Cuenta una antigua leyenda Egipcia, que un joven principe llamado Thutmosis IV, padre de Amenofis III, Cabalgaba por el reino, despues de un largo rato de recorrido llego a una piramide, bajo de su caballo y se recostó a su sombra, se quedo dormido al poco tiempo. Mientras dormia, en un sueño, al dios Ra se le aparecio en forma de cabeza de leon en los cielos, cuya melena terminaba en rayos, el sol. Thutmosis se quedo alli, impresionado ante aquella aparición, entonces Ra le habló:
- Thutmosis IV, hijo de Thutmes III, soy Ra el crador, si me colocas en tus templos a la cabeza de todos lo dioces, el trono de Egipto será tuyo.-
- Pero... ¿y mi hermano, el heredero?- Tartamudeo Thutmosis.
-El trono sera tuyo.- Y entonces el leon rugio y desaparecio, cayendo la noche.

La propuesta habia sido tan rotunda, al mismo tiempo que las imagenes parecian tan reales, que Thutmosis consideró que acababa de sellar un pacto con la divinidad solar. Muchos dias pasaron desde aquel sueño y entones, su hermano fue asesinado mientars cabalgaba en las canteras, dejando a un solo heredero: Thutmosis IV. Desenterro la gigantesca estatua del desierto, colocandola en Tebas. Lo sacrdotes lo critiaban por no haberlos consultado antes de formar un Egipto mas culto. Y entonces, cuando Ra fue ascendido a la cabeza de los dioses, se le olvió a aparecer.
-Thutmosis, has cumplido tu promesa. Es por eso, que deberas edificar una esfinge en el desierto, a un lado de aquella piramide, para que los hombres recuerden que mi voz se oye mas alla de las fronteras y esta su vez, protegera a tu impero de cualquier ejercito pagano que ose prisar suelo sagrado.-

Desde ese dia, aparecio la esfinge a un lado de esa piramide, de lado, vigilando el imperio sagrado del Nilo.