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El Policía Vicente

El Policía Vicente

A Tavín Llavona

Corría el año 1950 época romántica de mi pequeño pueblo de Comerío, El Trio Los Panchos, Los Tres Ases y la Orquesta de Cesar Concepción era el tema obligado de cualquier conversación juvenil. Ese mismo año llegó al pueblo el policía Vicente, un personaje enigmático y con ansias de poder. Los guasones del barrio que se reunían en la esquina de la plaza pública ya lo estaban observando y se estaba corriendo el rumor de que Vicente era uno de los que le gustaba que las cabezas de los presuntos acusados chocara con su rotén de caoba.
Sucede que el policía que él venía a reemplazar era muy querido por todos en el pueblo, su nombre era Ramón Asencio, un hombre amable y muy religioso. Asencio siempre fue un pacificador, si encontraba dos peleando, los separaba y los enviaba a sus casas con un buen consejo.
Muchos en el pueblo no le gustaba la forma como hacía su trabajo, querían que le pegara un par de palos en la cabeza al infractor y después le diera toda la consejería que quisiera.
El policía Asencio era una persona jovial, seguro de sí mismo, y la mejor cualidad que poseía era que le gustaba ayudar a todos. No pasaba un día que Asencio invitara a comer a un pobre, todos lo respetaban y le apreciaban muchísimo. Más que policía parecía un trabajador social.

El buenazo de Asencio en una apasionada noche de bohemia hizo suya a una de las mas lindas damas del pueblo. Aquella mujer no le faltaba nada, todo lo tenía muy bien distribuido, nada fuera de lugar. Cuando los rumores de que se había "llevado" aquella joven tan hermosa, no se hicieron esperar los comentarios en la famosa esquina de la plaza, Guipiro decía: "Se llevó un bomboncito", Turin se rascaba la cabeza y reía con una risa picaresca...Los demás en la ganga no podían creer lo que se rumoraba.

Muchos de los jóvenes de aquella época se morían por aquella bella dama tan elegante. Tomás el Gandúl otro de los asiduos miembros del clan de la esquina comentaba y decía: "Esperaba al príncipe azul y se la llevó uno vestido de azul" Y todos los allí reunidos reían!
El día que Asencio se marchó de Comerío nadie lo supo, se fue de la misma manera que había llegado, solo que con la mujer más linda del pueblo.

Aquí comienza la historia de Vicente. Los sábados se celebraban bailes en el Club de los Veteranos y alguno que otro sábado se formaban peleas. En una de esas famosas peleas el policía hizo uso de su rotén en la cabeza de un veterano. El macanazo que le propinó necesitó unos 20 puntos de sutura, además que al pobre hombre le duró un dolor de cabeza por más de 30 días.
Dicen que tal fue el respeto o miedo que ganó, que cuando habían dos peleando y gritaban "alla viene Vicente" terminaba la pelea y a correr todos.
Era raro el fin de semana que este policía no le diera un macanazo a alguien en el pueblo. De la noche a la mañana se convirtió en el rey de la macana.

Los problemas de Vicente...
Durante las fiestas Patronales llegó de Nueva York un Comerieño que hacía mucho tiempo se había marchado del pueblo, era grande, fuerte y decían los del combo de la esquinita caliente de la plaza que le gustaba la pelea más que la comida. "Ese Rican es de los guapos de Nueva York" comentaban en voz alta.

Una tarde le contaron del famoso policía, y le dijeron que tuviera cuidado de no tener un encontronazo con él pues lo más seguro era que le diera con la de caoba en la cabeza. Eso para el recién llegado era como un reto, y dijo: "Vamos a ver si ese policía es valiente de verdad"
Desde ese día el Rican comenzó a buscar una confrontación con el policía. Cada vez que se encontraban se miraban mal, parecía que medían fuerzas con su miradas. La gente del pueblo ya se habían dado cuenta de lo que estaba pasando y si veían a Vicente, enseguida le avisaban al Rican. Inmediatamente este salía a la calle y comenzaba hacer "shadow boxing" , después entraba al cafetín con cerveza en mano, se recostaba de la vellonera a oír un disco de Felipe Rodríguez y a cantar como si fuera el mismísimo cantante.

Les diré que el Rican ya tenía su fanaticada. En cambio había una gran parte del pueblo que deseaban ver una confrontación entre estos dos guapetones. Algunos comentaban: " Cuando Vicente lo coja le va a dar palos por un tubo y siete llaves" Otros decian: "El Rican le va a dar una pela que hace tiempo se la merece"
Para mí las apuestas estaban empate.

Una tarde en la que el Rican estaba jugando en el billar de Don Felipón, vinieron a avisarle que Vicente se acercaba. Detrás del policía venía un grupo de personas a ver si se realizaba la tan esperada pelea, pero nada pasó...Lo mismo de siempre se miraron y el policía siguió caminando con aquel tumbao como el de Pedro Navaja.

El homenaje en honor a los Comerieños ausentes ya había comenzado y el pueblo estaba repleto de gente de todos los pueblos adyacentes. En la plaza pública estaba El Gran Combo y en la Fraternidad Universitaria ya la Sonora Ponceña estaba afinando sus instrumentos. De pronto notamos una gran algarabía en dirección al viejo puente que conduce al barrio Piñas, gritaban: "pelea, peleaaa", hacía allí nos dirigimos. Aquello parecía el Circo Romano y en el mismo medio estaban Vicente, jincho como una vela y el Rican, quitándose la camisa.
Wow! qué escena ni los episodios nacionales! La gente se arremolinaba alrededor de los dos valientes guapetones, no se podía oir lo que hablaban, pero lo que se decían al parecer no eran elogios, pues sus caras reflejaban el odio, el coraje y las ganas de arrancarse las cabezas.

De momento el Rican hizo ademán con las manos al gentío para que se callaran, todos callamos, a excepción de algunas señoras que no querían ver la pelea e insistentemente pedían que terminara todo aquello.

De pronto el Rican le dijo a Vicente: "Suelta el revolver y peleamos al puño", Vicente no le hizo esperar, le paso el revolver a Felo Santos (QEPD) y le dijo cuando tú quieras. No se cruzaron más ni una palabra, como hacen los hombres, sin hablar mucho.
Empezaron a medirse y el Rican tiró primero y le conectó en la cara, el policía ripostó pero el Rican se agacho y el golpe se perdió en el aire, se agarraron y rodaron por el piso dándose golpes por todos lados, las damas gritaban: "se matan, se matan" los demás gritaban dándole ánimo a su preferido.
Aquello era de película, el pueblo entero estaba allí. Qué bueno peleaban aquellos dos, parecían dos boxeadores limpios y rápidos. Ya los dos sangraban profusamente , Vicente por la nariz y el Rican por el arco superciliar izquierdo. Por el momento Rican llevaba la ventaja, pero el policía se defendía como gato boca arriba.

En ese momento llegó el teniente Maldonado acompañado de otros policías, enseguida con macana en mano le iban a caer arriba al Rican, pero el policía Vicente les dijo que no y se paró al lado del Rican para no dejar que le fueran a golpear con sus rotenes. Con este gesto se había ganado el respeto de todos los allí presentes y del mismo Rican. La pelea terminó con la llegada de los compañeros de Vicente, todos nos fuimos retirando comentando lo bueno que había estado la pelea.
A mi juicio ganó el Rican, pero el policía dió una gran demostración de un hombre en todo el sentido de la palabra.
Y así terminó uno de los acontecimientos pueblerinos más típicos de mi querido Comerío.
Datos del Cuento
  • Categoría: Hechos Reales
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Comentarios


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3 comentarios. Página 1 de 1
Mariposa Azul
invitado-Mariposa Azul 24-09-2012 00:00:00

Me agrada su relato, aunque no soy partidaria de las peleas, considero que si hay que hacerlo, es mejor hacerlo limpiamente!

María Eugenia
invitado-María Eugenia 23-10-2004 00:00:00

Mejor contado, no se puede. Esta es una historia que demuestra que con violencia no se logra la paz entre los seres humanos. Ay jíbaro, cómo me gusta ver un pedacito de mi tierra en este rincón.

Juan Andueza G.
invitado-Juan Andueza G. 13-04-2003 00:00:00

Señor Jíbaro del Río Hondo, mis más cordiales felicitaciones, pues para mi su cuento es excelente,muy real y muy bien narrado. Me recordé siempre de Juan Rulfo. Cada policía con sus estilos, pero el mejor de los estilos es su pueblo, que de inmediato dan ganas de visitar. ¿ Dónde queda, por favor ? No hay nada mejor, por otra parte, que si a uno le toca pelear, hacerlo con gente limpia, como ese pueblo. Me encantó y le mando saludos. De lo mejor.

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