Yo pensaba en Platero,el asno poema que inspirara a Don Juan Ramón,a quien la gloria de los burros cuide en su seno,tan bellas palabras y
hermosos versos,cuando él me miraba con sus encendidos y vidriados ojos.
Tiraba de la carreta cisterna con el esfuerzo de su alicaído y lento cuerpo,las orejas tiesas,el empedrado ardiente de las horas álgidas sobre el achicharrante agosto,resollante y seco:
-¡El aguador,el aguador!-
Se diría que le quitaron todo su algodón,que arrastra los huesos,que jamás trotara el verde prado,y que nunca le dejaran suelto.Que tiene tristeza.Tristeza y rebuzno de esclavo,al mismo tiempo.
-¡Arre burro,arre!-
Vara de azebuche en ristre,el hombre miserable le golpeaba la pardinegra carne.
-No me des las garrafas,que no quiero ir por agua madre,que me duele-¡El aguador!-Que no sé que darle,como aliviarle.