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Yo conocí un unicornio, el cual vivía de caricias, de sueños, de un “te quiero”, de un “te amo”, así viniera desde lejos, de eso vivía.
El unicornio me contó que había encontrando quien le de todo ello, y que a su lado se hizo grande, creció, y sus sueños, muchos de ellos se hicieron realidad. Me contó...que poco a poco las caricias y los “te quiero” fueron desapareciendo y que poco a poco se sentía desfallecer, que se sintió muy solo, que su cuerno dejo de brillar, que sus ojos se cerraron cubiertos de lágrimas.
Todos creyeron que el unicornio moría, nadie sabe por que no fue así, nadie sabe que chispa de vida lo mantenía allí, y, tal vez si se lo hubieran preguntado, jamás hubiera respondido, era su tesoro, no quería perderlo y no quería que nadie supiera que existía, pues era suyo. Y él me lo contó...me contó de su estrella que guardaba en el centro de sus ser, me contó que de allí venia la poca vida que le quedaba, me contó de esa estrella que era el regalo de una princesa, que el no sabia dónde estaría, pero sabía que estaba dentro suyo. Me contó de la noche en que ella apareció en su vida, de cómo, con temor, la hizo sobre sus espaldas y la invito a recorrer el firmamento, me contó como aquella noche lo recorrió de lado a lado, con la princesa a cuestas, me contó de su sonrisa, del brillo de su mirada, de su cabello flotando al viento. Y cuando no pudieron mas, la princesa saco de su ser una estrella, una indescriptible, una como no había otra en el firmamento, que en ella puso sus sueños, su ser, su alma y su cuerpo y se la obsequió.
Esa, es la estrella que guardaba el unicornio en el centro de sus ser, que era la única que había después de haber visto apagarse una a una todas las demás. Y el unicornio desfalleciente la conservaba, pues aun brillaba, me contó que cada noche la sacaba de su pecho, la limpiaba, la acariciaba y en silencio le decía “creo en ti”, y que con sus débiles latidos, él la llamaba.
Vi al unicornio, completamente irreconocible, cualquiera diría que estaba muerto, lo vi encogido en un rincón, sin sueños, y al tocarlo hubiera creído que era de hielo, sus parpados cerrados cubiertos de lágrimas. Me contó de un día que sintió que las puntas de su estrella aguijoneaban su interior, penso que quería irse, estuvo inquieto, que podría ser . . . y fue allí, que la vio, radiante, hermosa, si, era ella, no podía ser nadie mas, era ella, la que le dio ese pequeñito trozo de vida que había salvado la suya.
Lo vi, levantarse lentamente, acercarse a ella con temor, lo vi olfatearla, lo vi recorrer su cuerpo, su rostro, su cabello con su cuerno grácil. Y ella, sin mediar palabra monto sobre sus espaldas, y el volvió a ser . . . su cuerno volvió a brillar, sus lagrimas no fueron mas, su soledad no fue mas, y pudo nuevamente correr, saltar, volar con ella a cuestas, sintió sus manos aferrarse a su cuello y su cuerpo recostado sobre el suyo y los vi volver a sembrar de estrellas el firmamento, la luna volvió a ser de plata, de queso o algodón según quisieran, lo vi crear sueños con cada caricia de la princesa, yo lo vi.
Lo vi abrigarla entre su cuerpo al amanecer cuando ya no podían mas y se recostaban en la hierba a descansar. Era su princesa, ella prometió nunca mas dejarlo y creyó y fue feliz y creyó que ella era feliz con él .
Me contó que hace solo cinco minutos, la princesa soltó su cuello, se incorporo, salto a la hierba, se paro frente a él, y sin verlo a los ojos, y sin mediar palabra, estiro su brazo, la metió en su pecho, arranco su estrella y le dijo “adiós”. Ahora, con el unicornio a mi lado, veo las hojas de los árboles caer, el agua de los arroyos desaparecer, y ya han empezado a apagarse las estrellas que hasta hace un momento con tanto amor habían sembrado. Y veo triste, como aquel hacedor de sueños se acuclilla, se tiende sobre la hierba, su respiraciones se va haciendo lenta, sus parpados van cayendo. La última estrella esta por apagarse, él da un último suspiro, la estrella se apaga y él ya no es mas . . . se fue sin decirme adiós.
invitado-yanisley lopez 28-04-2006 00:00:00
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invitado-Gerald 05-09-2005 00:00:00
Que os pasó Betina..., tanta tristeza embarga tu alma que contagias sentimientos de nostalgia a quienes te leemos, que no mueran los sueños Betina, que no muera el Unicornio Betina. Atte: Gerald |
invitado-Joaquín Ledo 22-08-2005 00:00:00
Betina: Escribes hermoso y hacía bastante que no veía nada tuyo. Tal vez no lo sepas pero soy muy sentimental y tu cuento por alguna razón me nubló la vista. Quizás la música o la trama de la historia del unicornio o ambas cosas me pusieron triste... Sí, triste. Joaquín |
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hola betina soy cubana vivo en belgica ,asi q desde alli he leido tu cuento esta muy precioso y ademas triste ,por lo qm hiso sentir cosas ,pobrecito unikornio ,pero alfin dejo de sufrir , porq descanso , saludos yany cuidate y sigue con tus cuentos pues