Aquel día me acoste más temprano. Estaba cansado, no tanto del trabajo, sino más bien de desesperanza.
No tardó el sueño en aparecer, mis parpados se cerraron por unos segundos.....al abrirlos no podía creer lo que veía. Estaba ahí, en mi Cuarto, pero no era mi cuarto de paredes hinchadas y esconchadas, sino más bien era un cuarto límpio de paredes blancas e impecables.
Me paré sobresaltado mientras me preguntaba ¿qué ha pasado?. Para aclarar mis ideas, decidí caminar un poco, ya que que aunque era de noche, la misma era jovén. Al abrir la puerta de mi casa la sorpresa fue mayor: no era de noche sino de dìa.
La luz alegre y juguetona iluminaba mi rostro. Seguro que todo esto es un sueño.
Camine por la calle, sin rumbo fijo, pensativo. De pronto llegue a la plaza del pueblo, donde los niños escazamente jugaban, aunque los pajaros cantaban con su trinar el nacimiento de un nuevo día.
Me senté en el único banco que había, al lado de un anciano que parecía dormir profundamente. Absorto en mis pensamientos estaba, cuando de pronto el anciano se despertó y me dijo:
- ¡Hola! ¿Què dìa es hoy?.
- No sé viejo, le contesté de mal humor.
- Un mal día, ¿verdad?, decìa el viejo risueño.
Por unos segundos contemplé al viejo preguntándome si estaba loco ó si más bien el loc era yo por hablar con un extraño.
- Mire, le dije, para mí todos los días son malos. Además no sea usted impertinente, le dije groseramente.
Para mi sorpresa el viejo no se enfureciò conmigo sino que más bien me sonrió.
- Sabe Jovén, yo también he tenído esas rabietas como la suya. Yo también fuí como usted impetuoso, descortes y a veces patán.
- Y ¿qué me importa a mí?.
- Calma, calma, me dijo el viejo, todo pasa y todo tiene solución.
- Mire viejo, le dije, yo no se quién es usted ni me interesa, estoy muy cansado y agobiado por los problemas.
- Los problemas, ¿Cuáles Problemas tienes?, pregunto el viejo.
- ¿Qué cuales son?, lo miré extrañado, pues que casí no tengo trabajo, los ingresos no son suficientes, vivo en un barrio inmundo y en una casa peor aún, hay delincuencia en todos lados.
El viejo me escuchaba con atención, mientras, para sorpresa mía, sonreía.
- ¿Eso es lo que te mortifica tanto?, pregunto el viejo.
- ¿Le parece poco?, le dije, ¿de donde viene usted?, le dije, ¿no será usted un loco, verdad?.
El viejo soltó una carcajada, mientras el rostro se le iluminaba.
- Sabes, me dijo, quiero enseñarte algo.
- ¿Enseñarme algo?, le pregunté. Mire viejo loco, a mí no me interesan sus tonterías...
El viejo me interrumpió:
- No son tonterías, ven y verás.
- Mire viejo, no sé porque lo escucho ó porque no me levanto y me voy, pero usted me tiene intrigado.
- La intriga casi siempre es mala, pero a veces no. Creo que estas es una de esas veces.
- No se, no se, pero....esta bien, le oigo.
- No quiero que solamente me oigas, sino que también veas algo.
- ¿Ver algo?, le dije sorprendido, ¿y qué me puede usted enseñar?, ¿una nueva botella de whiskey?, ja ja ja ja.....
- Riete, riete, está bien, burlate de mí, pero tú te lo pierdes, dijo el viejo molesto.
- No se ponga bravo, le dire algo, la curiosidad es más fuerte que yo y quiero que me enseñe lo que tiene para mí.
- Bueno, eso me parece bien. Lo que tengo no está aquí, sino que tendremos que caminar un poco.
¿Caminar?, pensaba para mí.
- Mire loco, sepa usted que estoy armado, le dije simulando tener un revolver, si se pasa le doy un tiro.
Está incompleto.