Honra a tu padre y a tu madre
para que tus días se alarguen
en la tierra que Jehová tu
Dios te da.
Ëxodo 20:12


Cuando Matilde le anuncio a su ancianita madre que no tenía otra alternativa que internarla en un asilo, la pobre viejita comenzó a morir en vida, se secó como una nube, como un bejuco, se iba esfumando poco a poco como el humo, sus lágrimas se secaron dejando pequeños surcos en sus mejilas. Aquellos ojos, que siempre estaban alegres, perdieron su brillo, se apagaron como los ojos de un pez acabado de sacar del agua,
su mirada era fija y la amargura y la tristeza se apoderaron de su alma...

La anciana se levantaba muy temprano cuando todavía el rocío jugaba sobre las hojas, el sol bostezaba en la lejanía y algunos gallos cantaban tardíamente. Se sentaba en su sillón, donde por generaciones sus antepasados habían esperado la muerte junto a sus seres queridos... Ahora sentía que aquella tradición terminaría, ¿A dónde la llevarían?¿A qué lugar desconocido?... moriría triste como una paloma herida al lado de extraños, sin poder contemplar los rostros de sus hijos y nietos a la hora de la partida...

Doña Obdulia, Yuya como le decían todos, era una anciana hermosa, una viejita que siempre estaba limpia, arreglada, pintadita, con sus prendas, su sombrerito y su flor colocada en en su cabeza, hoy tenía una rosa muy linda. Quería estar arreglada en caso que la pelona, la muerte ingrata, la sorprendiera... pero no pensaba en eso, hacía poco que había cumplido noventa y estaba como una nena de quince...

Ella no tenía necesidad de ser internada. Todavía podía hacer sus cocitas, le gustaba tejer y se pasaba el día viendo sus novelitas. Se saboreaba a los galones de las telenovelas...
Todo el mundo la quería... su casa se había convertido en la cafetería del barrio...

___Doña Yuya, ¿Todavía le queda una taza de café? Este dolor de cabeza me está matando.

__Mira Marcos, si no hay, te preparo una en un minuto...

Siempre era así, servicial, inteligente y muy religiosa. Jamás había faltado a una misa el domingo. Era muy amiga del cura. Siempre cantaba en el coro cuando le daban su parte...

Pero aquella alegría fue fusilada por aquellas palabras sentenciosa de su hija...

__Mamí, entiéndeme, ya no puedo cuidarte como antes, tengo mi familia, mi esposo... y ya no tengo ni tiempo para Efraín... está molesto porque apenas podemos comparir un momento de intimidad... además comienzo a trabajar el lunes...

La anciana la miró fijamente... dos finas y cristalinas lágrimas saltaron desde lo más pronfundo de su corazon, luego un rosario de pequeñas gotas de diamente hasta cubrir sus dos mejillas...

__Está bien hija... Te has sacrificado toda una vida por mí... soy un estorbo para ustedes, lo sé... Iré al asilo...

Aquellas palabra golpearon a su hija en el fondo de su corazón y no pudo contener sus lágrimas tampoco... le dio un beso en la frente y se alejó suspirando...

Era cierto, su hija mayor se había dedicado toda su vida a ella. Sus demás hijos y hermanos estaban muy lejos, apenas se acordaban de que tenían una madre, que había dejado el pellejo trabajando para criarlos y darles una buena educación cuando su padre murió en un accidente.

Matilde lloraba... había hecho la promesa de que nunca permitiría que su madre fuera a un asilo. Sabía lo que pasaba en esos lugares. Había escuchado y visto a los maltratos que los sometían muchas veces en algunos de ellos. Tampoco era justo echarla de su casa, porque era su casa, en esa forma...Además su madre recibía dos buenos cheques, el de retiro y el seguro social, también tenía dinero en el banco que había recibido por la muerte de su esposo... pero su Oscar la presionaba...

___Mira, te lo digo en serio... te decides, tu madre o yo...

Aquellas palabras tan crueles lo enloquecían. Cuando lo conocíó él sabía que vivía con su mamá, nunca hubo un comentario de desagrado, nunca fue un obstáculo cuando eran novios. Él era loco con la anciana, hasta le regaló un nuevo televisor de pantalla gigante...

Ella no podía comprender el cambio. Pero se había casado de 30 años y tenía mucho miedo a quedarse sola...

Parece que una nube de tristeza cubrió el hogar desde el día que ella le notificó a su madre de la decisión. Ya no reían los niños como antes, no más juegos ni caricias con la abuelita de pelo largo y blanco, hasta los pájaros dejaron de visitar la casa... no había quien le echara comida... mientras tanto la anciana se iba consumiento, ya ni la sombra de ella quedadaba, era increíble como en varios días se había apagado aquella llama que siempre había estado encedida...

Pero la suerte estaba hechada. Una tarde Margarita le informó que había conseguido un bonito lugar en el que ella podía pasar sus últimos años felizmente.

La anciana la miró y sonrió...

Cuando Margarita se levantó muy temprano para preparar las maletas de su madre no la encontró en el cuarto... Salió a la sala y la vio sentada en el sillón. Se acercó al cristal y la pudo ver. Estaba asombrosa, con sus ojos cerrados, meditando, parecía... al lado estaba la maleta que la anciana había preparado en la noche... Margarita suspiro... volvieron las lágrimas de visita a sus mejillas pero no quiso molestar a la viejita...

Cómo una flor que crece en medio del jardín estaba de bella. Tenía el sombrerito que usaba los domingos para la misa, vestía un hemoso traje blanco que había bordado cuando era más joven, tenía un lazo rojo, una cadenita colgando del cuello con la imagen de la Virgen del Perpetuo Socorro... tenía su flor en el cabello... parecía una "barbie" envejecida... una sonrisa dibujaba sus labios... en sus manos sostenía un frasco de pastillas para dormir vacío...

Fin