Juan tenia un gallo al cuál queria mucho. El gallo era su despertador, pues cantaba muy bonito y lo despertaba todos los días a las seis de la mañana. Juan se levantaba, se preparaba muy contento y se iba a trabajar. El gallo de Juan era muy bonito y tenia muchas plumas, por eso él le habia puesto como nombre, plumazo. Plumazo dormia en un árbol grande y frondoso que quedaba frente a la ventana del dormitorio de Juan. De allí Juan sentía el dulce cantar de Plumazo, despertándolo para que no se le hiciera tarde, y llegara a su trabajo a tiempo. Juan estaba orgulloso de su gallo, pues no necesitaba darle cuerda ni ponerlo en hora para qué lo despertara.
Pero una mañana lo despertó el sonido del teléfono. Confundido y casi dormido contesto el teléfono. Era su jefe quién lo llamaba para preguntarle porque no había ido a trabajar. Juan se asombro mucho, miró hacia el árbol por la ventana, allí estaba su gallo Plumazo durmiendo tranquilamente. No lo había oído cantar, busco su reloj de muñeca y vio con asombro que ya eran las ocho de la mañana. Se acerco a la ventana y le preguntó a Plumazo, "dime Plumazo, ¿porque no me despertaste está mañana? Sabes muy bien que me despierto a las seis de la mañana. ¿Es que acaso estás enfermo? Dime, para llevarte al médico." Cuando el gallo Plumazo escucho la palabra médico, salio volando del árbol, le tenia mucho miedo al veterinario. Ese día Juan llegó tarde a su trabajo.
Al siguente día tampoco Plumazo cantó, Juan se levantó muy tarde, se preparo para irse a trabajar, pero antes de irse le dio un buen regaño a Plumazo por no haberlo despertado. El jefe de Juan tambien a él le dio un regaño por haber llegado tarde una vez más, nunca antes lo había echo. Paso toda la semana y el gallo Plumazo no quería cantar, cuando Juan despertaba ya era tarde para irse a trabajar. Quizás su gallo estaba enfermo o había perdido la voz, y por eso decidió llevarlo al médico de los animales, el veterinario. Plumazo no quería ir, se le escapó dos veces a Juan, pero al fin logro agarrarlo y lo llevo al veterinario. Plumazo estaba furioso y quiso picar al médico, pero Juan lo regaño una vez más y Plumazo se calmo. El médico de los animales lo examino de patas a cabeza. Le abrió el pico, le examinó la garganta, Plumazo no tenia nada, estaba muy bien de salud. Así se lo dejo saber a Juan. "Su gallo no tiene nada, está muy bien, no ha perdido la voz. Creo qué su gallo se está poniendo viejo, por eso no quiere cantar. Su gallo es un vago, quisás por su edad." A Plumazo no le gustó que le dijeran vago, y menos viejo. Quiso picar al médico pero Juan se lo impidió, él también creía lo que habia dicho el médico, pero no le dijo nada a Plumazo, sabia qué estaba furioso.
Al otro día regreso bien temprano a la casa, lo habían despedido del trabajo por llegar tarde todos los días. Llegó a su casa de muy malhumor. Miro por la ventana de su cuarto, allí estaba aquel gallo vago durmiendo tranquilamente. Lo despertó de un grito y le dijo, "por tu culpa me han botado del trabajo, hace más de una semana que no me despiertas temprano para irme a trabajar. Ahora tendré que buscarme otro trabajo y necesito a alguién que me despierte muy temprano. Voy a la tienda a comprarme un buen despertador. Ya tú no quieres despertarme, te cansaste de cantar." Plumazo miró a su amo muy triste y salió volando del árbol.
Más tarde regreso Juan con despertador grande, bonito, color blanco y con unos nümeros color negro y grandes. Juan estaba muy contento, ahora tenia quién lo despertara, conseguiría otro trabajo y no volveria a llegar tarde, el despertador lo despertaría a tiempo como hacia antes el gallo. Plumazo desde el árbol veía como su amo Juan limpiaba el despertador, lo besaba y lo ponía en hora para qué sonara bien temprano. Avergonzado metió su cabeza entre su cuerpo, cerro sus ojos, no quería ver a su rival.
Juan se acostó temprano esa noche, le dio las buenas noche a su gallo Plumazo, después mirando al despertador, dijo, "confío en ti como una vez confié en mi gallo Plumazo, por favor no me falles tú también. Buenas noche." Se quedo dormido rápidamente, el reloj despertador marcaba las horas lentamente. El gallo vago también se acostó más temprano que nunca. Amaneció, Juan dormía plácidamente..... pero de pronto un tremendo ruido lo despertó, se asusto muchísimo. Miro al despertador qué sonaba ruidosamente y también escucho a su gallo Plumazo que cantaba tan fuerte, que no solamente lo despertó a él si no también a toda la vecindad.
Nunca su gallo Plumazo había cantado con tanta fuerza, con tanta energía. Se levanto de prisa, se acerco a la ventana y le dijo a su gallo, "qué bello has cantado hoy, que energías tienes, cantas ahora mejor que nunca. Gracias por despertarme, hoy de seguro encuentro un buen trabajo." Y dirigiendose al despertador le dijo, "gracias a ti también por despertarme con ese ruido. Pero creo qué ya no te voy a necesitar, pero te guardaré en mi gaveta por si acaso. Mi gallo plumazo está vez no me fallara." El gallo miró a su amo Juan muy satisfecho, cantando mejor que nunca se fue volando por los aires. El reloj despertador terminó escondido en una gaveta. El gallo Plumazo nunca jamás dejó de cantar a las seis de la mañana. Menos los domingos, que dormía tranquilamente, como su amo.