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El arco iris de Relmu

Los tenía muy diversos: de colores intensos y bellas formas, en lápiz, en acuarela…Todos sus cuadernos se hallaban repletos de arco iris. Y es que a Relmu le fascinaba esta extraña forma colorida que llamaba la atención de todos, atravesando las nubes y estableciendo un lazo entre el cielo y la tierra; y estaba convencida de que era mucho más que un fenómeno óptico.

Pero había algo extraño en los arco iris que Relmu dibujaba: todos ellos carecían del color violeta. Y por mucho que Relmu se esforzara, nunca conseguía incluir este color en sus ilustraciones.

 

Relmu era una niña fea, de enormes ojos verdes, que casi no le servían si no llevaba las enormes gafas, y un cuerpo que sobrepasaba cuatro veces el de cualquier otra niña de su edad. En el colegio la pasaba realmente mal. No tenía amiguitos y el pasatiempo favorito de sus compañeros de clase era tramar bromas y burlas contra ella. Les resultaba muy divertida su cara roja bañada de lágrimas o su incapacidad para contener la orina cuando se sentía angustiada. Sus cumpleaños los pasaba en la más absoluta soledad, rodeada del cariño de dos padres que no sabían quererla y una abuela malvada que ni siquiera cocinaba bien. No obstante, Relmu tenía un secreto que nadie conocía. Por las noches, cuando todas las luces se apagaban, salía volando por la ventana de su habitación y visitaba mundos maravillosos.

Una noche, su viaje la llevó hasta un gigantesco arco iris. Era la primera vez que visitaba uno y se sentía realmente extasiada. Era una enorme cinta de colores que comenzaba en la línea del horizonte y se perdía poco después de sus ojos, donde su terrible vista no llegaba.

Una mujer de figura desaliñada y un pelo largo y canoso se le acercó. Le dijo que era un hada y Relmu pensó que era el ser más hermoso del universo, siendo técnicamente sumamente fea. Como sabía que el sueño no duraría mucho y quería volver a la realidad con la mayor cantidad de respuestas posibles, decidió hacer todas las preguntas que se le ocurrieran. A veces solo contamos con un sueño para cambiar nuestra realidad.

—¿Por qué no eres hermosa?

—Lo soy.

—Sí, para mí sí, porque veo en tu interior, pero no te pareces…

—La belleza no está en el interior, Relmu. El verdadero secreto de la vida no consiste en aceptarte como eres, sino en dejar de preocuparte de que los demás lo hagan. Debes poder mirarte al espejo sin pensar si eres bonita o fea. Después de todo, la belleza es solo un concepto, como tantos otros, y por lo tanto no tiene ninguna importancia. Si comprendes esto también podrás entender por qué no pintas el color violeta en tus arco iris. Hasta que no aceptes que no eres como las demás y te centres en ser Relmu sin importar lo que te pese, las cosas no cambiarán.

Tardó algunos años en comprenderlo, pero un día lo hizo. Se supo hada: un hada regordeta, de gafas y poco atractivo físico, pero con un inmenso arco iris solo para ella, para cuidar. Y fue capaz de mostrarle a otras personas que un arco iris es mucho más que un espectro producido por el encuentro de la luz con el agua.

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