautizada como EL SOL. Una estrella masculina, imponente, enorme, seductora... a la que había bautizado como hombre... El Sol. Entonces todas las estrellas se enamoraron instantáneamente de el... Dios, estaba desesperado, y aprendió que la venganza solo lo llevaría a enfrentarse a sus demonios... a su ego. Entonces aprendió una nueva palabra, DEMONIO, y decidió que ello lo sacaría de El... poco a poco fue construyendo en si mismo el Dios que hoy conocemos, el Perfecto.
Después , hizo el paraíso, donde siempre es de día, donde no había estrellas que le recordaran que amar era un error...
Un día el Sol despertó deseoso, desnudo, con sus rayos al descubierto, y le hizo el amor a las estrellas, a todas; De aquel arrebato de lujuria y pasión desenfrenada nació un ser muy bello que quedo suspendido en el cielo, el primero que nació, fue precisamente el hijo de la estrella que Dios había amado pasionalmente antes... De cada estrella nació uno así, algunos con bellos y redondos pechos, y otros con pectorales planos.
Después de que pasaban unos días de haber "nacido" abrían los ojos, y entonces asomaban unas alas de su espalda. Dios rápidamente comprendió...
Ahora ya sabia que el podía amar tanto, pero tanto tanto: tantísimo, que nos creo a todos nosotros, igualitos al sol, hizo a los hombres, fuertes y protectores, dadores de seguridad, y de luz... y de las mujeres se inspiro en las estrellas, frágiles esperando el amor, no se dejaban seducir por el mas poderoso, por el mas insistente tampoco... esperaban el verdadero amor.
Entonces decidió que un lugar tan bello como la tierra seria para nosotros, nos creo sin alas, para que camináramos por sus montañas y nos creo diferentes, para que amemos nuestras diferencias... Se dio cuenta que amaba a todas las estrellas y que amaba a todos aquellos nuevos seres que había creado para que habitáramos al planeta...
Entonces el solito se llamo así mismo Padre.