El Duende Fernandillo vive en un bosque muy lejano y quiere mucho a los niños. Tanto es así, que acostumbra a dormir de día, porque de noche visita a los niños en sus camas para que tengan felices sueños.
Vive tranquilamente en una seta con chimenea y cuando va llegando el atardecer y las hadas también se preparan para salir, carga su mochila con su cena, su camtimplora y alqunos pequeños detalles para los niños y acurrucado en su capa para protegerse del frío comienza el camino ayudado por una vara en la que se apoya cuando está cansado.
Va a casa de los niños, pero no creais que entra por la puerta, sino que como es muy pequeñín se cuela por cualquier resquicio de las ventanas. No importa que creais que no hay ningún hueco, porque él lo encuentra. Se cuela sigilosamente, tira su cuerda hasta el suelo de la habitación y se desliza lentamente; con sus botitas de fieltro sin hacer ruido se acerca a la cama, escala poco a poco y muy despacito se acerca a vuestra carita, sube por el cuello, se desliza por la mejilla hasta llegar a la oreja; allí, hace un pequeño descanso, se sienta en vuestra orejilla y, abriendo su mochila, saca un pequeño frasco transparente tapado con un corcho en el que hay unos polvos mágicos, "los polvos del sueño" y muy despacito esparce en vuestra oreja unos pequeños polvillos con un soplido, a la vez que os canta una pequeña canción de cuna y os da un besito, para que durmais bien y tengais felices sueños, y absolutamente nada os moleste. Poco a poco se retira, baja de la cama, escala por la cuerda hasta la ventana y se encamina a casa de otro niño.
A veces, os deja junto a la almohada o cerca de la camita un pequeño regalo, como un caramelo, una plastilina, una goma para el pelo,... son cosas pequeñitas, porque él es un duende chiquitín y aunque es mágico, no puede llevar muchas cosas.
No siempre puede dejar regalos, porque intenta repartir lo que tiene entre todos y cada día le toca a uno, pero os deje cosas o no, os quiere mucho.
Cuando está cansado de viajar, a veces agradece el que le dejeis en la mesita de noche algo que le valga de colchoncito y algo para taparse y así se puede echar una siesta y proseguir el camino después.
En ocasiones, cuando ya ha terminado de ver a los niños (no todas las noches le da tiempo a ver a todos) está tan cansado para volver a su seta, que algún hada que todavía está en el cielo le ayuda a ir a su casa.
Y ésto se repite todas, todas, todas las noches desde hace muchos años, porque Fernandillo es un duende con muchas primaveras, o eso me contaba a mi mi abuela.