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Categoría: Románticos

El centro de mi vida

He tratado simplemente de dejar de pensar en ti, no lo he logrado. Los días se suceden en mi vida y aunque busco la manera de alejarme de tu recuerdo, siento que no lo logro, que irremediablemente sigo atada a ti.
No he hablado de esto contigo ya que sería absurdo llegar hasta ti y plantearte lo que me esta sucediendo. ¿Qué podría decirte? Que algo paso, algo que no estoy completamente dispuesta a enfrentar, que por más que lo intento, ni mi corazón y mucho menos mi razón quieren aceptar el cambio radical que han tenido mis días desde el momento que te conocí.
No soy ridícula, sé que no entenderías, por más que tratara de explicarte... hay algo que es netamente imposible en una relación y es vivirla sabiendo que es solo uno el que ama.
Tal vez debería dejar de pensar en ti, obviar de mi mente cada una de tus palabras, de tus expresiones tan cotidianas y tratar de hallar resguardo a mis sentimientos en una fachada de frialdad, que a pesar que te causaría dolor, ya que no entenderías mi aislamiento, sería lo más acertado para impedir que forjes compromisos que realmente no sientes, tan solo por la necesidad de no adicionar a mi nutrida cartera de desiluciones una más, de la que tú serías el protagonista.
He tratado de alejarme de ti de mil maneras. Si me vieras en éste momento, sabrías que sonrío recordando cada una de las oportunidades en que traté de negarme a alguna propuesta tuya, no por egoísmo, sino por la simple necesidad de alejarte de mí para poder poner en orden mis ideas y sentimientos. Hoy sé que por más que intente anular todo lo que siento hacia ti, es imposible. Eres el centro de mi vida. Todo gira en torno a ti.
Cuando tienes una nueva pareja a la primera que llamas es a mí. Tú lo haces con la intención de no excluirme y yo accedo a conocerla con la intención de saber que ves en ésta nueva mujer, que la anterior no pudo haberte dado y que a su vez yo tampoco, si somos sinceros.
Diez años, ¿quién diría?, diez años de escucharte cada fin de semana relatando tus peripecias semanales y buscando la manera de no acercarme a ti demasiado, de no mirarte demasiado, de no posar mi atención completa en tu persona, por temor a que descubras en algún momento lo que con palabras no sé expresar. Quizás sea mi temor a un nuevo fracaso, quizás sea la certeza de que lo nuestro no funcionaría, como no funciono hace ocho años.
¿Tu amiga? Sí por sobre todas las cosas siempre fui una amiga para ti. He compartido contigo más de lo que yo misma recuerdo y de lo que tú recordarías jamás, creo que el único fin de semana que no pasamos juntos, fue cuando creíste realmente estar enamorado de aquella mujer que casi me fulmina con la mirada cuando nos presentaste.
Todas tus parejas han envidiado en mí lo que ellas no podían darte y yo he envidiado en ellas lo que tú no sentías hacia mí. Es extraña la vida. Ellas veían en mi una enemiga, una mujer que con solo una palabra daba su aprobación a la nueva protagonista o la desterraba a una agenda perdida del año anterior. Y en realidad yo jamás he criticado a ninguna de ellas, ya que por si solas te ahogaban con sus constantes llamadas y conociéndote como te conozco, sé que te fastidian las mujeres absorventes. ¿Será por esto que aún soy tu amiga? Porque jamás te demostré cuanto te necesitaba, cuanta falta me hacías y cuanto anhelaba tenerte a mi lado cada fin de semana.
Jamás levanté el tubo del teléfono para llamarte, siempre has sido tú el que me ha pedido que este contigo. Tal vez esto podría jugar a mi favor. Podría creer por este motivo, que muy en el fondo de tu corazón me amas, pero que por las vueltas del destino no te has dado cuenta en diez años cuales son tus verdaderos sentimientos. Es estúpido, ¿verdad? Es totalmente ridículo imaginar que algo así te puede haber sucedido a ti que siempre tienes tan en claro lo que sientes y lo que piensas.
No sé, tal vez sea una vuelta más del destino la que me llevo a escribirte. Sólo sé que estoy tratando de explicarte por medio de esta especie de carta, porque este fin de semana cuando me llames, he de decirte que no, que no puedo, que tengo otro compromiso, que por primera vez en diez años, no estoy para ti... que quiero estar sola, que no quiero verte porque estoy cansada, tal vez, de que tu no veas, que no te des cuenta de que estoy ahí... que además de ser tu amiga, soy una mujer, una mujer que te ha amado, que ha estado contigo, pero que no puede decir lo mismo de ti. Tal vez si en algún momento hubieses estado conmigo realmente, no haría falta esta carta para explicarte porque ya no quiero verte, porque después de tanto tiempo de amistad no puedo seguir sosteniendo una relación, que a pesar de que me ha dado muy gratos momentos, en los últimos tiempos ha logrado confundirme aún más y lastimarme. Me cansé de conocer a tus mujeres, me cansé de escucharte hablar de tu pareja de turno, cuando en realidad quería que me hablaras a mí, que me vieras a mi como mujer, como esa mujer que soy y que tú realmente no has conocido en todo este tiempo, sino, si me hubieras conocido hubieses presentido que algo no estaba bien, que mi mirada triste no era solo porque las cosas en mi trabajo no andaban bien, que mis largos silencios en los bares a los cuales concurríamos no eran porque la música estaba muy alta y no quería andar gritando, sino porque simplemente no sabía que decirte, porque lo que realmente quería que supieras de mi era tan evidente que hasta esas mujeres que me presentabas, se daban cuenta el primer día, por la manera, en que te miraba al saludarte.
Has formado parte de cada uno de mis proyectos, aunque jamás formaste parte de mi vida en la manera en que yo hubiese querido. No me fui de tu lado antes porque me dije que me bastaba verte feliz, que iba a ser feliz siendo tu amiga, tu confidente y la única a la que llamabas a altas horas de la madrugada para simplemente conversar nimiedades. Hoy puedo decirte que eso no me alcanza y que por eso me alejo.
Quiero más de ti... mucho más, quiero despertarme y encontrarte a mi lado, quiero que sigamos conversando como lo hacemos pero tomados de la mano, quiero que tus sonrisas amorosas y tus miradas seductoras sean dedicadas a mí, quiero que además de verme como tu amiga, veas en mí a esa mujer que puede compartir contigo todo lo que hemos compartido hasta ahora y mucho más. Quiero que me ames.
Te quiero a ti por sobre todas las cosas, con defectos y virtudes, con tus carencias y tus abundancias... a ti hombre como lo que eres, con tus cargas y tus anhelos, con todo lo que aprendí a amar de ti en estos años, con todo lo que fui descubriendo en ti y que me ha llevado a creer que eres irreemplazable y único.
Por todo esto que quiero y que sé que no puedo tener, me alejo. Porque sería ridículo seguir soñando como una adolescente que algún día vas a descubrirme como algo más que una amiga y vas a venir corriendo a buscarme por temor a perderme. Ya no más. Ya basta de anhelos y sueños. La realidad tiene que darme al fin la posibilidad de cortar contigo y buscar la manera de hallar en mi misma el centro de mi vida.
Datos del Cuento
  • Autor: Roka
  • Código: 4069
  • Fecha: 26-08-2003
  • Categoría: Románticos
  • Media: 5.6
  • Votos: 154
  • Envios: 3
  • Lecturas: 3092
  • Valoración:
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Comentarios


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1 comentarios. Página 1 de 1
amiga
invitado-amiga 31-08-2003 00:00:00

hola Roka dicelo, dile lo que sientes. no espera ya se que duele el rechazo pero tienes que hacerselo saber o hacerle pensar que te va a perder te lo digo por experiencia, no te rindas, si lo haces te arrepentiras, adios.

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