Era un muchacho- me contaba mi amigo- que durante día y noche le gustaba caminar en soledad. Cuando alguien le encontraba descansando, y se le acercaba a conversarle, inmediatamente, se paraba y seguía caminando...
Mi curiosidad era como la del gato y, con unos amigos planeamos analizarlo y estudiarlo. Quería saber y entender lo que ocurría con este tipejo.
Nos preparamos durante una semana, y después de tener todas las cosas en orden, empezamos la gestión.
Dos de nosotros colocamos en su banca favorita: un micrófono y una cámara; mientras que otros dos, le esperamos en el baño público y sin que se diera cuenta, le colocamos un pequeño micrófono en su bolsillo.
Todo esta tarea duraría sólo un día.
Cuando entró al baño, prendimos nuestro amplificador para escuchar su voz. Pasó un minuto, dos, tres, cuatro, cinco... quince minutos, y no hablaba... Lo único que se escuchaba era el sonido de la orina que caía al retrete, el gotear de un caño mal cerrado, sus pasos... De pronto, hubo un silencio impresionante. Parecía como si el sonido se hubiera muerto.
Cuando llegó a su banca, prendimos el monitor. Notamos que se fijaba que no hubiera nadie cerca. Se sentó, cerró los ojos, levantó las manos y las comenzó a mover como si tratara de volar. Aquel ejercicio lo hizo en varias series de quince minutos. Al cabo de una hora, se paró y empezó a caminar, con los ojos cerrados como un ciego, pero sin bastón...
Ante aquel espectáculo, quedamos bastante intrigados. Imaginábamos que aquel tipejo era un inofensivo loco, o quizás un pájaro con cuerpo de hombre, o no sé qué cosa mas...
Colocamos una mejor cámara en el baño; y cuando llegó, ocurrió algo que nunca olvidaré:
El tipo cerró los ojos y se desnudó. Empezó a caminar por el baño con los ojos cerrados, tapando cualquier hueco por donde entrara sonido, con unas telas de color negro cubrió las ventanas. Hasta que el baño quedó de un negro infinito. Lo único que veíamos era oscuridad y un sonido como el del aleteo de las palomas... Luego, silencio...
No aguantamos más y salimos disparados hacia el baño, y cuando abrimos la puerta... Lo vimos desnudo suspendido en el aire como si estuviera durmiendo en el espacio, como flotando en una piscina; fue tan linda aquella escena que nos dio cierto rubor por incomodarlo. Y sin hacer el menor ruido, salimos del baño, cerramos la puerta y lo dejamos seguir soñando despierto...
Cuando llegué a mi casa, entré a mi cuarto y lo cerré. Apagué las luces, tapujé cualquier sonido y comencé a agitar mis brazos. Quería sentir aquella escena en donde pude ver algo así como pureza, libertad, paz...

15/11/03