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Categoría: Ciencia Ficción

El Relato

Cuando ya se encontraba transitando por el alba de la muerte, sintió unas ganas irrefrenables de explicar su vida a alguien. La suya, creía él, había sido una vida tan sumamente interesante y rica en experiencias que bien tenía que ser contada. Se encontraba con la necesidad imperiosa de transmitir todos aquellos recuerdos a otro ser más joven que los pudiese aprovechar o, si más no, que le alabara por el valioso contenido que guardaba su memoria.
Había llegado tan alto en su profesión, que se habían olvidado de su existencia, y los pocos que alzaban la vista, creían ver a un gordo y viejo cuervo negro. Ya nadie le alababa, porque ya nadie le recordaba, era poco más que una mancha allá, en la cima. No era sólo la necesidad de oír un halago, de ver relampaguear los celos en las pupilas de otro, era también esa maldita soledad que ya no se contentaba en pasar las noches a su lado, enfriando las sábanas, sino que se había aventurado en salir de la casa, en seguirlo por la calle, en convertirse en una traidora sombra.
Afortunadamente para él, aquella sociedad había inventado toda clase de empresas para sedar momentáneamente la soledad; eran el gran prodigio del siglo XXI, la gran innovación, el gran negocio disfrazado de solemnes intenciones. Él las había despreciado pero, de la misma manera que de joven había criticado los teléfonos eróticos y a escondidas los usaba (susurrando tras la puerta cerrada, celoso de que lo descubrieran), acabó contratando sus servicios.
La atenta señorita del teléfono le informó de cómo operaba la empresa: en el tratamiento genético de los especimenes, se les había modificado la personalidad –excepto en las mujeres que servían como novias, esas había que dotarlas también de diferentes atributos físicos para mayor gusto de los clientes- de manera que se pasasen el mayor tiempo en silencio y escuchando; también los había dotados de gran fluidez para aquellos que quisieran una charla amena; ante todo, la mayor virtud de sus productos era la obediencia al cliente. Él sentía el sudor frío recorriendo sus sienes, mientras pedía un nieto, un nieto cualquiera, para llevar a domicilio.
Con el nieto, por ser la primera vez que contrataba esos servicios, le trajeron un decorado para las paredes del comedor: una chimenea crepitando dulcemente, casi ronroneando, crea siempre un ambiente más familiar. El nieto se sentó encima de la alfombra dispuesto a escuchar toda la tarde (había calculado que en cuatro horas su vida ya estaría relatada, obviando lo superfluo, rebajando lo mundano).
Era un niño tan mono, tan rubio, tan educado, tan de anuncio. Con el paso de las horas sintió que realmente aquel era un familiar suyo, que sus orejitas eran las suyas cuando tenía su edad, que esa mirada curiosa la había heredado de él, que lo conocía de siempre, que le había visto nacer. Que le escuchaba realmente interesado. Que no estaba solo en el mundo.
Aquel monólogo que había empezado con fuerza, que hizo atronar las paredes ficticias del comedor, se fue suavizando, hasta que él se quedó callado, solamente contemplando la inocencia silenciosa del niño. Ya no tenía ganas de que alguien le alabara, de hablar; quería escuchar su vocecita, oír lo que él tenía para contar. Esperó a que el niño dijera algo, cualquier cosa, una trivialidad, pero no, allí estaba: todo ojo, todo oídos. Le interrogó infructuosamente, se desesperó, lo zarandeó. Nada, el nieto no hablaba, se lo trajeron con ese defecto. Fue en ese momento cuando se dio cuenta de la ilusión en que había descansado dulcemente toda la tarde.
Desde un oscuro rincón, la soledad salió a abrazarlo, ofreciendo su hombro para que pudiera llorar.
Datos del Cuento
  • Autor: Vet
  • Código: 8038
  • Fecha: 30-03-2004
  • Valoración:
  •  
Comentarios


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3 comentarios. Página 1 de 1
Alejandro J. Diaz Valero
invitado-Alejandro J. Diaz Valero 04-04-2004 00:00:00

...Puedo comentar lo siguiente: El cuento está bien redactado, con una idea coherente que atrapa la atención del lector, una idea fresca y de actualidad, según mi criterio debiste agregar conversaciones del personaje principal, aunque es un monólogo, ya que harias más dinámico el mensaje y la lectura se haría mas facil; tambien creo que el final debió ser màs explosivo, estuvo bien, dejando la añoranza y la duda flotando en el aire, pero estoy seguro que tienes creatividad suficiente para mejorar este relato. Cordial saludo y Exito. Alejandro J. Díaz Valero P.D. La puntuación que te asigné es 8

Gonzalo
invitado-Gonzalo 03-04-2004 00:00:00

No te preocupes por la puntuaciòn lo importante esque si te califican es porque te estan leyendo, tu reacciona como don quijote cuando Sancho le dijo, señor no hoyes ladrar a los perros, y entonces don Quijote le contesto, si Sancho es porque vamos por el camino

Vet
invitado-Vet 31-03-2004 00:00:00

... agradecería que, además de puntuar tan bajo, me dijeran, en un breve comentario, que hace tan malo el cuento. Sólo con los votos no puedo encontrar el error y rectificar. Un saludo, VET

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