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El Fantasma del callejón

El Jíbaro de Río Hondo


Yo personalmente nunca vi al fantasma del callejón, pero casi todos los vecinos del lugar alegan que lo vieron. Cada persona relata su encuentro diferente, unos dicen que cuando llegaban cerca del callejón el fantasma salia y trataba de apoderarse de ellos, otros alegan que los tocó y hasta que trató de devorarlos. Pero la verdad es que leyenda tenía atemorizados a casi todos los habitantes del barrio.

Un buen día mi tía Eulalia fue a visitar al alcalde para pedirle que con su autoridad diera instrucciones para que los policías del pueblo hicieran guardia en el callejón, de esa manera los vecinos podían usar ese camino para regresar a sus casas. Ese callejón lo usaban todos como atrecho para acortar la distancia camino a sus trabajos o de regreso a sus hogares.

El alcalde como muy listo le sugirió que hiciera una reunión y que cada persona dijera como podían hacerle frente a ese problema tan grande, y, de esa manera se lavaba sus manos del asunto.

Una semana después mi tía reunió a todos los vecinos del lugar y les explico que el mismísimo alcalde estaba de acuerdo con lo que ellos decidieran. Fue una maratónica reunión donde todos tuvieron la oportunidad de manifestar su opinión.
Decidieron que dos personas cada noche estarían apostados en cada lado de callejón para que los vecinos pasaran sin miedo alguno. Pues les diré en los próximos dos meses el dichoso fantasma nadie lo vio. Mi tía les dijo que esas cosas eran supersticiones y que ya era tiempo de suspender la vigilancia.

Se suspendió la vigilancia y ese mismo día surgió el fantasma otra vez. Los vecinos estaban muy nerviosos y pedían la cabeza de mi tía, pero ella les volvió a decir que dejaran sus miedos y se olvidaran de todas esas supersticiones.

Una tarde uno de los habitantes del lugar que fungía como alcalde de barrio se metió unos tragos y sin decirle nada a nadie decidió de una vez por todas investigar lo que allí pasaba. Se compro una botella de ron clandestino y se sentó en la baranda del balcón de su casa desde donde se podía ver la entrada del callejón, como a las dos de la madrugada, vio una figura con un paño blanco sobre su cabeza y caminando a pasos muy ligeros como dando saltitos y mirando de lado a lado. Este buen hombre casi se paraliza del miedo, la juma que tenia se le quito y según mas tarde cuenta hasta sentía que iba a morir.

Pero, mas miedo sintió cuando el muerto abría la puerta del la casa del alcalde y desaparecía de su vista. Espero oír los gritos del alcalde pero no se oía nada y un silencio de aproximadamente dos horas que nada pasaba, finalmente se abrió la puerta, el alcalde saco su cabeza miro arriba y abajo y entonces salio mi tía con el pañuelo en la cabeza y volvió a su casa.

Ya el misterio del fantasma se había solucionado... Este detective por afición había resuelto el misterio, pero nada dijo a nadie, solo una risita sospechosa cada vez que veía a mi tía o al alcalde.

Todavía el temor y la desconfianza vive en las personas que vive en el barrio. Mi tía sigue diciendo que no hay tal fantasma y el alcalde les dice:'hagan caso a Eulalia.
Datos del Cuento
  • Categoría: Hechos Reales
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Comentarios


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3 comentarios. Página 1 de 1
Mariposa Azul
invitado-Mariposa Azul 24-09-2012 00:00:00

Este relato tiene todos los ingredientes para entretener: suspenso, supertición, astucia y picardia. Me ha gustado mucho es un gusto leerle.

Nereida 12
invitado-Nereida 12 23-11-2004 00:00:00

Jíbaro, que cuento tan bonito y de la vida real, me trajo muchos recuerdos de mi querido pueblo Cayey. Me gustaria mucho conversar con usted. Nereida

Jibarita de aguas claras
invitado-Jibarita de aguas claras 22-11-2004 00:00:00

Me caso en ná, que el jíbaro es cosa mala. Así que tu tía prefería hacer la visita y el alcalde ser visitado. Que mal pensado el borrachito. Tal vez tu tía sólo iba a buscar leche pal chocolate. jm jm o azúar pa´l café. Las cosas estaban tan malas pa´ese tiempo. . .

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