Después de una rutinaria tarde de oficina,en la que Emily mecanografió decenas de correspondencias
comerciales,cuyos textos contenían la frialdad de
los negocios;regresó presurosa a su departamento
con un solo pensamiento: el de escribir su carta,
la del corazón.
Aquella, que siempre había postergado y para la
cual no encontraba sintáxis correcta,que describie
ra ese sentimiento que John había despertado en
ella.
Sentada frente a su pequeño escritorio de nogal,
tomó su delicada taza y tras un breve sorbo de té,
en aquella hoja en blanco solo escribió dos pala-
bras: "Te Amo". Presurosa las ensobró,como temien-
do que álguien le arrebatara su derecho a sentir.
Luego,se dirigió al correo, a tan solo dos calles
de donde vivía;con un andar ligero,pues faltaban
15 minutos para que cerrara.
Su objetivo se cumplió,la carta ya había sido des-
pachada,sólo quedaba esperar.
Su espera fué larga...tan larga como sus días,co-
mo sus sueños,como su amor; pero corta,si contaba
con los cálidos recuerdos de John que la acompaña-
ron durante 53 años.
Ahora Emily,ya no vivía más en aquel edificio de
departamentos. Con sus 76 años reposaba en un ho-
gar de ancianos,asistida por una enfermera que ve-
laba la fragilidad de su salud.
El viejo correo que aún permanecía allí,como úni-
co testigo de su mensaje,fué vendido a una empre-
sa privada;hoy comenzaba su remodelación.
El cambio de mobiliario produjo una gran sorpresa,
en aquel empleado que debajo de un viejo mostrador
encontró un sobre amarillento,cuyo destinatario era John Carpenter.
Tal descuido,merecía una reparación urgente sin
importar las horas que demandara. Y fué así,que en
una ardua y minuciosa tarea informática por parte
del nuevo personal,lograron localizar los actuales
domicilios de ambos. Esta vez,la carta llegaría a
destino.
Su despacho prioritario,sólo demoró 24Hs;y la en-
trega se efectuó en un gran caserón estilo Tudor,
rodeado por una frondosa arboleda. En la puerta de
acceso un cartel indicaba "Centro de Geriatría El
Descanso".
John recibió su carta y al abrirla suavemente con
sus manos temblorosas,sus ojos comenzaron a humede
cerse conteniendo aquella lágrima,que por muchos
años permaneció escondida.
Con la ayuda de su asistente,escribió con trazos
débiles pero seguros en su contenido,aquella res-
puesta que su corazón también guardaba.
Un día después,Emily recibió aquel regalo que la
vida le debía. Sus manos también tamblaban;de sus
ojos brotaban lágrimas recorriendo los surcos que
el tiempo había marcado en su rostro.
Con una visión casi borrosa,pudo leer su breve con
tenido;eran tan solo dos palabras:"Yo También".
La abrazó fuertemente junto a su pecho y así dur-
mió toda la noche,con una sonrisa en sus labios...
¡Su alma estaba felíz!.
A la mañana siguiente,Emily y John no quisieron despertar...su espera había concluído;ahora ambos
tenían otro tiempo para su amor:"El de la Eterni-
dad"-.


Nita Moreno Paz.