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El País de los cuentos.

Existía un lugar, un País imaginario más allá de la tierra de Nunca Jamás, donde reinaba el Rey Moises, el cual vivia de las rentas que le proporcionaban sus vasallos y donde habitaban todos aquellos que escribian cuentos. El País, como todos los países del mundo estaba dividido en regiones y habitado por diferentes clases de personas, así, al sur vivían aquellos que no acertaban con las eses, las ces y las zetas; al norte los que o bien por despiste o bien por ignorancia, confundían un cuento con un relato, una poesía o tan solo una frase, no distinguían entre los diferentes géneros literarios. Al este habitaban aquellos que, tal vez por su proximidad con el mar y debido a ese espíritu festivo de fuego, que es característica de dichos pueblos, escribian historias eróticas, la más de la veces soeces y carentes del mínimo gusto, las que hacían que muchos padres prohibieran a sus hijos los viajes a ese país; ya en el oeste moraban los que ni siquiera eran capaces de enmascarar o declarar un relato copiado y también los que desconocían las mínimas reglas de ortografia y de estructuración.

Al Rey Moises todo ello le daba igual, pues tan solo se complacía con los dividendos que obtenía por las entradas al País de aquellos que, atraidos por los diferentes habitantes, lo visitaban y por los patrocinios y publicidades que poblaban el mismo, es más, siendo como era un Rey inteligente, había inventado un sistema mediante el cual, los habitantes de dicho reino, todos ellos con alma de escritor, leían sus obras y les asignaban distintas puntuaciones, lo que hacía que muchos de ellos visitaran continuamente la capital para poder realizar dichas votaciones, visitas que eran debidamente contabilizadas por el Rey con el fin de así poder negociar mejor las tarifas con patrocinadores y publicistas, creando al tiempo una división entre sus súbditos y logrando mantener a gran parte del ´País en un contínuo ir y venir con el fin de mantener sus escritos en los mejores sitios del reino.

Entre los habitantes de aquel reino, tal como ya os he dicho, existían tipos de todo pelaje, así veiamos historias viejas o cuentos de series televisivas de otros países que eran expuestos por sus autores como propios, confiando en la falta de memoria del resto de habitantes o bien en el desconocimiento de los mismos; exixtían también personajes que se consideraban por encima del bien y del mal, que se erigían en jueces y críticos, adornando los escritos de los habitantes con críticas que, una vez leidas, daban a entender o querían dar a entender que, el que las escribía era o debía ser alguien muy culto e influyente, pues lo hacía con una autoridad que apabullaba, autoridad que llegaba hasta el punto de que otros habitantes le dirigían cartas abiertas como señal de admiración y respeto, tal vez por miedo a que sus torpes obras, carentes de todo gusto no merecieran la aprobación de tan docto personaje, el cual y para dar a entender su gran conocimiento e inteligencia, no contento con publicar simples frases que para nada tenían que ver con la estructura de un cuento, hasta las exponian por duplicado en dos idiomas, como si con ello pretendieran demostrar que el conocimiento de una segunda lengua fuera un pasaporte más hacia la autoridad moral o intelectual.

El sistema político del País consistía pues en una democracia viciada, en donde, cual si de una república bananera cualquiera se tratara, algunos habitantes votaban una y otra vez aquellas historias que pretendian hundir o levantar, según los clanes, amistades o enemistades que se hubieran forjado por el camino, lo que desvirtuaba completamente la vida de aquel reino, donde se habían refugiado aquellos que teniendo inquietudes literarias habian encontrado un lugar donde exponerlas. De vez en cuando, alguna historia recibia peticiones de algún eino de revista o radiofónico para visitar otros lares, cosa que llenaba de orgullo a sus autores, pero estas situaciones eran las mínimas.

Curiosamente, aquellos cuentos e historias de marcado matiz pornográfico o erótico eran las más solicitadas por visitantes tanto propios como ajenos, muestra de que la incultura reinaba sobremanera en el reino de Moises, el cual, obsesionado con sus ganancias, era incapaz de relegar a los más oscuros confines del reino a aquellos relatores de sexualidades desviadas o de simples fantasias que jamás pudieron realizarse, siempre escondiendo la mayoria de ellos dichas historias con un simple... desconocido, tal vez como muestra de vergüenza o con la esperanza de que algún día y ya convertidos en escritores de fama, nadie pudiera echarles en cara aquellos escritos indecentes y carentes de la más mínima moral; pero eso al gran Moises poco le importaba, pués como ya apunté al principio, el monarca necesitaba ese ingente número de visitantes para poder seguir llenando sus arcas.

A pesar de todo ello, el reino seguia llenandose día tras día, aumentando su población y con ella las arcas del monarca; la vida del reino seguia día a día, el "crítico" oficial seguía criticando y otorgando calificaciones, los seguidores de dicho crítico seguían adorándolo, los despistados seguían enviando poemas, frases, cartas o simples escritos que para nada tenían que ver con lo que es un cuento y, en fin, todos ellos vivian felices, pues a falta de un buen lecho de papel impreso en donde poder descansar sus cuerpos, tenian la pantalla blanca del Rey Moises, como lecho en el que poder recostar sus sueños, ilusiones y esperanzas de que algún día podrían evadirse de aquel reino y morar en otros tales como el de Librería o Biblioteca.

Pero esto es tan solo un cuento, una ficción vana y, como suele decirse, cualquier parecido con la realidad... es pura coincidencia.
Datos del Cuento
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Comentarios


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9 comentarios. Página 1 de 2
Almudena
invitado-Almudena 05-09-2003 00:00:00

Vaya, ya veo que a todos los fantásticos comentaristas de este precioso relato les duele muchísimo la verdad, y, es que realmente duelen más las verdades que las mentiras...No saben apreciar las críticas, qué lástima.

PARA VET
invitado-PARA VET 27-07-2003 00:00:00

Recibí tu e-mail, pero no entiendo lo que dices de sentirte estafada, simplemente lee el cuento y no le busques tres pies al gato, no los tiene. Tal como tu dices, es una simple crítica, la cual me alegro que te gustara. Besos, Gustavo Adolfo.

Andrea May
invitado-Andrea May 26-07-2003 00:00:00

Mira que ´sin quererlo te ha dolido algo lo que te he dicho. Eres realmente un verdadero cobarde, envias un mail pero no tienes el valor de aceptar que se te responda y colocas una direccion inexistente.. Bravo señor, y soy venébola, te he calificado como señor, porque no debo insultar a los gusanos, ellos tienen la utilidad establecida por la naturaleza, tu no sirves para nada, eres anónimo, fatuo e inútil...

Gustavo Adolfo
invitado-Gustavo Adolfo 06-07-2003 00:00:00

Estimado Poeta: Tu si has captado el mensaje; podemos utilizar nuestra imaginación para obtener una página bonita, educativa y, sobre todo, limpia. Gracias por tu soneto.

Angel F. Félix
invitado-Angel F. Félix 05-07-2003 00:00:00

Gustavo Adolfo es un gran hombre que piensa y escribe con la razón. Ataca a los que no llevan nombre, también a quién escriben sin ton ni son. Critica a Moisés por su codicia, porque lerdos, zafios y sin cultura llenan las páginas de inmundicia sin un ápice de literatura. Es, que Gustavo Adolfo es sabio, lleno de virtudes y conciencia que sabe expresarse sin resabio, para lo cual se vale de su ciencia al escribir, como si fuera cuento, cruel diatriba contra cualquier evento.

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