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El Perro Pobre y la Perra Rica.

Manolo es un pobre perro qué no tiene hogar ni dueño. Vive en la calle y se refugia debajo de las casas, los carros y cualquier esquina qué encuentre, huyéndole a las tardes y a las noches frías. Manolo pasa mucha hambre, no tiene donde comer. Busca en la basura algo qué comer para mitigar su hambre. A veces consigue comida buena como pedazos de pollo, pan duro, arroz, pedazos de pizza y hasta tortillas. A Manolo le gusta qué llueva para bañarse con el agua de lluvia y también beber de ella. Pero cómo no come bien todos los días, el pobre Manolo está flaco y con pocas energías para ladrar. A pesar de todo Manolo es un perro muy bonito, tiene los ojos claros y su color de pelo es también castaño claro.

Un día Manolo estaba muy cansado de tanto caminar buscando algo para comer y beber. El día estaba frío y Manolo se metió debajo de un carro qué estaba estacionado frente a una calle comercial. Se acostó y por el hambre y el cansancio se quedó bien dormido. La dueña de aquel carro estaba en el salón de belleza con su perrita Nieve. Al rato salió y se metió a su carro con su perra. Prendió el carro y comenzó a salir del estacionamiento, pero con la rueda de atrás le piso una pata al pobre Manolo. El perro despertó asustado y con un fuerte dolor en su pata trasera. Sus quejidos eran fuertes. Nieve lo escuchó y se lo dijo a su dueña. Ella detuvo el carro y ambas se dirigieron a donde se escuchaban los quejidos, para ver qué estaba pasando. Vieron al pobre Manolo tirado en el piso y gimiendo de dolor. A Nieve le dio mucha pena y comenzó a llorar. La dueña cogió al perro en sus brazos y lo puso dentro del carro para llevarlo al veterinario. Camino a la clinica Nieve se puso a observar aquél perro flaco, herido, pero muy bonito. Manolo no las miraba, su dolor era muy intenso y solo se limitaba a lamer su pata y a sollozar muy bajito. Nieve sentía mucha pena por aquél perro desconocido. Nunca habia visto un perro tan flaco. Nieve era una perra muy bonita, blanca cómo la nieve, menudita, y tenia un hocico negro. Tenía mucho pelo y muy bien peinado. Lucia un lacito rosa en su linda cabecita. Iba mucho al salón de belleza con su dueña. Nieve era un perra rica. Su dueña tenía mucho dinero y ella era muy consentida.

El veterinario le dijo a la dueña de Nieve qué el perro tenía una de las patas traseras rota. Le puso un yeso, le dio medicina para el dolor y Nieve le dijo a su dueña qué se lo llevaran a su mansión hasta qué se curara. La dueña de Nieve le compró una camita y la puso cerca del cuarto lujoso de Nieve. Le dieron de comer y por primera vez en su vida Manolo comió comida de perro muy sabrosa. Después se quedo dormido, Nieve lo miraba con dulzura, le gustaba mucho aquél perro flaco y herido. Al otro día Manolo sé sintió mucho mejor, aunque no podia caminar bien. Nieve estaba a su lado. Manolo la miraba muy detenidamente, aquella perra era muy hermosa, estaba muy bien vestida, era una perra muy fina. Nieve le pregunto con cariño: "¿Cómo te sientes amigo?" Manolo la miró un poco apenado, sonrió y le dijo: "Creo qué mucho mejor, aunque cuando quiero caminar me duele la pata." "Eso es normal - dijo Nieve - tienes la pata rota, pero poco a poco te sanarás." "Gracias bonita - dijo Manolo - tú y tu dueña han sido muy buenas conmigo, pero ya me tengo qué ir." "No amigo -dijo Nieve- no te puedes ir hasta qué no estés completamente sano. Mi dueña y yo te cuidaremos mucho. Yo me llamo Nieve y quiero ser tu amiga.¿Cuál es tu nombre?" Manolo dijo: "Gracias Nieve, eres muy bella y muy buena. Yo me llamo Manolo. Tienes una casa bien bonita. Yo no quiero causarles molestia, debo irme ya. Les agradezco todo lo qué hicieron por mí."

"No Manolo - dijo Nieve- fue nuestra culpa qué estés herido de tu pata. Mi dueña es muy buena y no te dejará ir por lo menos hasta qué estés mucho mejor.Dime Manolo, ¿porqué estabas debajo del carro de mi dueña" Manolo le contestó: "Tenia mucho frío y estaba muy cansado. Me metí debajo del carro y me quedé dormido." Nieve le preguntó: "¿No tienes dueño ni casa cómo yo?" Manolo dijo: "No Nieve, soy un perro de la calle, nadie me quiere. Algunas personas me ven y me gritan. Me patean, me botan cuando estoy cerca de sus casas y me dicen perro asqueroso, vagabundo. Vivo solo en el mundo." Nieve comenzó a llorar.¡Pobre Manolo!! No tenia amor, ni comida, y menos un dulce hogar cómo ella. Le dijo: "Me caes muy bien Manolo, le diré a mi dueña qué quiero qué te quedes conmigo. Te vamos a querer mucho y tendrás cómo yo un hogar y comida." Manolo contesto: "Gracias amiga Nieve, pero no me lo merezco. Eres muy dulce, no quiero qué llores. Yo no soy el único perro vagabundo. Me siento bien en la calle con mis compañeros. Tú eres diferente, eres una perra muy fina, somos distintos." "Si Manolo - dijo Nieve - somos distintos. Pero si sé te presenta la oportunidad de cambiar debes aprovecharla. La suerte toca a tu puerta una sola vez y no debes dejarla ir. Aquí tendrás un hogar y mucho amor. Ya yo te quiero mucho amigo Manolo." Manolo sonrió y la beso suavemente en su hocico negro con un olor a perfume de flores. Al rato la dueña vino y le trajo una comida de perro muy deliciosa y un buen pedazo de carne. También le dio la medicina del dolor con agua fresca y cristalina. Nieve y Manolo ese día comieron juntos. La dueña se sentía muy feliz, su adorada Nieve no estaba ya sola. Tenía un amigo para jugar.

Manolo al cuarto día se fugó de la casa. Siempre vivió en la calle y no se merecía ser tratado con tanto cariño, porque nunca lo tuvo de nadie. Cuando Nieve se enteró qué Manolo la había abandonado lloro tanto qué se enfermó por dos días. La dueña de Nieve busco a Manolo por todos lados pero no lo encontró. Nieve sufría mucho, extrañaba a su amigo Manolo. Él ya curado de su pata, caminaba medio cojo por las calles buscando comida y agua para beber y refrescarse. De vez en cuando pensaba en Nieve y lo bien qué la pasó en aquella mansión con ella, también extrañaba el cariño de la dueña. Pero esa no era vida para un perro callejero cómo él. No estaba acostumbrado a los lujos. Una noche ya agotado y hambriento buscaba por la calle un sitio donde acostarse. Al cruzar la calle no vio a un lujoso carro qué se acercaba. El carro por poco le pega. Manolo dio un salto y pudo evitar el golpe. El carro se detuvo, Manolo corría y corría, estaba muy asustado. De aquél lujoso carro salieron una señora muy elegante con una perra muy hermosa entre sus brazos. Era la dueña y su perra Nieve. La perra reconoció a Manolo."¡Es Manolo, es Manolo,tengo qué alcanzarlo!!" Nieve saltó de los brazos de su dueña y corrió detrás de Manolo. Éste agotado y sin energías se dejo caer al piso. Nieve fatigada de tanto correr llegó hasta donde estaba Manolo. Sé acerco a él y lo beso con cariño en su hocico frío y seco. "Manolo, ¿por qué te fuiste? Te he extrañado mucho. No tienes donde vivir, tu vida en la calle corre peligro. Vuelve con nosotras, nada te faltara." Manolo la miró, sus ojos no tenían brillo y sé veían muy apagados. Estaba mucho más flaco.

"No somos iguales Nieve. Tú eres rica y yo soy pobre. No estoy acostumbrado a vivir esa vida de lujos qué tú vives. Te extraño mucho. Me hace falta el cariño de ustedes, pero no quiero qué se averguenzen de mí algún día." En ese momento apareció la dueña y dijo: "No Manolo, nunca nos avergonzaremos de tí. Eres un perro muy bonito, aunque descuidado y flaco. Nieve y yo te queremos mucho, ella necesita compañia y tú eres el perro perfecto. Te adoptare y serás cómo un hijo para mí. Y te voy a consentir mucho cómo a Nieve." Manolo miró a la dueña con sus ojos tristes y cansados. Nieve comenzó a llorar, pero esta vez de felicidad y dijo: "Esta vez no te escapas Manolo, mi ama y yo te queremos, y te vamos a dar mucho amor y un hogar. Ya no volverás a ser un perro callejero. Serás nuestra compañia. Vamonos Manolo, tienes hambre y sueño. Los dos comeremos juntos. Te quiero mucho mi amigo, no quiero qué me abandones otra vez." Manolo volvió a sonreír, caminó cojeando junto a Nieve y su dueña. Trataría de vivir otra vida junto a ellas. Él también las amaba, fueron las únicas qué le brindaron amor y respeto. Por fin la felicidad había llegado a su vida. Pensó en sus compañeros y les deseo mucha suerte. La misma suerte qué él había encontrado. Era un perro con suerte a pesar de los sufrimientos por los qué había pasado. Se sentaron juntos en el carro y con mucho amor juntaron sus hocicos. Todos estaban muy contentos, era un día muy especial.



Fin.
Datos del Cuento
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1 comentarios. Página 1 de 1
martin
invitado-martin 24-04-2007 00:00:00

E te falta un poco de imaginacion men , pero l haces muy bien tan excelenteno .

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