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El auto convertible

Está comprobado que la mayoría de los jóvenes que comienzan a trabajar, lo primero que desean es comprarse un automóvil, ya sea únicamente para transportarse fácilmente por todos lados o para pasear con chicas. Bruno tenía esa ilusión desde hacía ya varios meses. Todos los días antes de llegar a la hamburguesería donde trabajaba, pasaba frente a una agencia de autos.



En el aparador central se encontraba estacionado un pequeño carro compacto convertible de color azul.



Vale la pena mencionar que el joven había estado ahorrando lo más que podía (parte de su salario y parte de sus propinas) para poder dar el enganche y así llevar a su novia Dolores a cualquier parte.



Por su parte, su padre estaba en contra de que su hijo despilfarrara  su dinero en una gestión tan absurda como esa, en vez de utilizarlo para ayudar con los gastos de la casa.



Bruno era huérfano de madre, por esa razón la única persona que constantemente lo apoyaba en sus decisiones era su tía Catalina (hermana de su mamá). Ella le decía que sólo se vive una vez.



Cuando el muchacho por fin tenía la suma necesaria de dinero para comprar su auto, fue a buscarlo sólo para encontrar que ya no estaba. Peor aún, la marca automotriz lo había descontinuado.



Con lágrimas en los ojos Bruno caminó cabizbajo hasta su trabajo. Sin embargo, afuera del local un hombre lo interceptó y le dijo:



– disculpa, ¿sabes de alguien que le interese mi auto?



El vehículo en cuestión era un Corvette color rojo, estaba nuevecito, es más, parecía que acababa de salir de la agencia.



– ¡Guau! Es la versión convertible ¿verdad? A mí me encantaría tener un auto así, pero debe de valer miles de pesos. Dijo el joven.



– Te lo dejo por $1000, me caíste muy bien. Pero apresúrate porque puedo cambiar de opinión. – Replicó el hombre.



Bruno entró como loco al establecimiento y sin pensarlo dos veces abrió la caja registradora y sacó todo el dinero en ella había. Salió y concluyó la transacción. Al tener las llaves en su poder, se subió al carro y encendió el motor.



Por otro lado, el hombre que se lo vendió empezó a reír a carcajadas.



Los seguros de las portezuelas se pusieron automáticamente y el carro comenzó a correr por la calle. Bruno estaba completamente asustado, no podía controlar la dirección, al cruzar por una intersección chocó contra una pipa de gas. En instantes ocurrió una gran explosión y el cuerpo desmembrado de que el joven inundó el pavimento.


Datos del Cuento
  • Categoría: Terror
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