Había una vez un marinero ruso. Él creía que era un desafortunado por una razón: porque había comprado unas redes que sólo le permitían comer un pez al día y se había gastado 300 rublos para nada.
Cierto día cuando tiraba sus redes al mar oyó unos lloriqueos y subió corriendo sus redes para ver si se trataba de un pez de oro. Dmitri, el marinero, se dio cuenta de que su suerte no podía ir a parar más lejos: se había encontrado ni más ni menos que ¡con un cerdo llorón! lo que parecía era ¡también con aletas!... era un cerdo con aletas. El cerdo le dijo que había sido hechizado por una bruja pero que era en realidad la hermosa princesa Coral. La bruja la había hechizado a ella y también a su hermana para que se convirtieran en un cerdo y en una foca de modo que no fueran las reinas de las sirenas. Sólo llegarían a ser humanas si alguien lo deseaba con su corazón. El marinero lo deseó tanto que la sirena se convirtió en humana de nuevo. Así el marinero cuando freía su pez diario sintió un cosquilleo: se había convertido en ¡Tritón! se casó con Coral y juntos tuvieron muchas sirenitas.